Reivindicando a Salvany
Agosto 2006
Autores:
Susana Ramírez Martín, Departamento de Biblioteconomía y Documentación. Universidad de Carlos III
José Tuells, Departamento de Enfermería Comunitaria, Medicina preventiva y Salud Pública e Historia de la Ciencia. Universidad de Alicante
Tomado del libro "Balmis et Variola", Tuells J, Ramírez SM. Ed. Generalitat Valenciana, 2003, capítulo VIII, “La solidez de los secundarios”.
Palabra clave: Viruela, Real Expedición Filantrópica de la Vacuna
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El pasado mes de febrero dedicábamos un obligado recuerdo a la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna. Se avecinaba una cifra redonda, 200 años de la llegada al puerto de Lisboa, el 14 de agosto de 1806, de un exhausto Francisco Xavier de Balmis poniendo fin a casi tres años de su periplo alrededor del mundo al frente de la Expedición.
En días como los que ahora transcurren y más concretamente el 7 de septiembre de aquél año visitaba al Rey Carlos IV, patrono y benefactor de la encomiable gesta, que reconoció públicamente sus logros.
El énfasis del texto subrayaba la génesis y rutas de la Expedición y el papel de su Director, el alicantino Balmis. Sin embargo, había otros expedicionarios. Jóvenes que pagaron con su vida la dedicación a una empresa en la que creyeron ciegamente. Citábamos a Salvany, convertido en Subdirector de la aventura y que tomó el mando de la ruta del Sur.
Toda historia tiene sus protagonistas y la luz de los focos suele orientarse hacia el actor principal. La abnegación desde el silencio, la persistencia frente al infortunio, confiere con el paso del tiempo un valor especial a los que se limitan a cumplir con su trabajo. Reivindicar los pasos a través de las quebradas andinas del catalán Salvany, reconocer su mérito callado es el motivo de las siguientes líneas.
José Salvany y Lleopart llegó a la Expedición muy joven. No sabemos con precisión su edad. Los datos cronológicos de su biografía nos han llegado gracias a su partida de defunción. En ella reza: José Salvani, español, soltero, natural de Cervera principado de Cataluña, de edad de treinta y tres años (1). En consecuencia con este documento, Salvany podría haber nacido entre 1777 y 1778.
Su formación académica es intensa. Estudió gramática durante dos años, de 1784 a 1786, con Carlos Mytayna, en Barcelona. Posteriormente estudió Latinidad, Retórica y Poesía durante otros dos años, de 1786 a 1788. Estudió Filosofía en el Convento de San Agustín de Barcelona también durante otros dos años, de 1789 a 1791.
El 15 de octubre de 1791 se examina de Latinidad, Lógica y Física para ingresar en el Real Colegio de Cirugía de Barcelona. Las buenas calificaciones de este examen le permitieron estudiar en esta institución durante cinco años, desde 1791 hasta 1796. Salvany demostró una alta capacidad intelectual a lo largo de su formación académica y manifestó una vocación especial por las disecciones anatómicas.
Por su dedicación y aplicación fue ayudante de los doctores Boven y Capdevilla, eminentes cirujanos del Real Colegio de Cirugía de San Carlos de Barcelona (2). Les sustituía cuando faltaban a las clases por cualquier motivo. Todo lo que le encomendaron lo desarrolló con idoneidad y pericia.
Durante los años que estuvo en San Carlos recibió las máximas calificaciones en todas las asignaturas. Al brillante expediente académico hay que añadir la predisposición personal al estudio, la abnegación por la profesión médica y la constante actitud de esfuerzo y responsabilidad que está implícita en todas las declaraciones de sus profesores.
Después de esta completa formación y recién licenciado en cirugía, Salvany ingresa en el ejército. Las primeras noticias militares sobre su persona las obtenemos de un certificado de Alejandro de Butrón. Primero sirve en el 4º Batallón de Guardias Walonas (Valones) como cirujano interino. Después se le nombra cirujano del 3º Batallón del Regimiento de Irlanda. Posteriormente, sirve en el 5º Batallón de Infantería de Navarra.
En todos los empleos, se caracteriza por su acierto en el diagnóstico, exactitud en los tratamientos y habilidad en las operaciones que practicaba. A la fortaleza intelectual no le acompañaba una buena salud.
Salvany es reemplazado de todos los destinos militares por su quebradiza salud. El 18 de septiembre de 1799, Salvany solicita un permiso para tomar las aguas de San Hilario para el cobro de su salud antes de incorporarse con el regimiento de infantería de Irlanda (3). El 21 de julio de 1801, expone que ha sufrido una grave enfermedad en el cantón de Extremadura y que ha quedado con exceso de debilidad e inapetencia por padecer frecuentes tercianas y exponerse constantemente al rigor del sol y del terreno (4).
Salvany, como buen sanitario, sabe que hay que luchar contra la enfermedad para poder restablecer su salud. Inicialmente prueba en balnearios. Pero las frecuentes tercianas y garrotillos que padece y los rigores de la vida militar (constante exposición al sol y dureza del terreno), le desaniman en esta carrera.
En 1799 solicita una plaza de cirujano en una Facultad. Sus solicitudes no son tenidas en cuenta. El único modo que encuentra de salir del ejército, con un trabajo digno de su formación y sin perder la condición militar, es tomando parte de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna. Esta empresa americana le permitirá demostrar su valía intelectual, pero en su consecución perderá la vida.
Inicialmente Salvany tenía una labor muy cómoda, al amparo de la gran personalidad de Balmis. Todo cambió cuando Balmis nombra a Salvany director de la Subexpedición que distribuirá el fluido vacuno por América meridional. Las instrucciones, dadas por Balmis, para mantener el éxito en la Expedición son muy concretas y están orientadas a buscar la cohesión y unidad en el grupo y la perfección sanitaria y vacunal.