Hace doscientos años
Retomamos a Balmis camino de Santa Elena y a Salvany en Cajamarca después del mal trago en Lambayeque.
Desde Cajamarca Salvany viajó a Trujillo, donde encontró viejos amigos. En esta ciudad se hospedaba el arzobispo de Charcas, Benito Moxo, que era un dedicado protector de la Expedición desde que estuvo con ellas en Puerto Rico. Establecida la vacuna en Trujillo, Salvany sale hacia Lima donde llega a finales de mayo de 1806. Grajales y Bolaños se presentan en Lima en diciembre de 1806.
Salvany observa en Lima que la vacuna se comerciaba. Se compraba y se vendía como el aguardiente o la sal. No estaba controlada por facultativos, sino por comerciantes, que veían en este fluido un modo rápido y seguro de enriquecerse.
Ante este hecho generalizado y mantenido por la población limeña, Salvany no puede actuar. Se siente incapaz de transformar esta realidad. Desilusionado, abandona las vacunaciones en masa. Estas operaciones las delega en los médicos locales de la ciudad. Dedica sus maltrechas fuerzas a la elaboración de un reglamento, que organice las campañas de vacunación y sea común para todo el Virreinato peruano.
En Lima, Salvany descansa. Tiene mucho tiempo libre. Se vincula a la elite intelectual de la Universidad de San Marcos y a las tertulias ilustradas que se celebraban en las casas de las elites criollas.
Propone a la Secretaría de Estado la creación de una plaza de Inspector de Vacuna. Salvany tiene claro todo: el sueldo, que debería oscilar entre 12 y 14 mil pesos; el reconocimiento, que tendría que estar autorizado con los honores del Consejo de Indias; y las funciones que tendría la obligación de celar el plan de vacunación y su cumplimiento. Este inspector debería visitar cada tres años uno de los tres virreinatos y las Juntas Centrales deberían informarle cada bimestre de todas sus operaciones.
Salvany parte de nuevo desde la costa (Lima) a la sierra (Arequipa). La altura y los fríos de la sierra afectan a la enfermedad pulmonar que padece. En este trayecto tarda casi dos meses. El día 8 de diciembre de 1807, llega a Arequipa enfermo. El certificado médico dice: Se confundia con la Apoplegia por la intermitencia de su pulso, y por la respiración estertorosa precedida de movimientos convulsivo; y el síncope en su cesación, nos presentaba un espectáculo de horror.
Salvany pasa la Navidad de 1807 en esta ciudad. La estancia en Arequipa es reconstituyente. Pero la Expedición Vacunal debe continuar propagando la vacuna y no puede demorarse eternamente en un lugar. Sale de Arequipa con dirección a la población de mayor altitud de toda la cordillera andina, La Paz. Un trayecto de una semana le supone a Salvany más de un año, no es largo, pero está deshabitado.
Las escasas poblaciones carecían de facultativo y de remedios para mejorar su enfermedad. El día 1 de abril de 1809, por fin llega a la ciudad de La Paz. Después de dos semanas de total tranquilidad, en reposo absoluto, su salud no se restituye. Si de Arequipa a La Paz tarda más de 16 meses, de La Paz a Cochabamba, parecido trayecto, tarda 13 meses.
Mejoran las condiciones climáticas pero no la salud de Salvany. Los valles interandinos se convierten en valles de lágrimas que presagian su muerte. Salvany mantiene el entusiasmo para propagar la vacuna, pero no le acompañan las fuerzas. Desde la ciudad de Cochabamba, a falta de dos meses para su muerte, solicita el permiso al presidente de la Real Audiencia de Charcas para internarse y propagar la vacuna en las provincias de Mojos y Chiquitos.
Salvany muere en Cochabamba el día 21 de julio de 1810. Dejó sin terminar la campaña de propagación de la vacuna por el territorio sudamericano. El entusiasmo que tenía supo contagiarlo a su alrededor y otros facultativos tomaron la alternativa. La empresa soñada por Salvany para llevar la vacuna a la región de Mojos y Chiquitos fue realizada por un médico militar llamado Santiago Granado.
Al mismo tiempo, Grajales y Bolaños propagan la vacuna por la Capitanía General de Chile. En 1810 Grajales pasó por la araucaria, región inhóspita y hostil donde vacunó a su población, los fieros y temidos indios araucanos, que se rindieron a la necesidad de luchar contra las viruelas.
En enero de 1812, Grajales considera que su comisión ha terminado. Vuelve a Lima y solicita al virrey permiso para regresar a la Península. Se le deniega por estar el territorio en guerra. A partir de este momento Grajales deja de ser médico de la REFV y trabaja en el campo de la medicina militar.
El destino de Balmis es diferente, llega a Santa Elena en junio de 1806 con la idea de introducir la vacuna en la isla. Da conferencias a los médicos locales y al gobernador Robert Patton, les recuerda que es un invento inglés y les convence para vacunar a los niños. El día de su partida el gobernador le entrega un paquete sellado en Inglaterra años antes. Era una muestra de linfa y unas instrucciones escritas por el propio Jenner que nadie había utilizado.
El 17 de junio de 1806, Balmis abandona Santa Elena rumbo a Lisboa, a cuyo puerto arriba la tarde del 14 de agosto de 1806. Se desplaza rápidamente a Madrid donde le recibe el rey Carlos IV el día 7 de septiembre de 1806. Para algunos, este besamanos real da por terminada la REFV.
Pero como hemos visto no se debe dar por concluida hasta la muerte de Salvany. A excepción de Balmis, ninguno de los expedicionarios consiguió volver a la Península, y las siguientes guerras (Independencia española e Independencia americana) les obligaron a establecerse en Nueva España.
El 14 de octubre de 1806, se comunica al público la llegada de Balmis a Madrid. Esta noticia tiene tanta importancia que obliga a sacar a la calle un suplemento, que podía comprarse separado de la Gaceta diaria.
Comienza diciendo: “El domingo 7 de septiembre próximo pasado tuvo la honra de besar la mano al Rey nuestro Señor el Dr. D. Francisco Xavier de Balmis, Cirujano honorario de su Real Cámara, que acaba de dar la vuelta al mundo con el único objeto de llevar á todos los dominios ultramarinos de la Monarquía Española, y á los de otras diversas Naciones, el inestimable don de la Vacuna. S. M. se ha informado con el mas vivo interes de los principales sucesos de la Expedicion, mostrándose sumamente complacido de que las resultas hayan excedido las esperanzas que se concibieron al emprenderla”.
La intensa vida de Balmis marcada por su papel estelar en la REFV y la posterior leyenda de nostalgias y olvidos, tiene otras interesantes facetas que serán tratadas en una nueva entrega, sirva esta para celebrar, doscientos años después, la llegada a puerto de su viaje más trascendente y conocido.





