El pleno del Ayuntamiento de Tarragona ha otorgado el nombre de Plaça de la Vacunació COVID-19 a un espacio de la ciudad. Se trata de una rotonda existente a la entrada del Palau d’Esports de Camp Clar que dará acceso a la Anilla Mediterránea; durante la pandemia, el Palau d’Esports de Tarragona se utilizó como punto de vacunación. Con este acuerdo, dice el documento del Ayuntamiento, se quieren reconocer y recordar el esfuerzo colectivo y la importancia de la campaña de vacunación contra la COVID-19, que fue crucial para superar la pandemia y proteger la salud pública.
La Asociación Española de Vacunología quiere agradecer a la ciudad de Tarragona, la antigua y gran Tarraco, cuyo conjunto arqueológico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, este reconocimiento no solo al personal sanitario, sino a todas las personas, que han sido muchas, que participaron en el proceso de la vacunación, en el que los vacunados también fueron artífices de su importancia.
Además, cabe recordar que Tarragona tuvo un papel muy destacado en el siglo XIX en la introducción en España de la primera vacuna, la antivariólica, que se inició a través de Catalunya. En 1800 ya se conocía el descubrimiento de la vacuna por Jenner, que se había publicado en 1798, así como su extensión por Inglaterra y otros lugares, especialmente Ginebra, Viena y París, donde el primer inoculado fue el hijo del doctor Colon, el día 8 de agosto de 1800. A primeros de noviembre, el doctor Francesc Piguillem i Verdacer, natural de Puigcerdà (Girona), donde ejercía la medicina, pidió linfa vacunal al doctor Colon, la cual recibió el 3 de diciembre. Ese mismo día, al atardecer, Piguillem vacunó en Puigcerdà a los dos hijos de una señora a la que había prometido que serían los primeros que vacunaría, e inmediatamente después a otros dos párvulos, hijos de una hermana de aquella.
Una vez propagada la vacuna por la Cerdanya, el doctor Piguillem marchó a Barcelona, como tenía proyectado desde hacía tiempo, y a su paso por Vic vacunó a algunos niños. Al llegar a Barcelona vacunó a dos primos suyos con linfa procedente de uno de los vacunados de Puigcerdà. Algunos socios de la Academia Médico-Práctica de Barcelona, especialmente Vicenç Mitjavilla i Fisonell y Francesc Salvá i Campillo, fueron los primeros en adoptar el nuevo método preventivo contra la viruela en Barcelona.
¿Y en el resto de Catalunya qué sucedió? ¿Cómo se propagó la vacunación? Por lo que respecta a Tarragona, se erigió una gran figura, Juan Smith Sinnot, que no era médico, pero que se convirtió en el difusor de la vacuna. Tal fue la cantidad y la calidad de la labor desarrollada por Smith que Tarragona, una ciudad agradecida, colocó en 1860 su busto en la fachada del Ayuntamiento, para que todos los ciudadanos le recuerden y le agradezcan y reconozcan su labor.
Juan Smith Sinnot (1756-1809), el responsable de la vacunación en Tarragona, de origen irlandés, era ingeniero de la Armada y director de las obras del puerto de la ciudad. Gracias a él, Tarragona se convirtió en el segundo foco activo de la vacunación con la vacuna que Piguillem le facilitó cinco meses después, enviada entre cristales.
La vacuna se difundió por esa provincia y por varios puntos de la geografía hispana (Valencia, Cartagena, Zaragoza) a partir del 3 de mayo de 1801, en unos momentos en que una epidemia de viruelas hacía estragos en Constantí, un pueblo situado «a tres cuartos de legua» de la ciudad. Smith convenció al gobernador de la ciudad, don Mariano Ibáñez, de que la vacuna era reconocida por los más ilustrados de Europa como un preservativo seguro de las viruelas, y estimulado por la proximidad de la epidemia accedió a dar el convincente ejemplo de iniciar la vacunación con sus cuatro hijos, que no habían pasado las viruelas. Desde aquel instante tomó a su cargo la propagación de la nueva inoculación el doctor Dalmau, médico de la ciudad. La primera vacunación fue hecha por el médico de Constantí, Joan Vives, y más de un millar de tarraconenses fueron vacunados en la primavera de 1801.
Otro personaje, que tampoco era médico y que tuvo un destacado papel en la vacunación en Tarragona, fue el notable naturalista y químico tarraconense Antoni de Marí i Franquès (de Agustí Camós: Juan Smith Sinnot y Antoni de Martí i Franquès en la vacunación de Tarragona del año 1801).
Smith publicó en 1801 Progresos de la vacina en Tarragona o instrucciones y reflexiones sucintas sobre la inoculación de la vacina dirigida a los padres de familia y a los sujetos que sin ser facultativos se quieran dedicar al fomento y propagación de este admirable descubrimiento, en beneficio de la humanidad. En esta obra, Smith nos da sus razones de por qué emplea el término vacina en lugar de vacuna: «el doctor Piguillem la ha llamado vacuna; yo prefiero llamarla vaccina, o más bien vacina, por no confundirla con el adjetivo femenino vacuna». A través del puerto de Tarragona, este libro llegó a América y se tiene constancia de que en Puerto Rico fue conocido por el doctor Balmis, director de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, y el doctor Oller, que dos meses antes de la llegada de Balmis había iniciado la vacunación con linfa procedente de una isla vecina de dominio danés.
El texto de los Progresos de la vacina en Tarragona está estructurado en cuatro partes o capítulos (de Manuel Riera Blanco y José G. Rigau-Pérez: Los primitivos de la vacuna en Tarragona y el Ingeniero de Marina Don Juan Smith):
1) Aviso sobre el descubrimiento de la vacina: comprende de la página 3 a la 6 y expone los estragos de las viruelas, la antigua inoculación y las posibilidades, y da noticia de la vacuna.
2) Propagación de la vacina en la ciudad de Tarragona: sigue de la página 7 a la 15, en las que detalla las gestiones para obtener el virus de París y Londres, y el inicio de la vacunación con virus proporcionado por el doctor Piguillem el día 3 de mayo de 1801.
3) Instrucciones para la inoculación de la vacina: entre las páginas 16 y 41 describe los medios para remitir el virus y para su inoculación, y hace algunas consideraciones sobre la vacuna verdadera y sobre las espurias, con la colaboración de Martí Franqués, que había regresado de Londres y París, donde vio en los hospitales los diferentes tipos de vacunas.
4) Ventajas de la inoculación de la vacina sobre la antigua: finalmente, en las páginas 42 a 48, basándose en la nulidad de inconvenientes de la vacuna respecto a la inoculación de las viruelas, saca conclusiones político-sociales para la extinción de las epidemias de viruela.
Juan Smith dejó un perdurable recuerdo en la ciudad de Tarragona. Prueba de ello es que, en el año 1860, medio siglo después de su muerte, se le escogió como uno de los personajes que tenían que figurar en la fachada del Ayuntamiento, aunque no había nacido en la ciudad y había vivido en ella tan solo un decenio. Hay que añadir que, en el año 1993, casi dos siglos después de su muerte, se trasladaron los restos de Smith a un mausoleo construido expresamente en el cementerio que él había promovido, haciendo realidad un acuerdo del pleno del Ayuntamiento republicano de diciembre de 1931.
Querría terminar como he titulado este escrito: Plaza de la vacunación COVID-19. Gracias, Tarragona. Y además añado: Tarragona, una ciudad muy ligada a la historia de la vacunología, pionera en la vacunación y agradecida, tus ciudadanos pueden sentirse orgullosos.
Fernando Moraga-Llop
Vocal sénior y Portavoz de la Asociación Española de Vacunología