Un detallado inventario de los anticuerpos séricos de individuos antes y después de la vacunación antigripal ha encontrado que el número de anticuerpos decae con la edad, lo que sugiere que las vacunas pueden actuar de modo distinto en función de la edad. Investigadores de la Universidad de Stanford estudiaron estas respuestas en personas de 8 a 17, 18 a 30 y 70 a 100 años y comprobaron como el genoma de cada célula B codifica una secuencia distinta y personalizada y que cambia el repertorio de anticuerpos con la edad. Sus resultados son consistentes con la hipótesis de que es más probable que los ancianos utilicen células B de memoria que células naive frente a la vacuna de gripe, lo que no implica que se deje de vacunarles.
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