En Estados Unidos ha estallado la guerra de las vacunas entre grupos críticos que consideran a las vacunas poco seguras y las autoridades sanitarias que llaman a la responsabilidad para inmunizar a la población. Los científicos aseguran que las vacunas han incrementado nuestra esperanza de vida en treinta años. Enfermedades evitables como la polio han desaparecido casi por completo y existen otras dieciséis más que pueden prevenirse gracias a las vacunas. Sin embargo, no todo el mundo está de acuerdo. En el estado norteamericano de Oregón, buena parte de la población de Ashland es reacia a vacunar a sus hijos. Opinan que las vacunas conllevan más riesgos asociados que beneficios. En una palabra, desconfían de ellas. Pero el miedo mayor que ha llegado a dominar a los grupos antivacuna procede de la supuesta relación de la triple vírica con el autismo.
A algunos de estos niños, se les diagnosticó esta grave enfermedad inmediatamente después de habérseles administrado dicha vacuna. El escepticismo público ante los médicos y los expertos parece estar creciendo en Estados Unidos, impulsado en gran parte por los nuevos medios de comunicación social como es Internet, para muchos uno de los causantes de que la controversia siga viva. En la Guerra de las vacunas hay mucho en juego. Por una parte, el miedo a que las comunidades se vean expuestas a graves enfermedades y por la otra, el deseo de los padres de hacer lo mejor para sus hijos.