La globalización de las enfermedades infecciosas tiene una ventaja. Cuando los virus saltan de los murciélagos africanos a las salas de espera de los hospitales de Tejas, los argumentos sobre la dudosa rentabilidad de desarrollar algunas vacunas pierden relevancia. Es lo que está sucediendo en la actual epidemia de ébola, que ha desatado una acelerada carrera para encontrarle profilaxis, en forma de cura como de prevención. El primer ensayo clínico de una vacuna experimental en seres humanos acaba de dar resultados prometedores. Los primeros voluntarios sanos en recibirla han desarrollado anticuerpos contra el virus sin que se constataran efectos secundarios. Los ensayos de fase 1 comenzaron en septiembre en los Institutos Nacionales de Salud de EE UU (NIH), el organismo que ha desarrollado la vacuna en colaboración con el gigante farmacéutico GlaxoSmithKline, tras demostrarse su plena efectividad en primates.
Repartidos en dos grupos, a los que se administró una dosis distinta, una veintena de voluntarios recibieron la vacuna. Y según lo publicado por la revista New England Journal of Medicine, todos ellos generaron una respuesta inmune a la enfermedad. Unos pocos pacientes sufrieron fiebre pocas horas después de ser vacunados, pero desapareció un día después, por lo que se considera que no tiene efectos secundarios graves.