Los Premios Rey Jaime I, que este año alcanzan las 22 ediciones, se han convertido en una cita con la ciencia y la investigación a la que acude el mayor número de premios Nobel por metro cuadrado. En el convento de Santo Domingo de Valencia, antigua Capitanía General, asistieron 19 expertos reconocidos con el galardón que cada invierno se entrega en Oslo. Forman parte del jurado que decide quiénes son los elegidos y merecedores de 100.000 euros, Antes de las deliberaciones, el jurado, como es habitual, trasladó a la sociedad a través de los medios de comunicación una de sus preocupaciones.
El presidente de la Fundación Premios Jaime I, Santiago Grisolía, leyó la declaración 2010 en la que «alerta de la necesidad de restablecer la fe y la confianza de la sociedad en la vacunación». El científico y premio Príncipe de Asturias recordó que la vacuna es la herramienta «uno de los tratamiento más efectivos en la medicina moderna, capaz de prevenir multitud de enfermedades». Grisolía destacó que la vacunación «es la responsable de la erradicación de la viruela, la poliomielitis y la difteria». El descenso de las tasas de vacunación «hace temer la reaparición de pandemias infecciosas», señaló Grisolía en nombre de los responsables de los premios Jaime I. La gripe A o el papiloma humano son dos de las enfermedades cuyas vacunas han cosechado más controversia en la comunidad científica. El premio Nobel de Medicina en 1978, el microbiólogo suizo Werner Arber, recomendó, de forma general, la vacunación por dos motivos. El primero «porque los efectos colaterales son muy pequeños y están bien analizados» y, segundo, porque la vacuna «ha sido vital para erradicar algunas enfermedades». Así, pidió «lealtad a la sociedad» respecto a la medicina.