En la revista Archives of Diseases in Childhood, destacados vacunólogos mundiales, entre los que se incluyen Adam Finn y Andrew Pollard, han publicado un artículo que lleva un sugerente título: ¿deben vacunarse los niños frente a COVID-19? Loa autores no se decantan por una u otra postura, pero lo que sí hacen es remarcar los puntos a considerar que ponen de manifiesto la complejidad de las decisiones en cuanto a la vacunación de los menores de doce años. Exponen en una tabla los factores a considerar en relación a este tema para abordar los pros y contras.
En cuanto a los beneficios consideran la protección frente a la enfermedad, la protección frente a la enfermedad grave, la protección frente a la enfermedad inflamatoria multisistémica, frente a la COVID-19 persistente, la prevención de la transmisión comunitaria y la evitación de los daños indirectos (cuarentenas, cierres de escuelas…). En cuanto a los riesgos, consideran el riesgo de efectos adversos, la seguridad a largo plazo, el suministro de vacunas, el coste y la interferencia con los programas tradicionales de vacunación infantil. Para cada uno de estos puntos analizan los pros y los contras.
Concluyen con que la decisión de vacunar/no vacunar es más complicada que en el caso de los adultos, ya que el balance riesgo/beneficio está más matizado. Por otra parte, es importante abordar la vacunación según los segmentos de edad (menores y mayores de cincoaños), mantener la vigilancia y, en especial, la de las variantes, el contexto socioeconómico del país y los esquemas de vacunación con una dosis (Reino Unido y Noruega) para reducir el riesgo de miocarditis. En síntesis, parece prudente y sabio en el momento presente sopesar los riesgos y los beneficios con precaución y proceder con cuidado.