Con el objetivo de acabar con la duplicación de esfuerzos tendentes a conseguir tratamientos efectivos y vacunas seguras y efectivas frente al SARS-CoV-2 y para poner orden frente al actual caos, los National Institutes of Health (NIH) de los Estados Unidos y las grandes compañías farmacéuticas han anunciado un plan para establecer etapas en la realización de ensayos clínicos de fármacos y de vacunas en el que se decida conjuntamente cuales suponen que constituyen la más alta prioridad para probar y desarrollar.
La asociación público-privada, según lo recoge la revista Science, incluye a los NIH y otras agencias gubernamentales, a 16 compañías farmacéuticas y a la organización sin ánimo de lucro Foundation for the National Institutes of Health. Los encuentros entre las partes comenzaron a mediados de marzo y acordaron como meta el desarrollar una “estrategia internacional” para la investigación sobre COVID-19, aunque en primera instancia podría calificarse primariamente como un esfuerzo centrado en los Estados Unidos. La iniciativa lleva por nombre “Accelerating COVID-19 Therapeutic Interventions and Vaccines, (ACTIV)” y propone hacer un uso eficiente de los fondos del NIH y de sus agencias asociadas mediante un trabajo de sinergia con las Compañías para evaluar los datos producidos por los primeros candidatos para de esa manera seleccionar aquellos que sean los más prometedores. De esa manera se evitaría la promoción de ciertos tratamientos potenciales que algunos investigadores han promocionado como efectivos en base a ensayos pobremente diseñados. Se trata, en definitiva, de disponer de los mejores estándares de investigación.
Según el Acuerdo, las diez iniciativas mejor valoradas tendrían la prioridad para la asignación de los 1.800 millones de dólares que el Congreso de los Estados Unidos ha destinado a la investigación de COVID-19 como parte de la recuperación postpandémica. Una vez que el ACTIV comience a coordinar los ensayos clínicos sería más fácil iniciarlos, finalizarlos o rediseñarlos focalizándose en los más prometedores. De momento, no se han abordado las cuestiones relativas a la titularidad de la propiedad intelectual y el precio de cualquier nuevo tratamiento desarrollado al amparo de esta colaboración público-privada.
Este “partenariado” se ha extendido a otros países como el Reino Unido por medio del proyecto RECOVERY liderado por la Universidad de Oxford por el que se están ensayando diversos fármacos en cerca de 100 pacientes de 132 hospitales del National Health Service. Se prevé colaboración entre los dos países mediante la inclusión de representantes para eliminar la posibilidad de evitar duplicaciones.
En el proyecto ACTIV no está representada la OMS que tiene en SOLIDARITY su propio proyecto. Su responsable científica comentó a Science que en lo que respecta a las vacunas, la OMS está mejor posicionada para coordinar sobre el terreno con su grupo de expertos recién constituido. Ello no obsta para que exista una coordinación entre NIH y OMS, especialmente para asegurar una participación equitativa en la realización de los ensayos clínicos.