En la revista Nature se publicó el 30 de julio un artículo en el que manifiesta que algunas infecciones respiratorias víricas del tipo del SARS-CoV-2 y el virus gripal podrían “despertar”, en el modelo animal, células tumorales ocultas en pulmón para provocar metástasis incluso décadas más tarde a la aparición del cáncer primario. Esa observación puede ser extensible a los humanos ya que hay datos de que en miles de personas la infección por SARS-CoV-2 se asoció con una probabilidad doble de muerte por cáncer, lo que podría explicar el aumento de las tasas de fallecimientos por cáncer en los inicios de la pandemia según datos procedentes de UK Biobank y de Flatiron Health. Las células cancerosas, precursoras de metástasis y despegadas del tumor primario, se podrían ocultar en tejidos, como médula, en personas supervivientes de cánceres de mama, próstata y pulmón, para que al exponerse a un virus se despierten del letargo.
Para comprobar la hipótesis modificaron genéticamente ratones para que desarrollaran tumores en mamas similares a los de los humanos y sembraron células tumorales dormidas en otros tejidos. Posteriormente les infectaron con COVID-19 o con gripe para que a los pocos días esas células se multiplicaran para formar lesiones metastásicas por la mediación de la interleukina 6. Las células cancerosas no se multiplicaron con la misma rapidez en ratones que genéticamente carecían de esa interleukina. Dos semanas después de la infección, las células pasaron nuevamente a un estado de latencia, lo que implica que las infecciones per se no causaron cáncer directamente pero sí una infección podría reactivarlas.