Investigadores del Charité-Universitätsmedizin de Berlín, el Instituto de Salud de Berlín en Charité y el Instituto Max Planck de Genética Molecular han demostrado que ciertas células inmunes, los linfocitos T auxiliares, que se encuentran en personas previamente expuestas a los coronavirus del resfriado común (HCoV-OC43, HCoV-229E, HCoV-HKU1 y HCoV-NL63) pueden mejoran la respuesta inmunitaria al SARS-CoV-2 tanto durante la infección natural como después de la vacunación. Esta reactividad cruzada podría ayudar a explicar en parte por qué las personas mayores son más susceptibles a padecer una enfermedad más grave y por qué la inmunidad inducida por las vacunas es a menudo más débil que la de los jóvenes.
En su estudio, publicado en Science, investigan el impacto de las células T auxiliares con reactividad cruzada en el curso de la COVID-19 y para ello, reclutaron a individuos sin exposición previa al SARS-CoV-2, cribándolos a intervalos regulares para determinar si habían contraído la infección. De un total de casi 800 participantes que fueron reclutados desde mediados de 2020 en adelante, 17 personas dieron positivo y en ellas, observaron que las respuestas inmunitarias frente al virus también incluían el estímulo de células T auxiliares que se habían generado en respuesta a la exposición de coronavirus endémicos. También observaron que la calidad de la respuesta inmune frente al SARS-CoV-2 estaba relacionada con la cantidad de células con reactividad cruzada que estaban presentes antes de adquirir la COVID-19.
Estas observaciones se confirmaron tras la administración de la vacuna Comirnaty, siendo las respuestas inmunitarias particularmente efectivas para reconocer un área determinada de la proteína S, lo que permitiría ayudar a acelerar la respuesta inmune inicial al SARS-CoV-2 y limitar la propagación viral durante las primeras etapas de la enfermedad. Adicionalmente, demostraron que tanto el número de células T con reactividad cruzada como la fuerza de sus interacciones de unión eran menores en los participantes mayores que en los más jóvenes.
Aunque los autores se muestran prudentes y enfatizan que sus hallazgos no significan que la exposición previa a los virus del resfriado común proteja a un individuo contra el SARS-CoV-2 ni minusvaloran la importancia de la vacunación, creen que proporcionan una de varias explicaciones por la cual la clínica y fisiopatología ocasionada por la infección por SARS-CoV-2 puede presentar un rango tan amplio entre los que la contraen.