Desde que el pasado 8 de mayo el Gobierno de la República Democrática del Congo (RDC) declarase un nuevo brote de enfermedad por virus Ébola (EVE) en la ciudad de Bikoro tras la confirmación de dos muestras de laboratorio positivas por PCR-RT para la cepa Zaire, hasta el momento, se han reportado 34 casos de fiebre hemorrágica viral (14 sospechosos y 18 probables de EVE, además de los 2 casos confirmados), que incluyen 18 muertes (tasa de letalidad del 52,9%).
Recordemos que este es el noveno brote de EVE que se produce en la RDC desde el descubrimiento del virus en 1976, cuyo nombre proviene del río homónimo que discurre por el noroeste del país centroafricano.
La inmunidad colectiva no es un objetivo realista para las estrategias de vacunación actuales:
Un reciente estudio realizado por un equipo de investigación liderado por la Universidad de Kent de Reino Unido titulado “Herd immunity to Ebolaviruses is not a realistic target for current vaccination strategies”, identifica basándose en el número básico de reproducción (R0 o número de casos secundarios que resultan de una infección individual al inicio de una epidemia cuando la población es totalmente susceptible), que en las fases críticas de muchos brotes de EVE, un individuo infectado es capaz de infectar a su vez a cuatro o más personas, lo que permite la rápida propagación del virus. Para ese nivel de transmisión, el estudio establece en un 80% de la población la cobertura necesaria para la obtención de la inmunidad de rebaño, que permitiría la prevención de futuros brotes, asumiendo la disponibilidad de una vacuna altamente efectiva que proteja al 90% de las personas vacunadas de forma prolongada.
Partiendo de los hallazgos realizados, de que no existen vacunas que proporcionen inmunidad a largo plazo contra todos los ebolavirus patógenos para humanos, del origen zoonótico de la enfermedad, de los costes que supondrían las campañas de vacunación para obtener la cobertura deseada (aproximadamente 462 millones de personas viven en las áreas afectadas, muchas de ellas en áreas rurales muy remotas) y de la experiencia previa obtenida de otros programas de vacunación realizados en el contexto de brotes por EVE (en algunos casos, hasta el 34% de los contactos expuestos se negaron a recibir la vacuna), los autores concluyen que en un futuro próximo, al menos, el control de los brotes dependerá fundamentalmente de la vigilancia de la enfermedad y del aislamiento de los casos. El personal sanitario que habitualmente suele estar implicado en la gestión de los brotes, junto a los contactos de los pacientes infectados, representarían los principales candidatos para el empleo de la vacuna.
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