Vacuna de Astrazeneca y fenómenos trombóticos

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Vacuna de Astrazeneca y fenómenos trombóticos

Pregunta

Buenos días:
Tengo 57 años y el factor v Leiden en heterocigosis. Como cuidadora de persona anciana (ya vacunada) me han llamado para vacunarme ya con AstraZeneca. Dado el factor leiden ¿Puedo vacunarme ya con AstraZeneca o es mejor esperar a mi turno de edad que, se tendrán ya más datos sobre los posibles efectos adversos de esta vacuna en coagulación?

Respuesta de José Antonio Navarro (26 de Marzo de 2021)

Tal como se refleja en el documento técnico de la Federación de Asociaciones Científico-Médico Españolas: “En coherencia con una naturaleza inmunitaria de los fenómenos trombótico trombocitopénicos, asociados temporalmente a la recepción de la vacuna de AstraZeneca, no se contempla en este momento la restricción del uso de la vacuna en pacientes con factores de riesgo para trombosis. Además, debe tenerse en cuenta el beneficio de la vacunación para estos pacientes, dado que la enfermedad COVID-19 se asocia, por sí misma, a un aumento de eventos trombóticos”.




Vacunas de ARNm y futuro embarazo

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Vacunas de ARNm y futuro embarazo

Pregunta

Quiero consultar en qué tiempo me podría embarazar luego de colocarme la segunda dosis de la vacuna para COVID de Pfizer. Gracias por su respuesta. No me ha dado COVID.

Respuesta de José Antonio Navarro (26 de Marzo de 2021)

Buenos días.
Tal como se contempla en la Guía Técnica elaborada por el Grupo de Trabajo del CISNS (Ministerio de Sanidad) se aconseja, por prudencia un intervalo de al menos dos semanas entre la última dosis de vacuna y embarazo (1)

Referencias
1 Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. COMIRNATY (Vacuna COVID-19 ARNm, Pfizer-BioNTech). Guía Técnica. 18 marzo 2021. Disponible en: https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/prevPromocion/vacunaciones/covid19/docs/Guia_Tecnica_COMIRNATY.pdf




El pasaporte verde. Consideraciones científicas, legales y éticas

A medida que las economías mundiales están ansiosas por reactivar sus actividades y la población busca retomar cierta normalidad, aumenta la presión en algunas instancias para que se elabore una especie de certificado sanitario COVID-19 que ayude a materializar esos deseos. En la revista Science un epidemiólogo y una socióloga de la Universidad de Oxford abordan las consideraciones científicas, legales y éticas implícitas a la posibilidad de materializarse la aprobación y emisión de ese certificado.

Hasta ahora el pasaporte sanitario más conocidos es el Certificate of Vaccination of Prophylaxis de la Organización Mundial de la Salud, que certifica las vacunaciones frente al cólera, peste y fiebre tifoidea. Hay, por tanto, precedentes para un pasaporte COVID-19 que certifique que el portador puede viajar, estudiar, jugar y trabajar sin comprometer la salud individual o colectiva. Entre las nuevas propuestas está el “pasaporte verde” de Israel, el “Digital Green Pass” propuesto por la Unión Europea y el “My COVID pass” propuesto por el Africa Centres for Disease Control.

La pregunta que se debe plantear a este respecto es: ¿cuáles son los principios generales que deben tener esos pasaportes para garantizar que se usan de una manera apropiada?

Debe ser científicamente válido, de modo que sus titulares deben estar protegidos de la enfermedad y pueden, por consiguiente, llevar a cabo las actividades para las que se ha emitido el pasaporte y también, evitar sobrecargar los servicios asistenciales. Con carácter ideal, debería certificar que los titulares no son ni pueden ser una fuente de infección para otras personas.

En este sentido, las vacunas son muy efectivas para evitar síntomas y aumentan las evidencias de que podrían evitar también la transmisión. No hay vacunas perfectas y todavía está por determinar si cumplen los requisitos mínimos para evitar la infección y la enfermedad. La duración de la protección vacunal debe estar ligada a la fecha de expiración del pasaporte, quizás con opciones de revocarlo si las nuevas variantes comprometen su eficacia. Los pasaportes también deberían juzgarse por su ventaja comparativa respecto a las PCR o a los test antigénicos, que solo certifican que los individuos se encuentran temporalmente libres de infección, o a los testsde anticuerpos que no garantizan inmunidad a la infección o a la enfermedad.

El certificado debe ser portátil, barato y ligado con seguridad a la identidad del titular. Idealmente, debe estar estandarizado internacionalmente con credenciales verificables y basado en tecnologías interoperativas. La visión más ampliamente extendida es que los documentos deben evitar discriminaciones y la inequidad, y solo deberían servir para su propósito primario: proteger la salud individual y la de sus contactos. 

El mayor riesgo de los pasaportes es que a las personas para las que la vacunación no es aceptable, no se haya ensayado, sea inaccesible o imposible, se les deniegue el acceso de bienes o servicios esenciales. Esto podría ocurrir si existieran reticencias vacunales o rechazo en ciertas minorías étnicas, si no hubiera datos de la eficacia vacunal en personas de riesgo -niños y embarazadas-, cuando los migrantes estén indocumentados, inaccesibles o carezcan de teléfonos inteligentes, cuando los pasaportes solo sean digitales o cuando haya personas que todavía no son elegibles para la vacunación -edad, ausencia de patologías de base…-. Estos ejemplos solo ilustran la necesidad de que esos pasaportes tengan alternativas y exenciones. Es muy importante que no se aplique para cuestiones laborales: sin pinchazo no hay trabajo (no jab, no job).

La COVID-19 es una nueva enfermedad y los retos que presentan los pasaportes vacunales y su uso, deberán estar guiados por la ciencia, la ejemplaridad, las tecnologías apropiadas y un uso razonable para todos.

Traducido y adaptado por José A. Navarro-Alonso M.D.

Pediatra. Comité Editorial A.E.V.

janavarroalonso@gmail.com




Dolor en hombro tras vacunación en deltoides

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Dolor en hombro tras vacunación en deltoides

Pregunta

Hola. Hace un mes me vacunaron con Astrazeneca y me pusieron la vacuna lo más arriba del hombro. Ahora lo sigo teniendo dolorido al hacer cualquier movimiento, de noche también me duele. ¿ Es normal ? ¿ Tiene solución ?

Respuesta de José Antonio Navarro (25 de Marzo de 2021)

Buenos días.
Podría tratarse de una bursitis subdeltoidea (1). Le recomendamos consulta con su médico de cabecera si persisten o aumenta la intensidad de los síntomas.

Referencias
1 Behrens R et al. Avoiding shoulder injury from intramuscular vaccines. The Lancet 2021;397:471




Las cinco razones por las que es casi imposible alcanzar la inmunidad de rebaño

Preocupante artículo aparecido en la revista Nature en la que tras entrevistar a varios científicos, se exponen las cinco razones por las que es bastante improbable que se alcance la inmunidad de rebaño para la COVID-19.

Una vez que las coberturas de vacunación aumentan, mucha gente se pregunta: ¿cuánto durará esta pandemia? Lo que hasta hace poco era una idea popular, esto es, cuando haya mucha gente vacunada se bloqueará la transmisión y alcanzaremos el umbral de la inmunidad de rebaño, comienza a parecer poco probable. La mayoría de los expertos hablaba de llegar a un 60%-70% de población inmune, bien por padecimiento o por vacunación, pero a medida que entramos en el segundo año pandémico, este concepto parece cambiar. Da más la impresión de que la COVID-19 llegará a ser una enfermedad endémica, como la gripe y, a corto plazo, los científicos contemplan una “nueva normalidad” que no incluye a la inmunidad de rebaño.

No está del todo claro que las vacunas eviten la transmisión del virus

La clave de la inmunidad de rebaño reside en que si una persona se infecta, a su alrededor habrá muy pocos susceptibles que puedan mantener y forma parte de la cadena de transmisión. Las vacunas de ARN mensajero son extremadamente efectivas en evitar la enfermedad sintomática pero todavía hay dudas si protegen de la infección y, en ese caso, en qué cuantía. La inmunidad de rebaño solo es relevante si la vacuna bloquea la transmisión. Si no es así, la única manera es vacunado al 100% de la población. No hace falta que bloquee por completo la transmisión, con un 70% ya se observarían resultados sorprendentes, pero todavía habría mucha cantidad de virus circulante en la comunidad.

El ritmo de los programas de vacunación a escala mundial es desigual

Importa mucho la velocidad y la distribución de la vacuna. Teóricamente, una campaña mundial perfectamente coordinada podría eliminar la pandemia, pero a la vista de la situación es altamente improbable que se consiga. Hay una tremenda disparidad en la distribución de vacunas, desde Israel, Reino Unido, Estados Unidos y Serbia en un extremo a Sudáfrica en el otro. Pero incluso en alguno de los países con altas coberturas de vacunación, como Israel, el problema actual es que los jóvenes no quieren vacunarse, aunque se les ofrezca pizza y cerveza gratis. A su alrededor, Líbano, Jordania y Egipto no han llegado a vacunar ni al 1% de su población. Por su parte, en los Estados Unidos, Georgia y Utah han vacunado a menos del 10% mientras que Alaska y Nuevo Méjico sobrepasan el 16%. A ello se añade que no se dispone de vacunas para niños, de manera que si no pueden vacunarse, habrá que inmunizar a muchos más adultos para alcanzar la inmunidad de rebaño.

Otro punto a considerar es el de la estructura geográfica de esa inmunidad, ya que ninguna comunidad es una isla. En los Estados Unidos ya se ha comprobado que existen “clusters” geográficos de vacunados, algo similar a lo que ocurre con los brotes de sarampión. El cluster geográfico hará que el camino hacia la inmunidad de rebaño no sea una línea recta.

Las nuevas variantes cambiarán la ecuación de la inmunidad de rebaño

Un ejemplo de este tercer punto es lo ocurrido en Manaos (Brasil), abordado con anterioridad en esta Sección de la web de la AEV. La moraleja es que se puede observar un resurgimiento de los casos a pesar de un alto nivel de inmunidad cuando aparecen nuevas variantes del virus que no se ven neutralizadas por las vacunas. A ello habría que añadir la posibilidad de que unas altas tasas de inmunidad poblacional pueden favorecer una presión selectiva que iría a favor de la aparición de variantes. Para evitarlo sería muy importante vacunar rápida y simultáneamente en todo el planeta.

La inmunidad puede que no dure eternamente

Sabemos que los que han padecido la enfermedad disponen en mayor o menor medida de una inmunidad protectora, pero lo que desconocemos es cuál será su duración. A la vista de lo que sucede con otros coronavirus parece que la inmunidad mengua a medida que pasa el tiempo y, tampoco sabemos la duración de la protección postvacunal y si serán necesarios recuerdos vacunales periódicos.

Las vacunas pueden cambiar el comportamiento humano

Aunque se vayan vacunando más y más personas, el problema surge cuando comience a aumentar la interrelación social, condición que puede modificar la ecuación de la inmunidad de rebaño, ya que ésta descansa, en parte, en cuántas personas se exponen al virus. La vacuna no es un “chaleco antibalas”.

La parte más difícil del modelaje de la COVID-19 es el componente sociológico y es por ello que deberemos continuar con las medidas no farmacológicas de contención. Será muy complicado conseguir que la población no vuelva al comportamiento prepandémico. 

Interrumpir la transmisión del virus es una manera de regresar a la normalidad, pero otra sería evitar la enfermedad grave y los fallecimientos. A la vista de los conocimientos actuales, alcanzar la inmunidad de rebaño solo mediante la vacunación es altamente improbable. Es el momento de ser más realistas en cuanto a las expectativas, por lo que tendremos que pensar en cómo convivir con el virus, y no se trata de ser tan pesimista como parece. Incluso sin inmunidad de rebaño la capacidad de vacunar a los vulnerables parece reducir las hospitalizaciones y las muertes. No parece que la COVID-19 vaya a desaparecer en el corto plazo, pero es probable que decrezca su protagonismo.

Traducido y adaptado por José A. Navarro-Alonso M.D.

Pediatra. Comité Editorial A.E.V.

janavarroalonso@gmail.com




Dos vacunas de ARN mensajero en tres días

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Dos vacunas de ARN mensajero en tres días

Pregunta

Tenemos el caso en el hospital de una paceinte de 86 años, que estando ingresada, recibió la 1ª dosis de vacuna frente a la COVID (Moderna) el 16/03/21. Por error, recibió otra dosis (vacuna Pfizer) para COVID el 19/03/21.
Solicitamos información para determinar si debe o no recibir la segunda dosis de vacuna específica, en qué momento y de qué tipo (PFIZER o MODERNA). O si por el contrario, se considera que ya está inmunizada.

Respuesta de José Antonio Navarro (23 de Marzo de 2021)

Buenas tardes.
Respecto a la pregunta que nos formula, Public Health England dice: “Si inadvertidamente se administra una dosis de una vacuna distinta a los pocos días de la primera, a la persona debería ofrecérsele una tercera dosis de vacuna al menos 28 días tras la segunda (1)“.

Referencias
1 Public Health England. COVID-19 vaccination programme. Information for healthcare practitioners. Republished 26 February 2021. Disponible en: https://assets.publishing.service.gov.uk/government/uploads/system/uploads/attachment_data/file/965177/COVID-19_vaccination_programme_guidance_for_healthcare_workers_26_February_2021_v3.4.pdf




Katalin Karikó: una investigadora excepcional en tiempos de pandemia

Recientemente se han desarrollando en todo el mundo numerosos actos conmemorativos del Día Internacional de la Mujer, que tienen como fin alcanzar la deseada igualdad de mujeres y hombres. ¿Cuál es el papel de las científicas en el campo de la vacunología? Únicamente quiero centrarme en la actual pandemia, y en concreto, en la vacunación, que es la gran herramienta de prevención que debe conducir al control de la enfermedad, iniciada en este 2021, año que sin lugar a dudas debería ser bautizado como el «Año de la vacuna». 

En este contexto destaca la figura de Katalin Karikó, bioquímica húngara, nacida el 17 de enero de 1955 en la ciudad de Szolnok, como verdadera precursora de las dos primeras vacunas autorizadas frente al SARS-CoV-2 y fabricadas con la nueva tecnología de ARN mensajero, que han demostrado su seguridad y eficacia, así como su impacto en algunos países y entornos donde ya se ha vacunado extensamente con ellas. Esta nueva plataforma vacunal se puede ampliar en un futuro próximo a otros agentes infecciosos, algunos de los cuales ya están en fase de investigación (virus de la inmunodeficiencia humana [VIH], gripe estacional, gripe universal, herpes genital), y la nueva tecnología se está extendiendo, más allá del campo de la infectología, a la terapéutica oncológica y de las enfermedades autoinmunitarias.

Como antecedente histórico, quiero citar a otras dos mujeres que contribuyeron de forma importante en la inmunización en los dos primeros siglos de la historia de la vacunología: Lady Mary Wortley Montagu, en el siglo xviii,e Isabel Zendal Gómez, en el siglo xix. La primera fue pionera en la variolización, procedimiento anterior a la vacuna de Jenner. Debido al entusiasmo y a los persistentes esfuerzos de Lady Montagu, esposa del embajador británico en Constantinopla en 1717, la variolización (una práctica originaria de China y la India que se fue extendiendo por toda Asia) se introdujo en Inglaterra y de allí se extendió al resto de Europa. Una mujer excepcional.

Para probar la eficacia del procedimiento hizo variolizar a su hijo Edward, de 3 años, por una mujer griega bajo la inspección del médico de la embajada. Al regresar a Inglaterra hizo variolizar a su hija bajo la inspección de tres médicos del Royal College of Physicians, uno de los cuales también decidió variolizar a su hijo de 6 años. Después de ser inoculadas con éxito dos princesas de sangre real, la variolización empezó a extenderse por todo el país y, a partir de 1749, desde Ginebra, también por el continente europeo. Esta práctica alcanzó gran popularidad, hasta que empezó a perder aceptación por los peligros que comportaba. Medio siglo después, en 1796, Edward Jenner hizo el trascendental descubrimiento de la vacuna antivariólica.

Uno de los hechos más trascendentes desde el punto de vista de la prevención, de la salud pública y de la entrega y del amor a los demás fue La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna que se inició en 1801. La introducción de la vacuna de la viruela fue una de las misiones sanitarias más importantes de la historia, el primer ejemplo de campaña de vacunación masiva. Esta loable misión científica y humanitaria tuvo tres principales responsables: el alicantino Francisco Javier de Balmis y Berenguer (director médico), el catalán Josep Salvany i Lleopart (subdirector médico y posteriormente director de la rama de la expedición que se dirigió a América del Sur) y la gallega Isabel Zendal Gómez (enfermera, cuyo nombre, como curiosidad, tiene más de 30 versiones escritas en las diferentes citas bibliográficas). La finalidad de esta expedición fue transportar la vacuna de la viruela al continente americano, conservando la linfa vacunal durante el viaje mediante el paso directo de persona a persona, concretamente 22 niños de 3 a 9 años de edad, 18 de ellos de la Casa de Expósitos de A Coruña, que no habían padecido la viruela, tutelados por su rectora Isabel Zendal, quien durante la travesía los asistió, aseó y cuidó. «Brazo a brazo» estos niños llevaron el fluido que permitió iniciar el camino de la eliminación de la viruela en América. Un verdadero ejemplo para todos los países: unos niños salvaron a millones de personas y Zendal es considerada por la Organización Mundial de la Salud como la primera enfermera de la historia en misión humanitaria internacional. A este respecto, durante la pandemia de COVID-19, el 1 de diciembre de 2020, se inauguró en Madrid el Hospital de Emergencias Enfermera Isabel Zendal, recordando y reconociendo la gran labor por ella realizada.

Volviendo al presente, la trayectoria científica de Katalin Karikó se inicia a finales del siglo xx, en los inicios de la década de 1980 en Hungría y a partir de 1985 en los Estados Unidos, y fructifica en el siglo xxi. Se graduó en biología y bioquímica en el Centro de Investigaciones Biológicas de la Universidad de Szeged. Ya en 1984 dio el primer gran paso al sintetizar el ARN mensajero, pero su aplicación en la práctica se enfrentaba con dos problemas importantes: la inyección generaba una fuerte reacción inflamatoria originada por el sistema inmunitario y además, la instrucción genética que proporcionaba no conseguía producir la suficiente cantidad de proteína por parte de las células inmunitarias. Fueron necesarios muchos años de trabajo constante, entrega, fortaleza y grandes esfuerzos para que Karikó y Weissman consiguiesen, en Filadelfia, liderar un importante equipo de investigadores, solucionando estos problemas al obtener un ARN modificado (2005) y envolverlo en nanopartículas lipídicas (2014) que facilitasen su entrada en las células, y que posteriormente, se utilizarían en el desarrollo de las vacunas. Seis años más tarde, en 2020, se aprobaron las dos primeras vacunas frente al SARS-CoV-2 obtenidas con esta nueva tecnología del ARN mensajero. Una vacuna que Karinkó nos decía hace unos días (13 de marzo de 2021), en una entrevista en el diario La Vanguardia,que podría prevenir varias enfermedades, y que en el caso de la pandemia incluiría las variantes conocidas del SARS-CoV-2, una vacuna multivalente.

Karinkó se trasladó a los Estados Unidos con su familia en 1985, primero a Filadelfia para continuar sus estudios de doctorado y después como investigadora del ARN mensajero a la Universidad de Pensilvania, donde permaneció desde 1990 a pesar de que le iban denegando y rechazando todas las solicitudes de becas y de ayudas de financiación. Los evaluadores de sus proyectos consideraban que la terapéutica con ARN mensajero era muy arriesgada para invertir en ella por la gran reacción inflamatoria que producía y porque el ARN sería destruido antes de que llegase a actuar en las células. Esta situación duró un decenio.

La esperanza renació en el año 2000 cuando Drew Weissman, gran experto en el VIH y alumno de Anthony Fauci, que acababa de llegar a la Universidad de Pensilvania, invitó a Karinkó a trabajar en su laboratorio para intentar obtener una vacuna frente al VIH con su nueva tecnología.

En 2005 consiguen un ARN que, modificando la secuencia genética al cambiar la uridina por la pseudouridina, no genera una respuesta inmunitaria exagerada y facilita la producción de proteínas en grandes cantidades: el llamado ARN modificado. Por esto, cuando un grupo de investigadores de los Estados Unidos fundó una empresa en 2010, que compró los derechos sobre las patentes de Karikó y de Weissman, la denominó Moderna, acrónimo de ARN (RNA en inglés) modificado.

 Al mismo tiempo, una empresa alemana, BioNTech, fundada en 2008 por un matrimonio turco, los doctores Ugur Sahin y Özlem Türeci, adquirió varias patentes sobre el ARN modificado de Karikó y de Weissman para desarrollar vacunas contra el cáncer.

Weissman dirige en la actualidad el instituto público que ha desarrollado la vacuna junto a Moderna. Karikó, desde 2013 (30 años después de aquel 1984 inicial) desarrolla su actividad en BioNTech, que junto con Pfizer han investigado la otra vacuna autorizada, y actualmente es la vicepresidenta sénior de la biotecnológica alemana. Dos grandes investigadores cuya nueva tecnología en la fabricación de vacunas y de otros tratamientos ya está proporcionando grandes servicios a la humanidad y promete un gran futuro en otras enfermedades además de las infecciosas. 

La comunidad científica y el mundo entero deben reconocer la gran obra de Karikó y de Weissman. El premio Nobel sería una gran ocasión. 

Fernando Moraga-Llop

Vicepresidente primero de la AEV




En los estadios finales de la tormenta COVID-19, otra muy distinta se está preparando en Inglaterra

Algo se está cociendo y aumentan las críticas de los sanitarios en el Reino Unido. El director ejecutivo del The British Medical Journal se hace eco, en un editor choice, del malestar que embarga a la profesión médica en ese país.

Una vez que la vacunación de la población frente a la COVID-19 toma su ritmo, que aparecen datos muy positivos, que los fallecimientos están en franco descenso, que se apunta a la posibilidad de una tercera dosis (recuerdo) para agosto o septiembre, que algunos líderes políticos están recibiendo mensajes positivos de los medios de comunicación y que parece que repuntan en los sondeos, parece que lo peor, al menos en el Reino Unido, ha pasado, pero surge la pregunta: ¿hasta cuándo durarán esas placenteras sensaciones?

Lo que sucederá a continuación nadie lo puede conocer con exactitud, pero si el creciente malestar, las heridas y el agotamiento que padecen los profesionales sanitarios suponen alguna pista, parece que el problema se está macerando. Los servicios de salud ya estaban al borde del colapso y la moral estaba por los suelos y, ahora, los sanitarios tienen que enfrentarse con un acúmulo de casos de patologías por resolver, con pérdidas de moral y de salud mental, con problemas de falta de medios humanos, empeorados por el Brexit, con problemas con las pensiones, lo que profundizará en las inequidades en las minorías y con el desánimo al ver un presupuesto que desincentiva el gasto en los servicios públicos y que ignora los servicios sociales.

Un profundo sentido del deber, que les llevó a ser sanadores, ha sido el motor de los profesionales sanitarios para tratar de cumplir, con sangre, sudor y lágrimas, con las expectativas del cuidado de sus pacientes en un mundo de demanda ilimitada. Pero esa motivación se puso a prueba por vez primera con la crisis de los equipos de protección personal: el staff protegiéndose con bolsas de basura, arriesgando sus vidas, y el gobierno haciendo acopio de cosas inútiles fabricadas por firmas poco recomendables. Los países asiáticos y algunos de oriente medio respondieron mejor que el resto del mundo e, incluso, compartieron lo que habían aprendido de pandemias previas. No hubo secretismo, desde el control de fronteras a los equipos de protección personal, al equilibrio entre el control central y la provisión local y a la implantación de los test diagnósticos, del rastreo, de los aislamientos y de las estrategias de apoyo.

Y lo último de todo es la gran acusación a la política gubernamental del Reino Unido con tropiezos en todas las áreas por valor de 37.000 millones de libras esterlinas, ignorando la experiencia y los consejos. Ahora se empieza a comprender por qué los sanitarios, la mayoría mal pagados, no tienen tiempo para insinceros aplausos de aliento por parte de los ministros o para aplaudir el incremento salarial del 1% que simboliza cómo se valoran sus sacrificios.

¿Por cuánto tiempo se puede dar por descontada la buena voluntad de los profesionales de la salud? Algo está por venir y, probablemente, no es nada bueno.

Traducido y adaptado por José A. Navarro-Alonso M.D.

Pediatra. Comité Editorial A.E.V.

janavarroalonso@gmail.com




¿Hay unas vacunas mejores que otras?

A la vista de la aparición de opiniones que entran a valorar si hay vacunas frente a la COVID-19 que sean mejores que otras, profesionales de la University of Maryland Center for Vaccine Development and Global Health, publican en Clinical Infectious Diseases una excelente revisión en la que tratan las diferencias entre las distintas vacunas frente al virus y exponen los motivos por los que no se pueden comparar entre ellas. Básicamente las diferencias residirían, entre otras, en la población reclutada, en las cepas circulantes de SARS-CoV-2, en la fuerza de la infección, en la definición de los end-points, y en el momento de comenzar a medir la eficacia.

Características de la población a estudiar

La elección de los participantes en los ensayos incluye el que los resultados sean generalizables al resto de la población, la factibilidad del seguimiento, la presencia de comorbilidades y de otros determinantes de salud. Unos ensayos incluyen a pocas personas mayores en las que debe considerarse la gravedad como un end-point y otros, por su parte, incluyen a minorías raciales o étnicas pudiendo afectar a las estimaciones de la eficacia vacunal en función de la fuerza de la infección en esas comunidades.

Serostatusde los participantes

El número de personas con seropositividad basal al SARS-CoV-2, consistente con una exposición previa al virus, irá aumentado a medida que vaya pasando el tiempo, y, ello, puede impactar en el cálculo de la eficacia de la vacuna. Esto cobra más fuerza una vez que se ha comprobado como la infección actúa como una impregnación del sistema inmune (priming), lo que produce unas respuestas inmunes muy potentes al recibir una sola dosis de vacuna, comparado con los seronegativos basalmente. En los ensayos de las vacunas de mRNA y en las de vectores de chimpancé, se excluyeron los voluntarios que en los análisis primarios eran bien seropositivos o carecían de resultados al respecto.

Cepas del virus, su prevalencia y la dinámica de la transmisión

Las características de las cepas del SARS-CoV-2, sus nuevas variantes y la intensidad de la circulación difieren según los ensayos clínicos. La variante B.1.1.7, asociada con una mayor transmisibilidad y potencialmente más virulenta es ahora la prevalente en el Reino Unido. La B.1.351, aparecida por vez primera en Sudáfrica y que incluye cambios más significativos en la glicoproteína S, ha aparecido en los Estados Unidos en el mes de febrero, mientras que la P1, también más transmisible, ya se encuentra en veinte países.

Las vacunas se comportarán de manera distinta, en cuanto a su eficacia, a medida que aparezcan cepas más heterólogas y conforme continúe la pandemia, aparecerán nuevas cepas con mutaciones en la proteína S (spike). Estas mutaciones afectarán a la transmisión, a la virulencia y a las respuestas a las vacunas desarrolladas, y por tanto, supondrán un factor crítico en la determinación de la eficacia de las mismas en un mismo ensayo y entre ensayos.

Al margen de la cepa vírica, puede haber otros factores que afecten a la dinámica de la transmisión en un ensayo clínico o entre varios ensayos. La intensidad de la epidemia, el número de retos infecciosos al huésped y un mayor inóculo vírico pueden estar presentes en un ambiente de gran densidad poblacional. Por su parte, las intervenciones no farmacéuticas como el empleo de mascarillas pueden reducir el inóculo y podrían generar una respuesta inmune en el expuesto sin padecer enfermedad clínica significativa. Por consiguiente, podría resultar difícil diferenciar el efecto de las vacunas en evitar la COVID-19 con los efectos resultantes de la implementación de las medidas de mitigación.

Diseño del ensayo

Los end points también pueden ser distintos entre ensayos, ya que pueden medir casos asintomáticos, pre-sintomáticos, leves, moderados, graves y críticos. Pero incluso aunque los ensayos midan lo mismo, puede variar cómo se monitorizan, recogen y analizan los síntomas, así como su especificidad, y todo ello, puede modificar el momento en el que se evalúan los casos o cuándo cumplen con los criterios de gravedad.

Momento de la evaluación de la eficacia

También impacta en la interpretación de los resultados el momento en el que se mide la eficacia de la vacuna. Esta puede ser radicalmente diferentes si los end-points se recogen al día siguiente de la vacunación o a partir de las dos semanas tras haber recibido la segunda dosis de vacuna. Si, además, extendemos el periodo de medición unos pocos meses, nos podemos encontrar con una inmunidad menguante (waning) y con la aparición de nuevos virus mutados que pueden dar lugar a una reducción de la eficacia.

Como últimas consideraciones, los autores se afirman en que el éxito de los programas de vacunación, en última instancia, se miden por la capacidad de evitar la enfermedad y no por la capacidad de alcanzar una alta eficacia en un ensayo clínico aleatorio. Las vacunas con una eficacia moderada frente a la enfermedad, que sean capaces de llegar a amplios segmentos de la población al carecer de problemas de suministro, que se administren en una sola dosis, que tengan una logística sencilla o una gran aceptabilidad, proporcionarán sustanciales ganancias en aras de la salud pública.

Traducido y adaptado por José A. Navarro-Alonso M.D.

Pediatra. Comité Editorial A.E.V.

janavarroalonso@gmail.com




Las vacunas de ARNm en la embarazada y el paso transplacentario de anticuerpos

Hasta la fecha, no se dispone de datos en relación a la vacunación de la embarazada frente al SARS-CoV-2 en términos de seguridad y eficacia, y tampoco en relación al grado de inmunidad transplacentaria pasiva inducida por la vacunación materna. En cuanto a las madres que padecieron COVID-19 durante el embarazo, los resultados son conflictivos ya que algunos autores sugieren que el paso de anticuerpos por la placenta pudiera verse comprometido, lo que cuestionaría el papel de la vacunación de la gestante para proteger al bebé.

En una publicación preprint y no revisada por pares, científicos israelitas han evaluado la respuesta serológica tras la vacunación de la embarazada con ARN mensajero (ARNm) y el subsiguiente paso transplacentario de anticuerpos al neonato. El estudio se llevó a cabo en veinte parturientas con una media de edad de 32 años y una edad gestacional de 393/7 semanas. El tiempo medio transcurrido entre la primera y la segunda dosis de vacuna en relación al momento del parto fue de 33 y 11 días, respectivamente. De las 20 parejas, todas las madres y todos los bebés fueron positivos para los anticuerpos IgG anti-S y para la IgG anti-RBD. Los niveles de IgG para ambos antígenos en el suero materno se correlacionaron significativamente con las respectivas concentraciones en sangre de cordón. Adicionalmente, los títulos de ambos anticuerpos se correlacionaron de forma directa y significativa con el tiempo transcurrido desde la recepción de la primera dosis. La administración materna de vacunas de ARNm puede proteger tanto a la madre como al neonato.

Aunque los resultados son alentadores, según los autores, todavía quedan varias preguntas para las que todavía no se dispone de respuesta. Primera, el momento óptimo de la vacunación de la embarazada, y como quiera que en este estudio todas se vacunaron en el tercer trimestre, la pregunta es si una vacunación más precoz resultaría en unas concentraciones similares de anticuerpos. En base a la cinética de las respuestas serológicas observadas en las gestantes que padecieron COVID-19 y en personas no embarazadas que recibieron una vacuna de ARNm, algunos autores sugieren que la vacunación materna al inicio del segundo trimestre podría ser el momento ideal a la hora de conferir protección a la madre e inmunidad al neonato. En segundo lugar, está por conocer la duración de los anticuerpos pasivos y el papel de la lactancia materna para mantener la inmunidad neonatal. Por último, hacen falta estudios con más población para evaluar con mayor profundidad la eficacia y la seguridad de las diferentes vacunas durante el embarazo.

Traducido y adaptado por José A. Navarro-Alonso M.D.

Pediatra. Comité Editorial A.E.V.

janavarroalonso@gmail.com