50 años del Programa Ampliado de Inmunización (PAI)

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció en 1974 el Programa Ampliado de Inmunización (PAI; en inglés EPI, Expanded Program Inmunization) para proteger a los niños de todos los países mediante la vacu­nación contra seis enfermedades (BCG, DTP, poliomielitis y sarampión).

El PAI se inició con el objetivo de proporcionar acceso universal a las vacunas que salvan vidas para los niños de todo el mundo. Este programa se conoce ahora como Programa Esencial de Inmunización. A través de esfuerzos de colaboración entre socios como la OMS, UNICEF, Gavi y otros, el PAI puede fortalecer aún más su impacto, asegurando que la inmunización esencial siga siendo una prioridad global y continúe salvando vidas a lo largo de generaciones.

En los 50 años transcurridos se han introducido otras seis vacunas sistemá­ticas (hepatitis B, Haemophilus influenzae tipo b, antineumocócica conju­gada, rubeola, rotavirus y VPH en la niñas), sumando un total de 12 va­cunas. Además, se añadió la vacuna frente a la COVID-19 en los adultos.

En marzo de 2023 se establecieron otros grupos de vacunas para situa­ciones y circunstanciales especiales:

  • Recomendaciones para ciertas regiones: encefalitis japonesa, fiebre ama­rilla y encefalitis transmitida por garrapatas producida por el virus TBE.
  • Recomendaciones para algunas poblaciones de alto riesgo: fiebre tifoi­dea, cólera, meningococo (A, C y ACWY), hepatitis A, rabia, dengue y malaria.
  • Otras recomendaciones para programas de inmunización con ciertas características: parotiditis, gripe y varicela.

El 50 aniversario del PAI, que se celebra este año 2024, será una opor­tunidad, indica Kite O’Brien, directora del Departamento de Inmunización, Vacunas y Productos Biológicos de la OMS, no solo para reflexionar sobre los logros pasados, sino también para establecer objetivos ambiciosos de futuro, que quizá sea lo más importante.

     

Fernando Moraga-Llop                                                                                            Vocal sénior y portavoz de la AEV




Bicentenario de la muerte de Edward Jenner, padre de la vacunología y de la inmunología

«¿Por qué teorizar? ¿Por qué no intentar el experimento?»

(John Hunter, del Hospital St. George, en una carta a su discípulo Jenner)

Sarah Nelmes. lesiones de viruela vacuna

Cuando a finales del Siglo XVIII la viruela hacía estragos en toda Europa, Jenner constató un hecho que la experiencia popular conocía, aunque no entendía, y que afectaba a los cuidadores del ganado vacuno que se dedicaban a ordeñar. «Yo no puedo tener la viruela humana porque he padecido la viruela de las vacas», decía una ordeñadora de Berkeley en 1768, en presencia de Jenner. Era una creencia popular que la infección, padecida por granjeros y lecheras por contagio de las vacas, proceso denominado cow pox (variolae vaccinae), enfermedad siempre benigna, era capaz de proporcionar una defensa eficaz contra la viruela humana, la small pox.

Edward Jenner fue el octavo hijo del reverendo Stephen Jenner, vicario de Berkeley, que falleció, al igual que su esposa, cuando él contaba 5 años de edad. En este pueblo de la campiña del condado de Gloucestershire, en Inglaterra, fue donde Jenner nació el 17 de mayo de 1749, vivió, ejerció como médico y murió, a los 73 años, el 26 de enero de 1823.

 

Las vacas padecían en la piel de sus ubres una enfermedad pustulosa, la viruela vacuna, que se contagiaba a los ordeñadores, en quienes se manifestaba en sus manos como una enfermedad similar, con una pústula que se recubría de costra, se acompañaba de fiebre ligera y malestar generalizado, y curaba pronto sin complicaciones. Las personas que habían sufrido la viruela vacuna no padecían la viruela humana cuando esta aparecía en forma epidémica en la población. Las ordeñadoras de las vacas habían contraído una enfermedad «protectora» por contacto con esos animales, que las prevenía frente a la viruela, es decir, quedaban inmunizadas.

Con anterioridad a Jenner hay que citar que Jobst Bose en 1769, Benjamín Jesty en 1774 y Jensen y Plett en 1791 practicaron las primeras experiencias, a modo de observaciones aisladas, que abandonaron al observar alguna reacción grave. Jenner, por el contrario, realizó una experimentación sistemática tras la observación de que las personas habían adquirido una enfermedad protectora: inducía una enfermedad leve para proteger de una enfermedad grave. Jenner intuyó que debía existir una relación entre la viruela de las vacas y la viruela humana. Esta idea condujo sus investigaciones durante varios años, desde 1775, cuya culminación ocurrió el 14 de mayo de 1796 y el protagonista fue un niño de 8 años llamado James Phipps, hijo de su jardinero.

Ese día Jenner tomó con una lanceta una parte del contenido de una pústula de viruela vacuna de la muñeca izquierda de una ordeñadora, Sarah Nelmes, y la inoculó en el brazo derecho de James Phipps mediante dos pequeñas incisiones. A los 7 días de la inoculación, el niño comenzó a presentar manifestaciones clínicas de la enfermedad de las vacas, como malestar en la axila del brazo derecho, fiebre, escalofríos, dolor de cabeza y anorexia, y a los 9 días apareció una pústula en el lugar de las incisiones, que se cubrió de una costra, la cual se despegó al cabo de unas semanas y dejó una cicatriz.

Seis semanas más tarde, el 1 de julio, una vez curado James, Jenner recogió linfa de una de las pústulas de un enfermo de viruela humana y la inoculó en el otro brazo del niño, haciendo unas escarificaciones para asegurarse de su entrada en la sangre. James no presentó manifestaciones de viruela. De esta forma se podía vencer ya esta terrible enfermedad y se iniciaba uno de los grandes capítulos de la medicina preventiva, con la primera vacuna frente a una enfermedad que hasta el momento actual es la única inmunoprevenible que ha sido erradicada en los humanos.

Unos meses después, para asegurarse aún más, Jenner volvió a inocular material de viruela en los brazos del niño, y de nuevo este no padeció la infección. Pasado algún tiempo, Jenner mandó construir en agradecimiento una pequeña casa para su abnegado paciente.

A partir de su descubrimiento empezó para Jenner un verdadero calvario de incomprensiones y desprecios, sucediéndose las discusiones entre los detractores y los propugnadores de la vacunación. La Royal Society de Londres rechazó su primer trabajo en 1797, que finalmente fue publicado en 1798 pagando Jenner la edición, en un libro titulado An inquiry into the causes and effects of the variolae vaccinae, a disease discovered in some of the Western countries of England, particularly Gloucestershire and known by the name of the cow-pox, que se difundió desde Inglaterra a Suiza y luego al resto de Europa y Norteamérica.

Jenner fue premiado por el Parlamento inglés con 10.000 libras esterlinas en 1802 y 20.000 en 1807. En 1813 fue nombrado Doctor por la Universidad de Oxford, y 50 años después, en 1857, el Parlamento decretó que se erigiera un monumento al insigne médico y cirujano en Trafalgar Square, a la sombra del obelisco dedicado al almirante Nelson, que fue trasladado a los jardines Kensington  en 1862 por las presiones de los antivacunas. En 1803 se creó en Londres la Royal Jennerian Society, encargada de la difusión de la vacuna que dio lugar a una disminución importante de la tasa de mortalidad por la viruela.

Durante toda su vida Jenner destacó por su amor a las ciencias de la naturaleza, sobre todo a la botánica y la ornitología; precisamente, uno de sus últimos trabajos fue un estudio sobre las migraciones estacionales de ciertas aves.

Jenner prosiguió su trabajo en favor de la vacuna, sin olvidar su propia actividad como médico y cirujano, hasta 1815, cuando la muerte de su esposa, enferma de tuberculosis, le afectó hasta tal punto que se retiró de la vida pública hasta su muerte, el 26 de enero de 1823 en su pueblo natal, víctima de un accidente vascular cerebral.

La vacunación fue durante un siglo una medida preventiva frente a una sola enfermedad, la viruela, pero hoy, 227 años después, disponemos de más de 33 vacunas para la prevención de infecciones producidas por otros tantos microorganismos.

Edward Jenner, por la observación clínica de las ordeñadoras y la experimentación sistemática realizada con la inoculación del material de las pústulas es, con todo merecimiento, el padre de la inmunología y de la vacunología.

 

   Fernando Moraga-Llop

 

Jenner inoculando a James Phipps (14-5-1796)





Katalin Karikó: una investigadora excepcional en tiempos de pandemia

Recientemente se han desarrollando en todo el mundo numerosos actos conmemorativos del Día Internacional de la Mujer, que tienen como fin alcanzar la deseada igualdad de mujeres y hombres. ¿Cuál es el papel de las científicas en el campo de la vacunología? Únicamente quiero centrarme en la actual pandemia, y en concreto, en la vacunación, que es la gran herramienta de prevención que debe conducir al control de la enfermedad, iniciada en este 2021, año que sin lugar a dudas debería ser bautizado como el «Año de la vacuna». 

En este contexto destaca la figura de Katalin Karikó, bioquímica húngara, nacida el 17 de enero de 1955 en la ciudad de Szolnok, como verdadera precursora de las dos primeras vacunas autorizadas frente al SARS-CoV-2 y fabricadas con la nueva tecnología de ARN mensajero, que han demostrado su seguridad y eficacia, así como su impacto en algunos países y entornos donde ya se ha vacunado extensamente con ellas. Esta nueva plataforma vacunal se puede ampliar en un futuro próximo a otros agentes infecciosos, algunos de los cuales ya están en fase de investigación (virus de la inmunodeficiencia humana [VIH], gripe estacional, gripe universal, herpes genital), y la nueva tecnología se está extendiendo, más allá del campo de la infectología, a la terapéutica oncológica y de las enfermedades autoinmunitarias.

Como antecedente histórico, quiero citar a otras dos mujeres que contribuyeron de forma importante en la inmunización en los dos primeros siglos de la historia de la vacunología: Lady Mary Wortley Montagu, en el siglo xviii,e Isabel Zendal Gómez, en el siglo xix. La primera fue pionera en la variolización, procedimiento anterior a la vacuna de Jenner. Debido al entusiasmo y a los persistentes esfuerzos de Lady Montagu, esposa del embajador británico en Constantinopla en 1717, la variolización (una práctica originaria de China y la India que se fue extendiendo por toda Asia) se introdujo en Inglaterra y de allí se extendió al resto de Europa. Una mujer excepcional.

Para probar la eficacia del procedimiento hizo variolizar a su hijo Edward, de 3 años, por una mujer griega bajo la inspección del médico de la embajada. Al regresar a Inglaterra hizo variolizar a su hija bajo la inspección de tres médicos del Royal College of Physicians, uno de los cuales también decidió variolizar a su hijo de 6 años. Después de ser inoculadas con éxito dos princesas de sangre real, la variolización empezó a extenderse por todo el país y, a partir de 1749, desde Ginebra, también por el continente europeo. Esta práctica alcanzó gran popularidad, hasta que empezó a perder aceptación por los peligros que comportaba. Medio siglo después, en 1796, Edward Jenner hizo el trascendental descubrimiento de la vacuna antivariólica.

Uno de los hechos más trascendentes desde el punto de vista de la prevención, de la salud pública y de la entrega y del amor a los demás fue La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna que se inició en 1801. La introducción de la vacuna de la viruela fue una de las misiones sanitarias más importantes de la historia, el primer ejemplo de campaña de vacunación masiva. Esta loable misión científica y humanitaria tuvo tres principales responsables: el alicantino Francisco Javier de Balmis y Berenguer (director médico), el catalán Josep Salvany i Lleopart (subdirector médico y posteriormente director de la rama de la expedición que se dirigió a América del Sur) y la gallega Isabel Zendal Gómez (enfermera, cuyo nombre, como curiosidad, tiene más de 30 versiones escritas en las diferentes citas bibliográficas). La finalidad de esta expedición fue transportar la vacuna de la viruela al continente americano, conservando la linfa vacunal durante el viaje mediante el paso directo de persona a persona, concretamente 22 niños de 3 a 9 años de edad, 18 de ellos de la Casa de Expósitos de A Coruña, que no habían padecido la viruela, tutelados por su rectora Isabel Zendal, quien durante la travesía los asistió, aseó y cuidó. «Brazo a brazo» estos niños llevaron el fluido que permitió iniciar el camino de la eliminación de la viruela en América. Un verdadero ejemplo para todos los países: unos niños salvaron a millones de personas y Zendal es considerada por la Organización Mundial de la Salud como la primera enfermera de la historia en misión humanitaria internacional. A este respecto, durante la pandemia de COVID-19, el 1 de diciembre de 2020, se inauguró en Madrid el Hospital de Emergencias Enfermera Isabel Zendal, recordando y reconociendo la gran labor por ella realizada.

Volviendo al presente, la trayectoria científica de Katalin Karikó se inicia a finales del siglo xx, en los inicios de la década de 1980 en Hungría y a partir de 1985 en los Estados Unidos, y fructifica en el siglo xxi. Se graduó en biología y bioquímica en el Centro de Investigaciones Biológicas de la Universidad de Szeged. Ya en 1984 dio el primer gran paso al sintetizar el ARN mensajero, pero su aplicación en la práctica se enfrentaba con dos problemas importantes: la inyección generaba una fuerte reacción inflamatoria originada por el sistema inmunitario y además, la instrucción genética que proporcionaba no conseguía producir la suficiente cantidad de proteína por parte de las células inmunitarias. Fueron necesarios muchos años de trabajo constante, entrega, fortaleza y grandes esfuerzos para que Karikó y Weissman consiguiesen, en Filadelfia, liderar un importante equipo de investigadores, solucionando estos problemas al obtener un ARN modificado (2005) y envolverlo en nanopartículas lipídicas (2014) que facilitasen su entrada en las células, y que posteriormente, se utilizarían en el desarrollo de las vacunas. Seis años más tarde, en 2020, se aprobaron las dos primeras vacunas frente al SARS-CoV-2 obtenidas con esta nueva tecnología del ARN mensajero. Una vacuna que Karinkó nos decía hace unos días (13 de marzo de 2021), en una entrevista en el diario La Vanguardia,que podría prevenir varias enfermedades, y que en el caso de la pandemia incluiría las variantes conocidas del SARS-CoV-2, una vacuna multivalente.

Karinkó se trasladó a los Estados Unidos con su familia en 1985, primero a Filadelfia para continuar sus estudios de doctorado y después como investigadora del ARN mensajero a la Universidad de Pensilvania, donde permaneció desde 1990 a pesar de que le iban denegando y rechazando todas las solicitudes de becas y de ayudas de financiación. Los evaluadores de sus proyectos consideraban que la terapéutica con ARN mensajero era muy arriesgada para invertir en ella por la gran reacción inflamatoria que producía y porque el ARN sería destruido antes de que llegase a actuar en las células. Esta situación duró un decenio.

La esperanza renació en el año 2000 cuando Drew Weissman, gran experto en el VIH y alumno de Anthony Fauci, que acababa de llegar a la Universidad de Pensilvania, invitó a Karinkó a trabajar en su laboratorio para intentar obtener una vacuna frente al VIH con su nueva tecnología.

En 2005 consiguen un ARN que, modificando la secuencia genética al cambiar la uridina por la pseudouridina, no genera una respuesta inmunitaria exagerada y facilita la producción de proteínas en grandes cantidades: el llamado ARN modificado. Por esto, cuando un grupo de investigadores de los Estados Unidos fundó una empresa en 2010, que compró los derechos sobre las patentes de Karikó y de Weissman, la denominó Moderna, acrónimo de ARN (RNA en inglés) modificado.

 Al mismo tiempo, una empresa alemana, BioNTech, fundada en 2008 por un matrimonio turco, los doctores Ugur Sahin y Özlem Türeci, adquirió varias patentes sobre el ARN modificado de Karikó y de Weissman para desarrollar vacunas contra el cáncer.

Weissman dirige en la actualidad el instituto público que ha desarrollado la vacuna junto a Moderna. Karikó, desde 2013 (30 años después de aquel 1984 inicial) desarrolla su actividad en BioNTech, que junto con Pfizer han investigado la otra vacuna autorizada, y actualmente es la vicepresidenta sénior de la biotecnológica alemana. Dos grandes investigadores cuya nueva tecnología en la fabricación de vacunas y de otros tratamientos ya está proporcionando grandes servicios a la humanidad y promete un gran futuro en otras enfermedades además de las infecciosas. 

La comunidad científica y el mundo entero deben reconocer la gran obra de Karikó y de Weissman. El premio Nobel sería una gran ocasión. 

Fernando Moraga-Llop

Vicepresidente primero de la AEV




Un mundo sin cáncer de cuello uterino – La estrategia 90-70-90

 

 

El 17 de noviembre, la OMS hará el lanzamiento oficial de la estrategia mundial para acelerar su eliminación

«Un mundo en el que todas las personas, en todas partes y
a todas las edades, se beneficien plenamente de
las vacunas para su salud y bienestar.»     
(OMS, «Agenda de Inmunización 2030», febrero 2020.)

La Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de proponer un reto para el decenio 2021-2030: la estrategia mundial para acelerar la eliminación del cáncer de cuello uterino como problema de salud pública. En 2020, primero el comité ejecutivo de la OMS, en enero, y después la Asamblea Mundial de la Salud, en agosto, aprobaron esta estrategia cuyo lanzamiento formal se presentará el 17 de noviembre, tras la clausura de la 73ª Asamblea Mundial de la Salud, que se celebrará esta vez de forma virtual. 

El cáncer de cuello uterino es el cuarto tipo de cáncer más frecuente en las mujeres en todo el mundo. Cada año se producen más de medio millón de nuevos casos y mueren más de 300.000 mujeres, con un gran predominio, hasta el 85%, en los países de media y baja renta.

La historia de un éxito, el de la prevención del cáncer de cuello uterino, se inicia en los años 1950 con los programas de cribado poblacional basados en la citología. En la década de 1990 se estableció la relación epidemiológica causal entre el virus del papiloma humano (VPH), que Harald zur Hausen había identificado unos años antes, y el cáncer de cuello uterino. A partir de 2006 se autorizan en el mundo las dos primeras vacunas preventivas, la tetravalente y la bivalente, que diez años después se vieron ampliadas con la nonavalente. En 2007, en España, el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud incluyó la vacunación sistemática de las niñas de una sola cohorte, a elegir entre las de 11-14 años. En 2008 se concedió el Premio Nobel de Fisiología y Medicina a zur Hausen por el descubrimiento del VPH y la demostración de que su infección es una causa necesaria, pero no suficiente, en la patogénesis del cáncer de cuello uterino. En 2009, la OMS recomendó la vacunación sistemática frente al VPH, y en 2013 se implementaron programas de vacunación en países en vías de desarrollo gracias a la colaboración de la Global Alliance for Vaccines and Immunization (GAVI) y la United Nations International Children’s Emergency Fund (UNICEF). En mayo de 2018, la OMS declaró el cáncer de cuello uterino eliminable y pasó a considerarlo una prioridad de salud pública.

El umbral que contempla la estrategia para poder declarar que se ha eliminado el cáncer de cuello uterino de un país se ha determinado en una tasa de incidencia inferior a cuatro nuevos casos diagnosticados por 100.000 mujeres-año. Los tres pilares para lograr la eliminación son la prevención primaria, la secundaria y la terciaria, que deben alcanzar unos objetivos para el año 2030 en todos los países, los cuales conforman la estrategia que se denomina «90-70-90».

El primero de los tres pilares, la prevención primaria, requiere la introducción de la vacuna contra el VPH en todos los países para evitar la infección, con la finalidad de lograr una cobertura del 90% en todas las mujeres antes de cumplir los 15 años (de 9 a 14 años), con una pauta de vacunación completa. Teniendo en cuenta que el porcentaje de introducción de esta vacuna en los Estados Miembros es actualmente del 55% y que la cobertura media de la vacunación contra el VPH es de tan solo el 54%, en los 10 próximos años se requerirán inversiones considerables para introducir la vacuna en los países de ingresos bajos y medianos, así como mejoras en los programas para alcanzar una cobertura del 90% (OMS. Disponible en: https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/immunization-coverage). Una estrategia de prevención integral debe incluir también una información apropiada por edades sobre salud sexual y reproductiva, prácticas sexuales más seguras (como el uso de preservativos) y el abandono del tabaco.

La prevención secundaria consiste en detectar precozmente las lesiones precancerosas y el cáncer en estadios precoces, y esta estrategia tiene como objetivo que el 70% de las mujeres sean examinadas mediante una prueba de alta precisión, equivalente o superior a la del VPH, antes de los 35 años y una vez más antes de los 45 años. 

Por último, la prevención terciaria tiene por finalidad conseguir un buen diagnóstico, un adecuado tratamiento y un correcto seguimiento que logren aumentar la supervivencia y la calidad de vida de las mujeres con cáncer de cuello uterino, incluyendo el acceso a los cuidados paliativos. En este aspecto, el objetivo es que el 90% de las mujeres con lesiones precancerosas y con cánceres invasivos tengan acceso a un tratamiento, un control y un seguimiento adecuados. 

Para lograr el máximo impacto, las intervenciones encaminadas a alcanzar estos tres objetivos deben realizarse de manera simultánea y a la escala apropiada. Poner en práctica los tres pilares de la estrategia contribuirá a la reducción inmediata y acelerada de las tasas de mortalidad debidas a los cánceres invasivos. La incidencia disminuirá gradualmente por la aplicación a gran escala de servicios de detección y tratamiento basados en la población, y por la vacunación contra el VPH, que ofrece protección a las niñas contra el cáncer de cuello uterino (OMS. Disponible en: https://apps.who.int/gb/ebwha/pdf_files/WHA73/A73_R2-sp.pdf).

Con esta estrategia mundial que la OMS presenta se ve posible la eliminación del cáncer de cuello uterino como un problema de salud pública a finales de siglo. Para lograrlo es fundamental alcanzar coberturas de vacunación y de cribado elevadas. Se estima que si se consigue implementar la triple estrategia 90-70-90 en 2030, para 2050 ya podría haber disminuido a la mitad la incidencia del cáncer de cuello uterino, y en los próximos 100 años se evitarán más de 74 millones de casos de este cáncer y se salvarán más de 62 millones de vidas de mujeres. Un gran triunfo de la vacunología y de la medicina preventiva.

Fernando Moraga-Llop

Pediatra. Vicepresidente primero de la Asociación Española de Vacunología. Barcelona.

 

 

 

 




La AEV se suma a otras sociedades científicas en la elaboración de un manifiesto para demandar una respuesta a la COVID-19 «coordinada, equitativa y basada en la evidencia científica»

Un total de 55 sociedades científicas, entre las que se encuentra la Asociación Española de Vacunología, han suscrito un Manifiesto demandando a las administraciones españolas una respuesta a la COVID-19 “coordinada, equitativa y basada en la evidencia científica”. La presentación de este documento, se ha producido en la clausura del I Congreso Nacional COVID-19, que durante siete días ha acogido la puesta en común de todo el conocimiento científico acumulado sobre la pandemia en España a lo largo de estos últimos seis meses, expuesto todo ello a través de 23 mesas redondas, 11 conferencias especiales y más de 400 trabajos de investigación en forma de posters y comunicaciones orales.

El objetivo de este Manifiesto, detrás del cual están los 171.656 profesionales sanitarios representados por estas 55 sociedades científicas, es ofrecer a las autoridades sanitarias y la opinión pública españoles un documento de reflexión para “mejorar la gestión de la pandemia en nuestro país”, a través de doce recomendaciones o pautas de actuación que van desde la necesidad de guiar la toma de decisiones por “criterios estrictamente sanitarios, basados en la mejor evidencia científica disponible, y desligados de cualquier otro interés que no atienda al interés general de la población” hasta “garantizar la coordinación territorial” y “una protocolización nacional de mínimos”, pasando por el rechazo a la discriminación de edad y de cualquier otro tipo en “el acceso equitativo de la ciudadanía a los recursos sanitarios, preventivos y terapéuticos más adecuados que requiera su situación clínica”.

 

Lea el Manifiesto Completo

 




Colonialismo, trasiegos y dualidades: la fiebre amarilla

Octubre 2007

Autores:

José Tuellsaa,b, Paloma Massócc

a Departamento de Enfermería Comunitaria, Medicina Preventiva y Salud Pública e Historia de la Ciencia. Universidad de Alicante. (tuells@ua.es)
b Centro de Vacunación Internacional de Alicante, Sanidad Exterior, Ministerio de Sanidad y Consumo.
c Departamento de Salud Pública, Historia de la Medicina y Ginecología. Universidad Miguel Hernández.

Palabra clave: Fiebre amarilla

Este artículo ha sido publicado en la revista Vacunas, 2006; 7 (4): 186-196

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Durante más de dos siglos (XVII a XIX) la fiebre amarilla constituyó una misteriosa enfermedad que asoló las zonas tropicales de América y África causando epidemias de elevada mortandad. A comienzos del siglo XX distintas investigaciones permitieron identificar su mecanismo de transmisión, el agente causal, la manera de combatirla con medidas de saneamiento y, finalmente, se pudo disponer de una vacuna eficaz para prevenirla. La historia de la fiebre amarilla está hecha de nombres y leyendas, asociada a los viajes marítimos, a la pugna entre potencias mundiales por expandir sus zonas de influencia, al desarrollo comercial, al colonialismo y a la competencia entre investigadores por encontrarle remedio.

En busca de lugares propicios

Resulta un enigma que la fiebre amarilla decidiera ocupar unos territorios tan concretos, que desapareciera espontáneamente de algunos de ellos y que ocultara siempre dónde apareció por primera vez. En ocasiones hizo intentos para ampliar sus áreas de predominio, pero acabó circunscrita a las islas del Caribe, Centroamérica y el África occidental. Un misterio añadido es que nunca se dejó ver en Asia y Australasia1.

Las noticias iniciales sobre la emergencia de la fiebre amarilla en el Caribe son confusas. Los diagnósticos eran inciertos, enfermedades con el nombre de “calenturas”, “pestilencias”, “fiebres malignas” o “modorra” causaron epidemias tras la llegada de los conquistadores al Nuevo Mundo; entre ellas se ha querido incluir a la fiebre amarilla. Las primeras descripciones que la identifican formalmente señalan su aparición en las Barbados (1647), Guadalupe, Cuba, extendiéndose al resto de las Antillas (1648-1650)1-7. La epidemia también aparece en la costa del Yucatán (1648), donde la relata el fraile franciscano, Diego López de Cogolludo “los pacientes sufrían un intenso dolor de cabeza y vomitaban sangre, la mayoría morían al quinto día”1.

Texto de Romay sobre la fiebre amarilla (1797)

La enfermedad afectó a los españoles instalados en las ciudades de Mérida y Campeche. En un manuscrito Maya de la época, los cronistas la denominan xekik (vómito de sangre) manifestando que se trataba de un castigo divino contra los colonos invasores1,7,8.

Los nombres que ha recibido apelan a una asociación de imágenes con “el color amarillo que suelen presentar los enfermos y de los materiales acafetados o negruzcos que también arrojan a veces por vómito”9, de ahí el nombre dado en español de “fiebre amarilla” o el más popular en los siglos XVII y XVIII de “vómito negro”7,9-12.

Se la conoció además como tifo americano, tifo icterodes, tifo amarillo, tifo de los trópicos, vómito prieto, vómitos de borras, coup de barre o mal de Siam, éste último a causa de un malentendido.

Una epidemia desencadenada en la Martinica se atribuyó a la llegada del navío “Oriflamme” que procedía de Siam, aunque el contagio de los tripulantes ocurrió durante una escala que habían hecho en Brasil, lo que indujo el error13.

Los ingleses la llamaron “Yellow Jack”, nombre derivado no tanto del color amarillo que tomaban los enfermos, sino de la bandera amarilla utilizada para señalar a los barcos, lazaretos u hospitales navales sometidos a cuarentena por la presencia de alguna enfermedad infecciosa.

Finlay encabezaba uno de sus trabajos dando la siguiente descripción: “La fiebre amarilla (vómito negro, fièvre jaune, typhus amaril, typhus icterode, haemogastric pestilence, gelbes fieber, yellow fever, fiebre gialla, febris flava) es una enfermedad infecciosa aguda y contagiosa, caracterizada clínicamente por fiebre, albuminuria, hemorragias, hematemesis o vómitos negros e ictericia. Como endemia duradera no se observa sino en ciertas localidades de las costas del Atlántico o en las islas de la América tropical y en África, pero a beneficio del tráfico por mar y tierra, puede ser transportada a otras regiones que no estén muy elevadas, con relación al nivel del mar, y cuya temperatura se mantenga entre 20 y 30 °C."11.

Pinckard, médico inglés que la padeció en 1806, relató su propia experiencia como: “la luz era intolerable y las pulsaciones de la cabeza y los ojos eran sumamente dolorosas, produciendo la sensación de que 3 o 4 garfios estuvieran enganchados en cada globo ocular y una persona detrás de mí, los hundiera en la cabeza arrancándolos de sus órbitas, las pantorrillas daban la sensación de que unos perros las royeran hasta el hueso, ningún sitio, ninguna posición, daba un momento de respiro”6.

Las epidemias de fiebre amarilla, con epicentro en el mar Caribe (Antillas, Jamaica, Guayana, Surinam, Puerto Rico), se extendieron en varias direcciones a lo largo de dos siglos y medio, vehiculizadas por barcos, vía marítima o fluvial, de un puerto a otro.


El vómito negro

Hacia América Central y del Sur, fueron alcanzando en diversas oleadas, México (Veracruz, 1699, 1725, etc.), Venezuela (Caracas, 1793, etc.), Colombia (1830, etc.), Brasil (Río, 1850, etc.), Honduras (1860), San Salvador (1868), Nicaragua (1868), en ocasiones con tasas de mortalidad muy elevadas.

En 1802, Napoleón envía 30.000 hombres al mando del general Leclerc a la isla de Santo Domingo para sofocar una revuelta, la mayoría de los cuales, incluyendo al general, sucumben a una terrible epidemia de fiebre amarilla.

América del Norte sufrió los envites epidémicos desde 1668 (Nueva York, Filadelfia, Charleston, 1690, Boston, 1691, Norfolk, New Haven, Baltimore, Nueva Orleans etc.). En el curso de la historia, Filadelfia sufrió 20 epidemias, Nueva York, 15, Boston, 8 y Baltimore, 7. Entre 1740 y 1860 fue endémica en el sur de EEUU y México.

En África hay antecedentes de enfermedades compatibles con la fiebre amarilla durante el siglo XVII en Santo Tomé y Cabo Verde. Una posible descripción clínica fue realizada por un cirujano portugués del ejército, Aleixo de Abreu, que la padeció y luego trató casos en Luanda entre 1594-16061. Se considera, no obstante, que el primer informe fundamentado en pruebas epidemiológicas es el realizado por James Lind sobre una epidemia ocurrida en un barco a lo largo de la costa de Senegal en 1768.

Posteriormente, Schotte efectuó una descripción clínica sobre otra epidemia similar (1778) en el mismo país: “los vómitos continuaban, eran verdes, marrones y luego negros, coagulando en pequeños grumos… una diarrea permanente, acompañada de cólicos aparecía entonces, provocando la emisión de heces negras y pútridas… la piel se cubría de petequias”4. Durante el siglo XIX, toda la costa occidental africana sufrió brotes epidémicos, Senegal, Sierra Leona, Fernando Poo, Gambia, Lagos, Angola, etc., que en ocasiones, siguiendo las líneas de ferrocarril, llegaron a países del interior (Sudán, 1901).

España y Portugal fueron la puerta de entrada de la fiebre amarilla en Europa. Desde 1700, Gibraltar, Cádiz, Lisboa, Málaga, son las primeras ciudades en sufrir la enfermedad. En 1730, un brote de “vómito prieto” iniciado en Cartagena se expande por todo el continente, ciudades de Francia, Italia, Alemania, Dinamarca, hasta Suecia y Rusia, se verán afectadas durante un quinquenio.

El siglo XIX será prodigo en epidemias, Brest, Cádiz (1802, extendiéndose a Córdoba, Granada, Valencia y Cataluña), Livorno, Dublín, Oporto, Swansea, Southampton. La epidemia de Barcelona de 1821, tuvo una fuerte repercusión mediática por los estragos que produjo y el miedo a que se extendiera de nuevo por Europa14.

También la tuvo la de 1870 en la misma ciudad, que se propagó hacia el sur, llegando a Alicante y la de 1878 en Madrid4. La península ibérica fue el principal reducto europeo de fiebre amarilla.

 
Texto sobre la epidemia de Barcelona (1821)

 
Texto de Evaristo Manero sobre la epidemia en Alicante (1870)

 

Colonos, azúcar y esclavos

La historia de la fiebre amarilla se asocia a la aventura, a un “cierto sabor romántico” según Macfarlane Burnett5. Con epicentro en el mar Caribe, parecía que brotaba como un miasma de las malolientes y abarrotadas bodegas de los barcos de esclavos. La fiebre amarilla originaba la muerte de ingleses, españoles y nativos, respetando aparentemente a los esclavos negros. Mercaderes, soldados, marineros, bucaneros, caían víctimas de la enfermedad. La costa africana, era para muchos el hogar de la fiebre amarilla.

Era también el lugar donde reclutar trabajadores para servir como fuerza del trabajo al interés de los esquilmadores del fértil continente americano. La fiebre amarilla está ligada al desarrollo, un proceso de múltiples capas, controlado por una minoría de organizadores europeos distanciados de cuanto acontecía en África, América y en los buques que atravesaban los océanos6.

Inversores que no se interesaban en los costes humanos que se originaban. En Europa había una gran demanda de azúcar, índigo, tabaco y algodón, riquezas que había que traer a cualquier precio.

 

El comercio de esclavos

El trasiego de barcos llevando colonos, soldados y esclavos para importar mercaderías era interminable. Hay varios relatos de epidemias entre las tropas inglesas, españolas o francesas que ocupaban las nuevas colonias2,7,15. Un elemento sugestivo que ejemplifica la asociación entre colonialismo, esclavitud y fiebre amarilla es el comercio del azúcar. Las islas de Barbados o La Española (Haití, República Dominicana) se convirtieron en el centro de una revolución, la producción de caña de azúcar, un producto desconocido en Europa, que hasta la fecha utilizaba la miel para endulzar. Ese cambio en un hábito de consumo originó la creación de inmensas plantaciones cuyas cuadrillas eran en su mayoría esclavos negros aunque también había peones blancos llegados de Europa para escapar de la pobreza. Hacinados, maltratados, removían la tierra, talaban árboles, pisaban el suelo húmedo.

La producción industrial de azúcar

Luego dormían mezclados en barracones, cerca de los muelles donde marineros enfermizos descargaban alimentos y mercancías necesarios para la plantación. Era el lugar idóneo para que se reprodujera en número suficiente el que luego se descubriría como vector de la fiebre amarilla y ésta se propagara1,6.

Durante años se atribuyó la enfermedad a los miasmas envenenados de los pantanos, a los efluvios provenientes de la suciedad de los muelles portuarios, al aliento de las gentes o a la desgracia divina. Se discutió sobre si su origen era una u otra orilla del Atlántico, controversia mantenida hasta la actualidad y se declaró a los esclavos introductores de la enfermedad en las Antillas, conviniendo además que estos no la padecían. Las controversias se fueron aclarando a lo largo del siglo XX.

El mosquito, Finlay versus Reed

Aunque se evoque a Crawford (1807), Nott (1848) o Beauperthuy (1854) como precursores en la idea de que un insecto podría ser el vehículo de la enfermedad16, es irrefutable que Carlos Juan Finlay Barrés (1833-1915) emite la primera teoría sobre el papel del mosquito en la transmisión de la fiebre amarilla2,4,8, 16-24. Finlay publicó durante el periodo comprendido entre 1864-1912, un total de 187 artículos sobre diferentes enfermedades infecciosas, de los que 127 trataban sobre la fiebre amarilla22.

Natural de Camagüey, era hijo de un médico cubano de origen escocés, fue educado en Francia, estudió medicina en Filadelfia, donde se doctoró, revalidando su título en La Habana. Dedicó sus esfuerzos al estudio de las dos enfermedades de mayor prevalencia en la época, la fiebre amarilla y el cólera. Durante el transcurso de la V Conferencia Internacional en Washington, el 18 de febrero de 1881, donde asiste como delegado especial por Cuba y Puerto Rico en la Delegación Española, da a conocer su hipótesis.

Sus tres condiciones para que se propague la fiebre amarilla son:
a) que exista un enfermo de fiebre amarilla, en cuyos capilares el mosquito pueda clavar sus lancetas e impregnarlas de partículas virulentas en el período de la enfermedad.
b) que la vida del mosquito se prolongue lo suficiente entre la picada hecha al enfermo y la que deba reproducir la enfermedad.
c) que el sujeto al que el mosquito vaya a picar más tarde sea apto para contraer la enfermedad24.

De vuelta a La Habana, inicia unas inoculaciones experimentales y en la Real Academia de Ciencias Médicas, el 14 de agosto de 1881, presenta su trabajo titulado “El mosquito hipotéticamente considerado como agente de transmisión de la fiebre amarilla”, asegurando que se trata de la hembra del mosquito Stegomya, hoy conocido como Aedes aegypti.

Texto de Finlay sobre la fiebre amarilla (1881)

Su aportación sobre este vector que causaba el contagio fue acogida con escepticismo y se le acusó de divagar. Además de novedosa era una idea discrepante con las teorías de la época. Ayudado por el médico español Claudio Delgado (1843-1916), prosiguió durante veinte años sus trabajos llegando a tener protocolizadas 104 inoculaciones experimentales en 1900.

La situación política en la Cuba de aquellos años era complicada. Convertida en objeto de deseo comercial por los Estados Unidos, esta incipiente potencia no dudó en estimular los movimientos independentistas de la colonia española, cuya relación con la metrópoli se hallaba deteriorada por una administración trasnochada y corrupta.

En 1895 se inicia un levantamiento revolucionario, que tras diversos avatares el gobierno español empieza a controlar a finales de 1897. Estados Unidos, movido por el interés en monopolizar las exportaciones de azúcar, decide intervenir en el conflicto hispano-cubano. El acorazado “Maine”, enviado a La Habana para proteger a sus súbditos, se hunde a causa de una explosión nunca esclarecida que proporciona la excusa para declarar la guerra a España en 1898. Meses después, el Tratado de París confirma la derrota española y otorga a Estados Unidos las colonias hispanas de las Antillas y Filipinas.

La breve guerra causó entre las tropas americanas un total de 968 bajas en combate, sin embargo, cerca de 5.000 soldados murieron por la fiebre amarilla. Los americanos ocupan la isla (1898-1901) y destinan allí un ejército de ocupación de 50.000 efectivos. Preocupados por los efectos que la enfermedad podría tener, deciden investigar el origen de la misma.

Las dos últimas décadas del XIX corresponden a la eclosión de la microbiología, la influencia de los trabajos de Koch y Pasteur movilizó a los científicos en la búsqueda de gérmenes que explicaran la etiología de las enfermedades infecciosas. Entre 1883 y 1897 varios autores creyeron haber identificado al responsable de la fiebre amarilla, Lacerda, Freire, Sternberg (1890, bacille x) o el propio Finlay (1888, microccus tetragenus febris flavae) expusieron sus teorías.

La más consistente y aceptada fue la de Giuseppe Sanarelli, Director del Instituto de Higiene de Montevideo, que propuso al bacillus icteroïdes como provocador de la enfermedad. Novy en 1898, demostró que ese germen no era otro que el del cólera de los cerdos, confirmado al año siguiente por los trabajos de Reed y Carroll16,24.

Mientras algunos médicos militares como Sternberg postulaban la existencia de un germen, él mismo había creído aislarlo, otros como Henry Rose Carter, apuntaban hacia un huésped intermedio, un “período extrínseco de incubación”, como había podido observar tras establecer varias cuarentenas.

La expansión imperialista americana
sobre Cuba y Puerto Rico

Sternberg intenta poner fin al debate sobre el germen y la propagación de la enfermedad creando la “Yellow Fever Commission”. Encabezada por el Mayor Walter Reed (1851-1902) cirujano del ejército, tiene por misión descubrir la causa de la fiebre amarilla. La Comisión, de la que forman parte James Carroll (1854-1907), el bacteriólogo Jesse William Lazear (1866-1900) y Arístides Agramonte (1868-1931), realizará sus investigaciones entre 1900 y 190212,16,19,25,26.

El verano de 1900 fue el momento crucial. Sin un plan preestablecido, el grupo de Reed se reúne a finales de junio en las barracas de Columbia del pueblo de Quemados. A instancia de Sternberg, vuelven a confirmar tras estudiar 18 casos clínicos y efectuar 11 autopsias, que el bacilo icteroide de Sanarelli, no es el agente casual, aunque puede estar presente y ser considerado como un invasor secundario de la enfermedad16,26.

Deciden entonces concentrar sus esfuerzos en el mecanismo de transmisión, lo que requería utilizar voluntarios humanos. Un primer intento, tratando de infectar a sujetos sanos con ropas o mantas utilizadas por enfermos de fiebre amarilla, fracasa y se descarta la teoría sobre la transmisión por fomites. Reed hace una apuesta arriesgada, acuciado por la presencia de dos investigadores ingleses, Durham y Myers, que asocian la opinión de Carter sobre un mecanismo intermediario a la vieja teoría de Finlay sobre el mosquito, da la orden de llevar a cabo un experimento.

El 1 de agosto la Comisión visita a Finlay, quien les entrega unos huevecillos de mosquito. Rápidamente se ponen manos a la obra y con voluntarios del ejército americano, incluido el propio Carroll se hacen picar por mosquitos que previamente habían picado a enfermos amarílicos. Carroll, se infecta y padece la enfermedad junto a otros soldados que corren la misma suerte en días posteriores. Lazear es picado accidentalmente por un mosquito en el hospital de “Las Ánimas” (La Habana) el 13 de septiembre con fatal resultado ya que muere el día 25.

THE YELLOW FEVER COMMISSION (1900-02)

 
Walter Reed
(1851-1902)

Jesse Lazear
(1866-1900)
  

 
James Carroll
(1854-1907)

 
Arístides Agramonte
(1868-1931)

La consternación se apodera de los miembros de la misión. Una nota preliminar de Reed, datada el 27 de octubre anuncia que “el mosquito sirve como huésped intermedio del parásito de la fiebre amarilla y que es altamente probable que la enfermedad se propague sólo por la picadura del insecto”25. Los peligros del ensayo experimental obligan a tomar medidas estrictas de seguridad. Reed recibe una subvención y se construyen barracas aisladas, con rejillas en ventanas y puertas en los que se denominó “Campo Lazear”.

Se reclutan voluntarios entre militares americanos e inmigrantes españoles a los que se hizo firmar un documento redactado en inglés y español que advertía de los riesgos e incluía una gratificación de 100 dólares en oro por participar durante tres semanas en los experimentos. Fue la primera vez que se utilizó en investigación médica una hoja de consentimiento informado27.

Por picadura directa de mosquito o inoculación subcutánea de sangre de enfermos, los cobayas humanos padecieron la enfermedad con distintos niveles de gravedad.

Las conclusiones de la Comisión fueron que:
a) el mosquito es el vector de la fiebre amarilla.
b) tras una picadura infectante la enfermedad aparece entre el tercer y quinto día, evolucionando hacia la curación o la muerte.
c) hay un intervalo de doce días tras el momento en que el mosquito consume sangre infectada para que éste pueda transmitir la infección.
d) la fiebre amarilla puede provocarse experimentalmente con una inyección subcutánea de sangre de un enfermo que se encuentra en el primer o segundo día de infección.
e) la fiebre amarilla no se transmite por contagio.
f) los huevos de mosquito no contienen la enfermedad (luego se revelará como falso).
g) el agente etiológico es un virus filtrable 4,25.

La lectura sobre la paternidad de estos hallazgos produce efectos sorprendentes. Se quiso enfrentar a un Finlay tildado de “viejo loco teorizante, chiflado decrépito de achuletadas patillas” 28 con la excelencia rigurosa de Reed, apoyado por la propaganda norteamericana de la época que el otorgaba el éxito. Finalmente la historia ha dado a cada uno su lugar16,18,19,25,26. Finlay, reconocido por la Asociación Americana de Salud Pública, cuya 31ª Reunión presidió en 1904, tuvo la intuición, mostró una idea, su error fue inocular demasiado pronto (el mosquito necesita 12 días para ser infectante) y utilizó sangre de enfermos al final de evolución, en lugar de cuando son infectantes (entre el segundo y tercer día de enfermedad). Reed llevó a cabo una acertada demostración y también reconoció la labor de Finlay 26. Ambos bebieron de las ideas precursoras de Manson (filariasis) o Ross (malaria) que también apuntaban a los insectos como vectores. Aún quedaban preguntas por responder, pero había llegado el momento de la acción.

Los “Conquistadores de la fiebre amarilla” por Dean Cornwell,
Finlay con Reed y el resto de la Comisión

 

 

La lucha urbana contra el vector

En febrero de 1901, el Mayor William Crawford Gorgas (1854-1920), jefe sanitario de La Habana, pone en marcha un plan de saneamiento de calles y viviendas, vigilancia de las aguas y fumigación de los mosquitos con un resultado espectacular. Si en 1900 se dieron en la ciudad 1.400 casos de fiebre amarilla, en 1902, no se produjo ninguno. Estas medidas sanitarias afectaron también al decrecimiento de la malaria12,16,29. La lucha contra el vector se traslada a otros lugares.

África era considerada “la tumba del hombre blanco”, tal era el número de los que morían diezmados por las epidemias. En Senegal, dos estelas (una en Saint Louis y otra en Gorée) recuerdan el nombre de los médicos y farmacéuticos caídos durante la epidemia de 1878. La ocurrida en 1900-01 fue especialmente virulenta. La preocupación ante las repercusiones comerciales que originaba, movió al Instituto Pasteur a enviar una misión a Brasil, un lugar endémico, para estudiar a fondo la enfermedad.

En noviembre de 1901, Paul-Louis Simond, conocido por sus trabajos sobre la transmisión de la peste, Emile Marchoux y Alexandre Salimbeni, se establecen en un hospital de Río de Janeiro. Durante el periodo que dura su estancia (1901-05), confirman la etiología viral de la enfermedad, precisan aspectos clínicos de la misma, ensayan tímidamente el uso de sueros, observan la transmisión vertical del virus amarílico en el Aedes Aegypti (largamente contestada y confirmada años después) y encuentran que la enfermedad se produce en niños de forma poco severa, lo que podría explicar que en zonas endémicas existiera una cierta inmunidad consecutiva a infecciones benignas durante la infancia.

Sus principios sobre la profilaxis de la enfermedad (destrucción de mosquitos y larvas, protección de los enfermos contra nuevas picaduras aislándolos en zonas con tela metálica) y saneamiento de la ciudad, son aplicados por Oswaldo Cruz, bacteriólogo brasileño, a la sazón Director Federal de Salud Pública. Crea el Servicio de Profilaxis de la Fiebre Amarilla (1903), llamado las brigadas anti-mosquito de Cruz que acometen de forma draconiana una serie de medidas que serán objeto de fuerte controversia (drenaje de las charcas, pulverización de las larvas, limpieza de aljibes, petroleado de rejillas de desagüe y multas a los vecinos que no saneaban sus domicilios).

Cruz aprovecha para ordenar la vacunación obligatoria contra la viruela, lo que origina la conocida Revolta da vacina (1904). Con todo, en 1906, la fiebre amarilla desaparece de Río y se reivindica la figura del salubrista30,31. Ribas realizó actuaciones similares en Sao Paulo (1903).

El proyecto del Canal de Panamá, iniciado por Lesseps en 1882, se hallaba interrumpido por las epidemias de fiebre amarilla y malaria. El intervencionismo americano, decidido a acabar la obra y ante el éxito de Gorgas en La Habana, trasladan a éste a la ciudad de Panamá en 1904. Impone las ya citadas medidas y en dos años erradica la fiebre amarilla del país, las obras del Canal finalizaran en 1914 29.

En el increíble espacio de tres años se había encontrado la causa de la fiebre amarilla, su modo de transmisión y la forma de controlarla. ¿Podría aislarse el virus y encontrar una vacuna preventiva?

Los norteamericanos, conscientes del valor social que suponía estar a la cabeza de la investigación médica, hasta entonces llevada a cabo por los europeos (Institutos Pasteur, Koch o Wellcome), deciden invertir en ciencia. En 1913 se crea la Fundación Rockefeller para “contribuir al bienestar de la humanidad en todo el mundo”, dos años después se invita a Gorgas, ascendido a general y cirujano jefe del ejército americano a formar parte de la misma. Se organiza bajo su dirección una Comisión de la Fiebre Amarilla de la Fundación Rockefeller de la que forman parte Henry Rose Carter, Juan Guiteras, Lyster o Whitmore. Se dedican a visitar diferentes países susceptibles de endemia como Brasil, Perú, Colombia, Venezuela o Ecuador.

 

Aislamiento de un enfermo durante las obras del Canal de Panamá

Tras diferentes viajes concluyen que el único foco endémico en Sudamérica es la zona de Guayaquil en Ecuador. Recomiendan que se elimine el foco y se mantenga la vigilancia en la costa brasileña, en el litoral caribeño y que se extiendan las investigaciones a México y el oeste africano, ambas regiones bajo sospecha.

En 1918, miembros de esta Comisión se desplazan a Guayaquil. Será el primer esfuerzo de la Fundación Rockefeller para controlar una enfermedad con un plan efectivo de medidas anti-mosquito. Uno de los investigadores del grupo, Hideyo Noguchi, que había estudiado el treponema pálido de la sífilis y la leptospira icterohemorrágica de la enfermedad de Weil, cree encontrar el agente causal de la fiebre amarilla, la leptospira icteroides. Será un error que tendrá confundidos a los investigadores durante algunos años.

El propio Noguchi intenta elaborar una vacuna e incluso viaja a África para aislar su leptospira en aquel continente. No lo consigue y muere en 1928 precisamente de fiebre amarilla, la enfermedad que trataba de combatir. La Fundación Rockefeller muestra una gran actividad entre 1918 y 1924 en América Central y del Sur interviniendo y atajando sucesivos brotes de fiebre amarilla, que queda bajo control.

 
Monumento en la Isla de Gorée (Senegal) en recuerdo de los 21 médicos y farmacéuticos fallecidos durante la epidemia de 1878

 
Médicos del Cuerpo Colonial de Salud en Senegal

En 1920, Gorgas, el cubano Guiteras, Noble, Stokes, Horn y Tytler deciden desplazarse a África, retomando la idea que fue suspendida por el inicio de la Iª Guerra Mundial. Esta Comisión del oeste africano tiene por objetivo informar sobre la fiebre amarilla en la región y entrever la posibilidad de adoptar medidas de control. Gorgas fallece durante el viaje y Noble asume el mando, llegan a Lagos, el 17 de julio. Visitan Dahomey, Sierra Leona, el Congo Belga, Ghana y Senegal. La Fundación Rockefeller ha tomado posiciones en el continente africano donde desarrollará importantes investigaciones.

Aislar el virus: selva, monos, suero y vacunas

Si el escenario del encuentro y combate contra el vector de la fiebre amarilla fue el continente americano, la batalla para encontrar el virus y su vacuna se libró en el africano. Durante el periodo de entreguerras, el Instituto Pasteur y la Fundación Rockefeller reprodujeron las zonas de influencia política de Francia y Estados Unidos en África. Una competencia por el prestigio que, sin embargo, no afectaba tanto a los verdaderos protagonistas, los investigadores, más dotados para la colaboración.

La Comisión de la Fiebre Amarilla del Oeste de África reinicia sus trabajos en Nigeria (1925) esta vez a las órdenes de Stokes, descartando en primer lugar la existencia de la leptospira de Noguchi tras un exhaustivo estudio de casos. Posteriormente intentan encontrar un animal de experimentación. Entre 1926 y 1927 una epidemia asola la región.

En junio de 1927, Mahaffy, miembro de la Comisión establecido en Accra investiga casos de un brote de fiebre amarilla ocurridos en el poblado de Kpeve. Obtiene sangre de dos nativos que habían padecido una forma leve de la enfermedad treinta horas antes, uno de ellos, un joven de 28 años llamado Asibi16,32. Mahaffy y Bauer inoculan la sangre obtenida en un macaco rhesus, un tití y dos cobayas. El macaco desarrolla fiebre al cuarto día de la inoculación y muere al siguiente.

Esta primera transmisión del virus desde un hombre a un animal abría nuevas posibilidades de investigación sobre el terreno. Comenzaba también la propagación de la hoy célebre cepa Asibi del virus de la fiebre amarilla. Los mismos investigadores confirman que el agente de la fiebre amarilla es un virus filtrable; que la infección se transmite de mono a mono y del hombre al mono por inyección de sangre recogida al principio de la enfermedad; que puede transmitirse de mono a mono por el Aedes Aegypti; que una vez infectados, los mosquitos guardan su poder infeccioso toda su vida (hasta tres meses); y, que la picadura de un solo mosquito infectado puede provocar una infección mortal en el mono4,16,32.

El hallazgo pone al descubierto que los monos pueden participar como reservorio de la infección en la transmisión de la fiebre amarilla. Fred Soper describirá en 1935 la fiebre amarilla selvática, reconociendo las anteriores contribuciones de Roberto Franco (1907). Se daría, por tanto, un ciclo urbano (mosquito-hombre) y otro selvático (mono-mosquito), la interacción entre ambos, la transición en el ecotono de uno a otro hace del mosquito el intermediario perfecto.

Esto explica las reapariciones de brotes epidémicos en zonas urbanas en las que se creía erradicada la enfermedad. Población infectada procedente de poblados próximos a zonas selváticas propagaría la enfermedad. Señala también la dificultad para erradicarla totalmente, pueden controlarse con fumigaciones y otras medidas las ciudades, pero es más difícil en la jungla. Es cuestión de tiempo, no obstante, la tala de grandes masas forestales en nombre de la civilización acabará con el problema.

Las evidencias acumuladas en laboratorios de Brasil, Colombia y África, implicaron a varias especies de mosquitos, aunque podría resumirse que mientras el Aedes Aegypti sería el vector en la fiebre amarilla urbana, el Haemagogus (América) o el Aedes Africanus (África), mantendrían el ciclo selvático.

La epidemia de 1927 también alcanzó a Senegal, lo que no dejó indiferentes a los investigadores franceses del Instituto Pasteur de Dakar. Allí es desembarcado Jean Laigret para acometer la defensa sanitaria de la ciudad. Conoce los trabajos que están realizando Noguchi o Stokes con la Fundación Rockefeller en Nigeria y Ghana. Se emplea a fondo organizando equipos de fumigación, aislando enfermos en una ciudad desolada.

Días después llega a Dakar Watson Sellards, profesor de la Universidad de Boston y amigo de Stokes que acababa de morir por la fiebre amarilla. Sellards estaba al tanto de los trabajos de la Comisión y traía con él macacos. Laigret, tiene noticia de que un joven sirio, François Mayali, se encuentra enfermo aunque no le da importancia porque cree tener malaria. Laigret lo convence para que se hospitalice: es un caso de fiebre amarilla. Esa noche Sellards y Laigret le extraen sangre que inoculan a los monos. Hacen que varios mosquitos piquen a Mayali y luego que éstos piquen a los macacos.

El resultado es óptimo, consiguen aislar lo que se llamó cepa francesa del virus amarílico o cepa Dakar. Esta cepa se distribuyó entre el Viejo y el Nuevo Mundo, enviándose a laboratorios de Londres, París, Ámsterdam y Río de Janeiro para el desarrollo de una vacuna frente a la fiebre amarilla32,33. Sellards vuelve a Boston con hígado de macaco rhesus infectado con el virus francés.

Max Theiler, que desde 1922 trabajaba como asistente de Sellards, descubrió que la inoculación intracerebral del virus en ratones producía la enfermedad, demostrando el neurotropismo de la cepa. Con el “test de protección en ratones”, mediante la administración de suero inmune simultáneamente junto con el virus, los ratones quedaban inmunizados.

Gracias a la aplicación de este test en muestras de sangre, se pudo conocer la distribución geográfica mundial de la fiebre amarilla, lo cual resultó más útil que la incidencia de la enfermedad, puesto que había una deficiente notificación de los casos y en los años 30´ las cifras publicadas sólo se referían a países europeos4.

En Nueva York (1931), Sayer, Kitchen, Lloyd y Sellards fueron los primeros en explotar la cepa francesa a partir del cerebro de ratón de Theiler para la inmunización humana junto con suero humano inmune. Éste se añadió con la intención de atenuar el virus, ya que se habían dado casos adquiridos de fiebre amarilla leve en el propio laboratorio y los monos que se habían inoculado intra-cerebralmente o incluso parenteralmente con este virus desarrollaban encefalitis.

Se vacunó a 15 pacientes ingresados en el Hospital del Instituto Rockefeller para la Investigación Médica y se observaron una vez dados de alta, apareciendo algunas reacciones leves. Aunque no se pudo aislar el virus infeccioso en sangre, la leucopenia y la inmunidad desarrolladas indicaban que la vacunación implicaba un proceso infeccioso real32. El uso de la serovacunación se estandarizó para la inmunización de los trabajadores de laboratorio. Así, en 1934 se habían inmunizado 56 personas en Nueva York y Findlay había llevado a cabo estudios similares en Londres.

Sin embargo, el requerimiento de suero humano inmune y la dificultad en establecer condiciones estándar para la preparación de la vacuna por inmunización pasiva-activa impidieron su uso extendido.

Investigando en paralelo: Factoría Pasteur y Fundación Rockefeller

Monath ha señalado que la historia de las vacunas de la fiebre amarilla proporciona ejemplos paradigmáticos para mejorar el desarrollo de nuevas vacunas. Desarrolladas empíricamente, competían dos tipos de vacunas que evolucionaron durante un período en que la ética de la investigación clínica no estaba claramente establecida.

No se hicieron tests formales de eficacia y se utilizaron pases incontrolados que conducían a sobreatenuación o reactogenicidad. A los problemas relacionados con algunos efectos indeseables hay que añadir el punto débil que constituía la termoestabilidad. Cumplían mal el requisito para ser combinadas con otras vacunas y existieron graves dificultades para implementar una vacunación efectiva en la población32.

Durante los años 30´ los científicos franceses de la factoría Pasteur buscarían una vacuna neurotrópica sin la adición de suero, mientras que el grupo del Instituto Rockefeller iniciaría una investigación para una variante menos patogénica que el virus neurotrópico y para mejorar los métodos de propagación del virus.

En 1932, Sellards, desde Harvard, y Laigret, trasladado al Instituto Pasteur de Túnez, fueron los primeros en inocular la cepa francesa a humanos preparada en cerebro de ratón en ausencia de suero inmune, observando una buena tolerancia, así como la aparición de anticuerpos neutralizantes. El estudio dirigido por Laigret con 7 pacientes de sífilis, algunos incluso con enfermedad del sistema nervioso central, pone de manifiesto el déficit de códigos éticos en aquella época para la experimentación en humanos.

En 1934, Mathis, Laigret y Durieux describieron la vacunación por escarificación con un virus más atenuado de más de 3.000 personas, principalmente ex-patriotas residentes en África occidental francesa. Aproximadamente un tercio de las vacunas tuvo reacciones febriles y hubo dos casos de meningitis y mielitis. Al año siguiente, Nicolle y Laigret modificaron la formulación de una inyección única de virus atenuado de cerebro de ratón32.

 

Jean Laigret (1893-1966)

En 1939, Peltier y Durieux, en el Instituto Pasteur de Dakar, demostraron que la vacuna de la fiebre amarilla se podía administrar en combinación con la de la viruela, también por escarificación mediante ped-o-jet, vacunándose aproximadamente 100.000 personas contra ambas enfermedades en Senegal, sin incidentes y con una gran efectividad34.

En 1940-41, los ensayos se habían extendido a Costa de Marfil y Sudán. Los alentadores resultados abrieron el camino para un amplio programa de inmunización y para el perfeccionamiento de la producción de la vacuna de cerebro de ratón en Dakar32.

Paralelamente al desarrollo de la vacuna neurotrópica francesa (VNF), en el Instituto Rockefeller se empezó a trabajar en una vacuna atenuada sin neurovirulencia. En 1936, Lloyd, Theiler y Ricci describieron el primer cultivo in vitro de la cepa Asibi. Tras varios pasos, el denominado virus 17E perdía viscerotropismo en monos, aunque conservaba capacidad para producir encefalitis mediante inoculación intracerebral. Por este motivo, se añadió suero inmune para la sero-inmunización de los trabajadores de laboratorio con este virus, en sustitución del virus de cerebro de ratón.

Max Theiler (1899-1972), Premio Nobel
de Medicina en 1951

En 1936 se detectó un descenso de viscerotropismo del virus Asibi en cultivos de embrión de pollo. Smith probó con éxito el virus denominado 17D en cultivos de embrión de pollo desprovistos de cerebro y la médula espinal, confirmando junto con Theiler que este virus tenía una escasa neurovirulencia en ratones y monos, quedando éstos protegidos frente al virus.

En marzo de 1937, Theiler y Smith publicaron el hallazgo y los primeros ensayos clínicos con el virus 17D, siendo ellos mismos los primeros en probar la vacuna mediante inyección subcutánea junto con otros dos sujetos. Después se les administró altas dosis de virus atenuados a 5 sujetos no inmunes, incrementándose el nivel de anticuerpos protectores en suero sin efectos adversos graves.

Sin embargo, pese al empeño de Theiler, no se pudo demostrar que la ausencia de tejido nervioso fuese la responsable de la atenuación, sino que se atribuyó a mutaciones producidas o a la selección de variantes preexistentes durante el curso de un experimento sistemático. A partir de 1947 se implantó un sistema de siembra del virus 17D para evitar la sobre e infra-atenuación de la vacuna.

El desarrollo de la vacuna 17D le valdría a Theiler el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 195132.

 

De las campañas masivas a los programas

Tras la vacuna de la viruela, descubierta 135 años antes, la de la fiebre amarilla fue la primera vacuna humana usada a nivel poblacional en gran escala para controlar una enfermedad epidémica32.

En 1896 ya se había creado en Saint Louis (Senegal) un servicio de vacunaciones, que se transfirió a Dakar en 1921, dando lugar al Instituto Pasteur de esa ciudad en 1924. La experiencia vacunadora contra la viruela en el África occidental establecida por los médicos coloniales franceses favoreció la puesta en marcha de inoculaciones contra la fiebre amarilla mediada la década de los años 30´.

Las campañas de masas se inician en 1939, vistos los aceptables resultados, en 1941 se ordenó la vacunación por escarificación de la población civil, africana y europea, y militar en África occidental francesa. En un plazo de aproximadamente 7 años, la VNF pasó de probarse de manera inicial en humanos a utilizarse en ensayos a gran escala32. Desde 1939 hasta 1952 llegaron a administrarse más de 38 millones de dosis, junto con la vacuna antivariólica4.

Las intensas campañas de vacunación, mediante las que se inmunizaba a 25 millones de personas cada 4 años, hicieron desaparecer progresivamente la fiebre amarilla en África occidental francesa, mientras que permanecía endémica provocando epidemias en los países donde no se había aplicado un programa de vacunación4. Las primeras preocupaciones sobre la reactogenicidad se disiparon conforme se vacunaba a más personas. Aunque se observaron casos de reacciones del sistema nervioso central, los riesgos asociados a la vacunación se consideraron mucho menores que los riesgos de adquirir la fiebre amarilla32.

El éxito observado abrió camino para un amplio programa de inmunización y para el perfeccionamiento de la producción de la vacuna de cerebro de ratón en Dakar. La ausencia de casos de fiebre amarilla desde 1954 hasta 1960 trajo consigo la interrupción de la inmunización sistemática35. A consecuencia de esto, surgieron diversas epidemias en África. El brote más grave estalló en Etiopía entre 1960 y 1962, notificándose 30.000 fallecimientos y estimándose 100.000 casos en una población evaluada de 1 millón de personas 4. En 1965 se produjo una epidemia con 2.000 a 20.000 casos estimados y entre un 11-44% de fallecidos, siendo la mayoría niños menores de 12 años36.

Puesto que desde 1961 no se vacunaba a niños menores de 10 años, se amplió la vacunación con el VNF en esta edad para aumentar la cobertura poblacional, apareciendo 248 casos de encefalitis con una tasa de letalidad de un 20%. Pese a la ventaja de la forma de administración de esta vacuna, la larga inmunidad conferida y su mayor potencia en comparación con la cepa 17D, los efectos en ocasiones fatales del neurotropismo de esta vacuna llevaron a la suspensión de su manufactura en 19804.

 

La vacuna 17D comenzó a aplicarse en América simultáneamente a la VNF. En 1938, Smith, Penna y Paoliello anunciaron un método seguro de inmunización a gran escala mediante la 17D. Las campañas de vacunación se llevaron a cabo en los estados de Sao Paulo y Paraná de Brasil, pudiéndose controlar la fiebre amarilla en este país. La vacunación se mostró segura incluso en niños y mujeres embarazadas, con reacciones más intensas sólo en el 1-2%4. En 1940 se vacunó a más de 55.000 habitantes del Estado de Minas Gerais, la mitad de la población, detectándose casos graves de encefalitis, por lo que se dejó de añadir un 10% de suero humano normal a la vacuna a partir de ese año.

Sin embargo, en Nueva York se volvió a usar en la preparación de 400.000 vacunas destinadas a las tropas americanas, que iban a intervenir en la IIª Guerra Mundial. En 1942, surgió un brote de hepatitis en el ejército con 28.000 casos de ictericia y 62 muertes por hepatitis fulminante. A consecuencia de esto, la vacuna 17D se manufacturó sin suero definitivamente y no se notificaron más casos. Más tarde se observaría que algunos lotes del suero humano que con que se había diluido la vacuna estaban contaminados por el virus de la hepatitis B4.

A pesar del incidente, durante la guerra las tropas aliadas fueron vacunadas con la cepa 17D, permaneciendo protegidas frente a la enfermedad. En 1981 la OMS publicaría un estudio que confirmaba la persistencia de anticuerpos neutralizantes 30-35 años después de la inmunización con vacuna 17D a estos veteranos de guerra37.

Evolución de las vacunas contra la fiebre amarilla

La vacuna 17D fue también utilizada ampliamente en África, Kenia, en la década de 1941 a 1951, 379.000 vacunados o en Mombasa, donde se inmunizó a 78.000 personas de otras etnias durante ese periodo 38. La aparición de 15 casos de encefalitis en el Reino Unido, Estados Unidos y Francia sirvió de base en 1951 para recomendar la no utilización de la vacuna 17D en menores de 6 meses.

Entre 1950 y 1953, se produjeron fuertes brotes de fiebre amarilla en el sureste de Brasil, por lo que se emprendieron intensas campañas de vacunación, llegando a producirse 12 millones de inmunizaciones4. El uso del pedojet a partir de los años 60´ facilitó la posibilidad de inmunizar hasta 500 personas cada hora.

En 1957 el Comité de Expertos en Fiebre Amarilla de la OMS concluyó que la elección de la cepa vacunal debería estar bajo control de las autoridades sanitarias, expresando la necesidad de poseer lotes de siembra primarios y secundarios controlados para su fabricación. En 1976, se establecieron las pruebas de seguridad a las que debe someterse la vacuna y las pruebas de estabilidad. En la década de los 80 se consiguió solventar la inactivación de la vacuna 17D por el calor, gracias a un excipiente producido por el Instituto Pasteur de Dakar que la hacía termoestable.

Vigilancia y perspectivas

La fiebre amarilla padece un grave problema de infranotificación. La relajación en la vigilancia epidemiológica, lo que lleva al recrudecimiento de la enfermedad en zonas endémicas, ha hecho que desde 1984 a 1994 se notificaran 22.431 casos y 5.889 muertes de fiebre amarilla en el mundo, la cifra más alta desde 19484.

Actualmente la cobertura vacunal es mejor en regiones endémicas de Sudamérica, entre un 80-90%, que en África, donde la cobertura oscila entre 1-40% en la mayoría de los países. La exclusión de los niños en las campañas de vacunación durante los brotes ha llevado en las últimas epidemias a una afectación de los menores de 15 años. La OMS junto con la Alianza Global para Vacunas e Inmunización (GAVI) promueve la incorporación de la vacuna de la fiebre amarilla en los programas de vacunación infantil y conseguir un alto nivel de cobertura.

   

Países con endemia de fiebre amarilla

En 2005, de entre 31 países en riesgo de la Región Africana, 22 habían incorporado la vacuna de la fiebre amarilla en sus programas de inmunización. De ellos, 11 lo hicieron en los últimos 5 años, aumentando su cobertura vacunal. El total de niños protegidos en 2004 era de 3,1 millones, en comparación con 1,6 millones en el año 2000.

Países con endemia de fiebre amarilla

En los 11 países de América con riesgo de fiebre amarilla, se declararon 204 casos y 97 muertes en 1999. Después, se ha visto una reducción significativa en el número de casos gracias al énfasis puesto en la inmunización, dándose 102 casos y 51 muertes en 2000, y 80 casos con 46 muertes en 2001. En Brasil, en la década de los 90´, se ha incrementado la vacunación frente a la fiebre amarilla para hacer frente a los casos registrados en 199339. En Colombia, hubo un brote de fiebre amarilla entre diciembre de 2003 y enero de 2004 declarándose 28 casos, con 11 muertes, un 39% de casos fatales. Para garantizar la cobertura al 100% en zonas rurales y urbanas, se proporcionaron 3 millones de vacunas de la fiebre amarilla.

El mosquito Aedes aegypti

En la actualidad la única vacuna que se produce es la de virus vivos atenuados de la cepa 17D, cuya distribución se lleva a cabo sólo en los centros aprobados por la OMS, se utilizan las subcepas 17DD (Brasil) y 17D-204 (resto de fabricantes). La vacunación no se recomienda en menores de 9 meses, y está contraindicada en menores de 6 meses, en embarazadas y en pacientes con inmunodeficiencia por cáncer, VIH/SIDA o tratamiento inmunosupresor.
En 1998 se creó la ENIVD “Red Europea para el Diagnóstico de Enfermedades Virales Importadas”, un sistema de vigilancia y notificación de reacciones adversas que incluye a la fiebre amarilla y que está proporcionando información sobre casos de efectos indeseables de tipo viscerotrópico o neurotrópico.

Red Europea para el Diagnóstico de
Enfermedades Virales Importadas

Para entrar en países endémicos o viajar desde éstos a países infestados por Aedes aegypti, se exige un certificado de vacunación de acuerdo con la Internacional Health Regulations, recomendándose la revacunación cada 10 años3. Una red de Centros de Vacunación Internacional (CVI) en todo el mundo permite la inmunización de los viajeros frente a la fiebre amarilla.

En España existe un dispositivo de CVI dependientes de la Subdirección General de Sanidad Exterior del Ministerio de Sanidad y Consumo, a los que se han ido sumando otros que han obtenido una encomienda de gestión y donde se completan en adultos las vacunaciones recomendables para trasladarse a otros países, la quimioprofilaxis antipalúdica y los consejos generales sobre la protección de la salud que debe tomar un viajero.

Enfermedad con una fuerte carga histórica, sobre la que aun queda mucho por investigar en sus aspectos inmunológicos, su patogenia o las posibles alternativas a la vacuna 17D y sobre la que es necesario valorar sus probabilidades de eliminación, continuará revelando sus misterios, el último de los cuales, gracias a la secuenciación genómica, es que el virus de la fiebre amarilla (flavivirus) evolucionó de otros arbovirus hace 3.000 años, probablemente en África desde donde fue llevada al Nuevo Mundo3.

 

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Vacunación antigripal en España

Ante las sucesivas informaciones relativas al presunto apoyo de la Asociación Española de Vacunología (AEV) a la vacunación frente a la gripe en las oficinas de farmacia, la Junta Directiva de la AEV desea realizar las siguientes matizaciones:

La AEV ha propiciado la elaboración del “Documento de actualización y reflexión sobre la vacunación antigripal en España”. Este documento ha sido elaborado por iniciativa de la AEV, con la participación de la Asociación Española de Pediatría (AEP), la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Publica e Higiene (SEMPSPH) y  la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG).

En el capítulo 8. Estrategias para aumentar la cobertura vacunal, apartado 8.1. Estrategias generales, en uno de sus puntos se establece: Garantizar un fácil acceso a la vacunación; asegurar la disponibilidad de las vacunas; vacunar en las consultas a demanda y oportunista; vacunar a los profesionales sanitarios en el propio centro laboral, como un aspecto más de la seguridad y salud en el trabajo; y estudiar la posibilidad de vacunar contra la gripe en oficinas de farmacia autorizadas. 

La Junta Directiva de la AEV, entiende esta última frase como un elemento de reflexión futura, que se pudiera plantear junto a otras estrategias en un contexto de serias dificultades para alcanzar las tasas de vacunación necesarias. Además, su aplicación inmediata, contaría con una serie de dificultades sobre las que habría que profundizar y debatir, con sosiego y prudencia.

En los programas de vacunación participan diferentes profesionales sanitarios que requirieren de una preparación científica y técnica específica, si bien la administración de una vacuna corresponde a los profesionales de enfermería, y esta actividad forma parte de todo un proceso enmarcado en los Planes de Cuidados de Enfermería.

Las comunidades autónomas ofrecen, tanto en las campañas de vacunación antigripal como en los programas vacunales, una infraestructura encaminada a garantizar el acceso a la vacunación, de forma fácil y rápida; y a unos profesionales capacitados para dar respuesta a todas las demandas que pueda generar el usuario, incluyendo las derivadas de cualquier reacción adversa que pudiera producirse tras la administración de una vacuna.

Además, desde los centros de salud y desde los hospitales, se dispone de acceso a la historia clínica digital de cada paciente, donde se puede encontrar la información necesaria (reacciones adversas previas, posibles contraindicaciones, patologías crónicas o previas, etc.) que posibilita la toma de decisiones, así como al registro de la vacuna administrada a través de los sistemas informáticos habilitados a tal efecto, accesos ambos que sería muy complicado tener desde otros puntos de vacunación.

La situación que se ha planteado sobre la actuación en otros países (vacunación en farmacias) no es comparable con la de España, pues las coberturas que alcanzamos en los programas de vacunación en nuestro país difieren de las registradas en otros. En lo referente a las campañas de vacunación antigripal, y con objeto de mejorar las coberturas, el esfuerzo debe centrarse en la información y educación de la población, pues las administraciones públicas cuentan con la infraestructura suficiente y necesaria para atender las demandas de vacunación, y en el caso de que fuera necesario, se deberían ampliar.

En este sentido, valoramos de forma muy positiva las declaraciones de la Ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, María Luisa Carcedo, entre las que señala que “este Ministerio considera que las funciones que la citada legislación atribuye a los y las farmacéuticas, incluidas las relativas a la vigilancia de la salud pública, en ningún caso pueden realizarse en detrimento de las de diagnóstico, tratamiento y cuidado, que la Ley de ordenación de las profesiones sanitarias atribuye a profesionales de la Medicina y Enfermería”.

Desde la Junta Directiva de la AEV se valora muy positivamente la aportación de los profesionales de farmacia en las actividades relativas a informar a la población y promover la vacunación, advertir de la necesidad de vacunarse frente a la gripe y frente a otras enfermedades prevenibles mediante la vacunación (especialmente a personas pertenecientes a cualquiera de los grupos de riesgo), y de los aspectos positivos que para su salud aportaría la vacunación, enmarcándola como un hábito de vida saludable.

La AEV desea trabajar de forma conjunta con el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF), y apuesta por la formación en vacunas y vacunología de los profesionales de farmacia, para que cumplan con las funciones que les atribuye la legislación vigente, tales como la información al consumidor y la educación para la salud.

 




Vacunas: desde la ciencia, desde la evidencia, desde la independencia

Vacunas.org es una web sobre vacunas para el público general y para los profesionales sanitarios, con información contrastada científicamente, con recursos útiles sobre la temática y con actualización frecuente. Y lo que es muy importante con autonomía de criterio como corresponde a una asociación científica. Creo que hemos conseguido que sea un elemento del que los miembros de la AEV se sienten orgullosos y máxime los que trabajamos en ella cuando profesionales de nuestro país y de otros confines de la tierra nos mencionan su utilidad.

La Vacunología se torna ahora en una parte de la ciencia que crece de manera exponencial y, sin dejar atrás sus logros como la erradicación de la viruela, la eliminación del sarampión y el control de otras muchas enfermedades, se enfrenta a su propio éxito. El éxito del no conocer las enfermedades lleva a cuestionar su credibilidad. Y la credibilidad va de mano de la comunicacióni. Así la OMS, en este cuestionamiento de las vacunas en el que la población y el propio mundo sanitario se bandean entre la reticencia absoluta al crédito totalii, crea la Red de Seguridad Vacunal (Vaccine Safety Net). Esta red mundial de sitios web acreditados por la OMS busca ayudar a los usuarios de internet a encontrar información veraz basada en pruebas y accesible sobre las vacunas y su seguridad. Vacunas.org forma parte activa y, desde marzo 2017, es miembro de su consejo asesor con orgullo. Y con ganas de trabajar para promover este pequeño gran apartado de la Medicina, las vacunas, siempre desde la ciencia, siempre desde la evidencia, siempre desde la independencia. Agradecer al Vaccine Safety Net Secretariat (I. Sahinovic, Dr S. Lamprianou, A. Sokolovic-Rasmussen) su entusiasmo, trabajo y paciencia con la biodiversidad e idiosincrasia de los participantes.

Se ha hecho mucho, tres renovaciones mayores de la página web, la última en 2016, con la creación del buscador específico Voovle. Nos hemos manifestado contraviniendo con datos ideas equívocas que han circulado en medios públicos con el editorial Las vacunas no causan autismo. Hemos puesto sobre el tapete cuestiones como el complejo asunto del Periodismo y vacunas. Hemos metido la nariz en países hermanos, como Cuba y Brasil y dado la palabra a nuestra hermana, la Asociación Mejicana de Vacunología, con motivo del terremoto que asoló la capital. Y el Ébola se siguió paso a paso gracias a la presencia de campo del Dr. Cesar Velasco y en Haití, Honduras y Nicaragua contribuimos con información y vacunas. Además, iniciamos el proceso de transparencia con un comunicado que se presentó en la Asamblea de la AEV.

En marcha está la tercera edición de Vacuna a Vacuna que publicamos en papel y en versión libro electrónico, que se ha convertido en libro de cabecera para muchos profesionales. Y hay más ideas a la saga que complementan la formación en vacunas. Lo iremos contando. Y formatos novedosos, pero no adelanto nada.

La investigación en comunicación y vacunas ha sido un marchamo del equipo colaborador habitual y de gente que ha ido dejando su impronta en el camino de esta web. Como el análisis de las páginas del VSN y sus posibilidades de mejora, allá por el 2007; las preguntas que nuestros usuarios nos lanzan a la web; o el frikismo de conocer que pasa con nuestras redes sociales y las vacunas. Hay más, algunos artículos pendientes de publicación, además de las nuevas preguntas de investigación que vayan surgiendo. Este es un verdadero reto, pues los datos obtenidos pueden ser de verdadera importancia para la comunicación en vacunas en nuestro país, donde aparecen los primeros conatos de población muy reticenteiii.

Hoy, un hasta siempre. Comenzamos en un histórico momento en noviembre 2005 en Madrid con el Dr. José Antonio Navarro, bastión inexpugnable de la AEV y su web, pujando por el nuevo nombre del sitio por el que casi nos querían timar y que conseguimos a precio competitivo. Desde mediados de 2006 en que lanzamos la web Vacunas.org, con el Profesor Dr. Javier Arístegui como director de la misma y yo como segunda de a bordo, he estado al frente de este proyecto que cedo ahora a otras manos que sabrán llevarlo aprovechando criterios de innovación y las oportunidades de las nuevas tecnologías de información y comunicación. En primer lugar, manifestar mi agradecimiento al Profesor Dr. Ángel Gil de Miguel por lanzarme el reto de la tesis doctoral en el que me metí de lleno en el mundo de Internet, Vacunas y Comunicación, además de llevarme de la mano a la Junta Directiva de la AEV hasta ahora. Y al Profesor Dr. Arístegui que con mano firme me mostró criterios y conocimientos para delegar en mí la dirección de la web cuando lo estimó conveniente.

También agradecer enorme y profundamente a todos los miembros del Comité Editorial en esta trayectoria la colaboración, apoyo y amistad que en estos años han hecho que Vacunas.org se haya catapultado para ser una página de referencia internacional en este campo. No voy a mencionar uno a uno por no extenderme, pero ese agradecimiento y afecto está para cada uno de modo personal e íntimo, también recordando en homenaje a los que ya no están aquí. Y, por supuesto, a los tres presidentes de la AEV, el Dr. Amós García Rojas, el Dr. José María Bayas y el Dr. Ángel Gil que han depositado su confianza en mí sin vacilaciones.

Toman las riendas de la web, en co-dirección el Dr. Cesar Velasco, que ha sido subdirector los últimos años, vocal de Nuevas Tecnologías de la AEV y Luis Ignacio Martínez Alcorta, recién llegado a la Junta Directica en la vocalía de Innovación. Les dejo varios retos. Quizá el primero sea la renovación del Comité editorial, donde parece conveniente incorporar nuevos perfiles, como enfermería y al ciudadanoiv. Esta experiencia la tuvimos con anterioridad siendo absolutamente enriquecedora.

Otro reto es la modernización en el trabajo material de la web. Ahí el nuevo equipo, nacido ya digitalmente, lo tiene mucho más fácil. El desarrollo del papel de las redes sociales cobra un absoluto interés pues es donde mayormente circulan las ideas equívocas sobre vacunación por lo que hay que jugar en el mismo campo. Y cuando hablamos de redes sociales, es muy amplio. Hay que trabajar el campo de los vídeos con creaciones y entrevistas propias. Tendríamos que conseguir uno o varios youtubersv, que no perdieran ni la calma ni la ciencia. Situarnos en ese papel de moda, pero evitando la misma, el de influencers. Eso, lo dicho, retos.

Y dando un paso más allá, un módulo de comunicación y vacunas, con alguna etapa presencial, tanto para la consulta del día a día como para comunicadores. Hay mucha experiencia acumulada en lugares donde los problemas van delante de los nuestros, que es una pena desperdiciarla. Eso, que les dejo trabajo, mucho.

Para cerrar, también les traslado un sueño: la creación de la plataforma Vacunas Cervantes, formada por los sitios web sobre vacunas de habla hispana en el marco del Vaccine Safety Net. Una pequeña red en castellano con Vacunologia basada en la evidencia tanto para profesionales como para andar por casa, ese madre o padre que busca lo mejor para su hijo-a. El camino está empezado…

A seguir trabajando duro y reiterar que no es un adiós por mi parte sino un hasta siempre por cuanto en cualquier circunstancia me encontraréis con la mejor predisposición de cara a conseguir los objetivos fundacionales de la AEV en beneficio de la ciudadanía y de tantos colegas que en el mundo investigan y luchan en la cabecera del paciente para lograr controlar esas enfermedades inmunoprevenibles actuales o venideras que pueden ser ciertamente muy dañinas. ¡Mucha suerte y éxito en esta nueva andadura para todos!

Dra. María José Álvarez Pasquín, directora Vacunas.org

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Vacuna Salk de polio: El ensayo de campo de Thomas Francis Jr. y el incidente Cutter (junio 2007)

Junio 2007

Autores:
José Tuells a, Javier Arístegui b

a Departamento de Enfermería Comunitaria, Medicina Preventiva y Salud Pública e Historia de la Ciencia. Universidad de Alicante.
b Departamento de Pediatría. Hospital de Basurto. Universidad del País Vasco.

Palabras clave: polio, Jonas Salk, Thomas Francis, laboratorio Cutter

Este artículo ha sido publicado en la revista Vacunas, 2006; 7(3): 136-9

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En términos de miedo colectivo y estigma, la poliomielitis tomó el relevo de la viruela a principios del siglo XX. El pánico, la discapacidad (ceguera) y el estigma (cicatrices desfigurantes) que supuso el azote de la viruela durante el siglo XVIII, encontró en la vacunación un remedio para ser combatida (XIX) y reducida hasta su erradicación (XX).

Aunque enfermedades como la tuberculosis o la difteria, asociadas a la pobreza, el hacinamiento y las deficiencias higiénicas tuvieron una elevada carga de angustia, la soslayaron encontrando remedios terapéuticos y preventivos. Sin embargo, las explosiones epidémicas de poliomielitis en los países escandinavos y Estados Unidos ocurridas a finales del XIX y comienzos del XX desencadenaron una oleada de temor e impotencia muy superiores 1.

Las secuelas de la polio, una parálisis infantil discapacitante para el resto de la vida, hacían muy visible la sensación de fracaso de la medicina. De manera paradójica, esta enfermedad se enseñoreaba en países reputados por sus excelentes condiciones higiénicas 2.

La población se asombraba porque la renombrada higiene no permitía combatirla y más bien parecía favorecerla. La polio fue conocida familiarmente como la enfermedad de la “pastilla de jabón”. Se atribuye a un investigador del Instituto Pasteur una frase que evoca una imagen exagerada pero pertinente sobre esa creencia: “si los niños frotaran sus bocadillos contra las paredes antes de comérselos, habría menos polio” 2.

La emergencia de la polio coincide además con la eclosión de los medios de comunicación, lo que la convierte en la enfermedad más relatada y fotografiada.

Si en sus inicios tuvo como población diana a los niños (parálisis infantil), el brote de 1916 en el nordeste de Estados Unidos dispara las alarmas y le confiere un carácter epidémico con afectación de adolescentes y adultos 3.

Convertida en un problema de salud pública, la polio atemoriza más por desconocida que por la realidad de sus tasas de incidencia. Año tras año crecen la incertidumbre y la presión social ante una enfermedad cuya naturaleza y mecanismo de propagación eran poco conocidos a principios de los años 30´, “intentar desarrollar una vacuna contra la polio en 1935 era algo parecido a pedirle a un hombre de la Edad de Piedra que inventara un automóvil” 4.

Estados Unidos, el país más afectado junto a Canadá, capitaliza las actividades investigadoras, terapéuticas y sociales contra la polio. Surgen allí las primeras asociaciones voluntarias para canalizar el deseo de ayuda a los afectados. La más conocida es la Fundación Nacional para la Parálisis Infantil (NFIP), creada en 1938 y dirigida por Basil O´Connor, abogado y amigo de Francis Delano Roosevelt (en la imagen), una víctima de la enfermedad a la edad de 39 años (1921), hecho que no le impidió proseguir su carrera política y alcanzar la presidencia estadounidense (1933-1945).

Inspirador del New Deal tras la Depresión del 29, convertido en símbolo de lucha contra la polio, Roosevelt fue un decidido promotor de la NFIP, llamada popularmente March of Dimes. A lo largo de los años 40´, miles de ciudadanos contribuyeron con sus donaciones a la “marcha de los diez centavos”, una causa destinada al cuidado y hospitalización de los paralíticos, la formación de los profesionales, las acciones durante las epidemias y la investigación en tratamientos y vacunas 1,2.

 

La Fundación Nacional para la Parálisis Infantil (March of Dimes)

 

 

Cartel de la Fundación Nacional para la Parálisis Infantil (1951)

 

Las líneas de trabajo orientadas hacia la inactivación o atenuación del virus cosecharon varios fracasos. No fue hasta finales de los 40´ cuando las aportaciones efectuadas por investigadores de la Universidad de Harvard (Enders, Robbins, Weller) 5 sobre la forma de cultivar el virus en tejido diferente al nervioso y la identificación de los tres serotipos de poliovirus (Bodian), abren el camino hacia una vacuna 6.

La epidemia de polio del verano de 1952 obtuvo las tasas más altas de incidencia de la historia en países como Canadá, Estados Unidos o Dinamarca 3.

Las consecuencias para la enfermedad no se hicieron notar. Científicos daneses, suecos y franceses ponen en marcha un sistema de ventilación mecánica continua que arrincona a los pulmones de acero, utilizados para combatir la parálisis respiratoria de los afectados por la polio 2.

Al otro lado del Atlántico, un profesor de microbiología de la Universidad de Pittsburg, Jonas Salk, comienza a desarrollar una vacuna de poliovirus inactivados. Salk había trabajado varios años con el reconocido Thomas Francis Jr. en Ann Arbor, Michigan, ensayando vacunas inactivadas contra la gripe y adquiriendo experiencia en este campo.

Ahora, con el apoyo de la NFIP y tras varios experimentos en monos, ensaya durante 1953 con algunos niños y adultos de dos instituciones cerradas de Pittsburg, la Escuela de Polk y la Watson House 1.        

                

                  Pulmón de acero (1953)

Salk va modificando las fórmulas y coadyuvantes para encontrar una vacuna eficaz contra la polio. Toma la decisión de ampliar la población de estudio y sus 3 hijos, el personal de su laboratorio y un colectivo de 600 personas son inmunizados. Salk está convencido de haber resuelto su búsqueda.

La amenaza de una nueva temporada de polio, la presión mediática y la propia NFIP urgían la toma de una decisión vistos los aceptables resultados que había obtenido Salk inactivando el virus con formaldehído 1, 7-9.

 

Thomas Francis Jr. Epidemiólogo

Se imponía un ensayo nacional. La NFIP y el Centro de Enfermedades Trasmisibles gubernamental (luego CDC) compitieron por llevarlo a cabo. Finalmente, tras fuertes tensiones, se acordó que Thomas Francis Jr. en su prestigiosa faceta de epidemiólogo dirigiera el ensayo de manera independiente.

El ensayo de campo con vacuna Salk de polio inactivada

El 26 de abril de 1954 en McLean (Virginia), Randy Kerr, un niño de 6 años fue el primer inmunizado del más amplio y publicitado ensayo clínico jamás realizado 10.

Thomas Francis Jr. estableció para su ejecución 3 premisas previas: se administraría una solución inerte a un número igual o mayor de los niños que recibieran la vacuna, ambos grupos (vacunados y controles) serían registrados y monitorizados de la misma manera y no se permitirían “interferencias” por parte de la NFIP 11.

El objetivo marcado era “probar una vacuna inactiva de acuerdo con la mayor evidencia posible, con suficiente antigenicidad para asegurar niveles significativos de anticuerpo, que obtuviera un grado de uniformidad y persistencia razonables y, finalmente, que estuviera libre de efectos adversos serios” 11.

Durante la fase de planeamiento del ensayo, Francis cuidó minuciosamente todos los detalles, desde el sistema de distribución y conservación de las vacunas, jeringas y agujas o las instrucciones para efectuar una inoculación segura, hasta la homogeinización en las actuaciones de los diferentes grupos de investigadores que participarían en el estudio. El núcleo central de operaciones era el Vaccine Evaluation Center (VEC) de la Universidad de Michigan.

El diseño utilizado fue bastante complicado. Hubo un protocolo dual. Por un lado lo que se llamó “estudio de control por observación”, que consistió en administrar vacuna a los alumnos de 2º grado escolar (7-8 años), mientras los de 1º y 3º grado no la recibían para servir como controles. Se compararían los casos de poliomielitis aparecidos en uno u otro grupo.

Este plan fue seguido en 127 áreas de 33 estados con un total de 1.080.680 alumnos participantes. Por otra parte, para medir el grado de eficacia de la vacuna, eliminando los sesgos debidos al diagnóstico y al sistema de notificación, se llevó a cabo un “estudio de control mediante placebo”, los niños de 1º, 2º y 3º grado se combinarían entre sí, vacunando a la mitad de ellos y recibiendo el resto una sustancia parecida pero sin efecto ni inmunidad contra la polio.

Cada niño recibiría producto del mismo lote, identificado con una etiqueta codificada durante las 3 inoculaciones. Solo los epidemiólogos del VEC conocerían la clave. Este diseño de doble ciego incluyó 84 áreas de 11 estados con una participación de 749.236 escolares 12,13.

Con algunas excepciones las áreas representan condados. Además de Estados Unidos, con 217 áreas cubiertas en 44 estados, participaron distritos sanitarios de Canadá y Finlandia.

El total de la población a estudio se identificó mediante un registro de inscripción (impreso FT-3) que recogía datos personales de cada niño, escuela y grado (1º, 2º, 3º) al que pertenecía, además de su historial sobre poliomielitis o incapacidad.

Cada niño recibió un impreso que describía el tipo de estudio, por observación (FT-1) o mediante placebo (FT-2) y en el que los padres podían hacer una solicitud escrita para que el niño participara, con o sin inoculación. También autorizaba la toma de muestras de sangre en caso necesario. Las respuestas negativas fueron registradas.

Otro impreso diferente (FT-4) se rellenó por cada inoculación recibida. El plan consistía en administrar 3 inyecciones de 1 cm3 por vía intramuscular en las semanas 0, 1 y 5 respectivamente. A finales de junio se había vacunado a todos los participantes.

Se tomaron muestras de sangre del 2% de los vacunados y de los testigos, antes de la vacunación y 2 semanas después de haber completado la serie. El manual de procedimiento contempló también la necesidad de llevar un registro de reacciones adversas.

Para la notificación de casos de polio tanto de los escolares participantes como de sus familiares se estableció un sistema de declaración semanal puesto en marcha desde el 1 de mayo que se remitía al VEC en el impreso VEC-11. Cada caso notificado se investigaba mediante un informe clínico-epidemiológico (FT-6) y otro de confirmación por laboratorio (muestras de sangre y heces) (FT-10). Tras el diagnóstico se recomendó la revisión de cada afectado por un fisioterapeuta que valoraba el grado de parálisis entre los 10 y 20 días después del comienzo de la enfermedad (FT-7). La declaración de casos mortales se hacía por vía telefónica 12,13.

El 31 de diciembre había un total de 1103 casos registrados, 290 de ellos incompletos. Para el 31 de enero solo quedaban por completar 78 y el último registro quedó cerrado el 9 de marzo de 1955 13. Dada la dualidad en el diseño no fue posible indicar una cifra completa que expresara la eficacia total de la vacuna.

Los resultados obtenidos en las “zonas de observación” del estudio señalan una eficacia de 60-80% contra la poliomielitis paralítica, 60% contra la polio tipo I y de 70-80% contra la polio causada por virus II y III. En las zonas donde se aplicó el esquema “control estricto-placebo” los resultados fueron mejores, eficacia de 80-90% contra poliomielitis paralítica, 60-70% contra polio tipo I, más del 90% contra polio tipo II y III 13.

El ensayo clínico de Francis no estuvo exento de controversia. Mientras algunos investigadores temían que la vacuna provocase casos de polio o cuestionaban el diseño del estudio o la propia técnica de preparación de la vacuna a base de virus inactivado (defendían el modelo clásico de virus atenuado que reproduce la infección natural), otras entidades llegaban más lejos.

Una emisora de radio extendió el rumor de que la NFIP tenía encargado un stock de pequeños féretros para los posibles niños que murieran durante el estudio, hubo también comunicados de organizaciones médicas opinando que las sesiones de vacunación gratuitas preparaban el terreno para la pesadilla de una medicina socializada 2.

    Polio pioneros                                                                     Polio pioneros (1954)

Estas actitudes críticas quedaron, no obstante, sepultadas bajo el formidable aparato de propaganda que organizó la NFIP, fuente de financiación del desarrollo de la vacuna y del propio ensayo clínico. El prestigio de la NFIP, la March of Dimes, era incuestionable, sus voluntarios se habían ganado a pulso durante años una fuerte empatía social. Emisiones de radio, televisión, panfletos, películas y anuncios protagonizados por personajes populares se multiplicaron. Una encuesta efectuada en mayo de 1954 reveló que había más americanos conocedores del estudio sobre la vacuna que del nombre de su presidente. No es de extrañar que la aceptación para participar por parte de la población fuera muy mayoritaria. Todos los padres querían que sus hijos fueran “Polio Pioneros”, estimulados por la percepción sicológica de amenaza ante la polio que había calado durante cuatro decenios y por la cercana esperanza del remedio que suponía la vacuna 14.

 

Niño pionero de la polio recibiendo la vacuna experimental en Detroit (1954)

Hubo un gran interés por parte de Thomas Francis en explicar correctamente el objetivo del estudio a los padres y de obtener su consentimiento informado. La NFIP procuró incrementar la aceptabilidad utilizando habilidades semánticas en los materiales educativos.

El consentimiento informado, por ejemplo, omitía los términos “permiso” y “experimento humano” y decía “Solicitud paterna para participación del hijo en el ensayo de campo de vacunación de poliomielitis”, haciendo constar además la gratuidad económica del mismo. Los padres recibían a la vez un panfleto llamando a la responsabilidad de proteger la salud de sus hijos “¡Padres! Esto es un mensaje sobre tu hijo y los tests de la vacuna de polio”.

Se acompañaba todo de una carta personal firmada por O´Connor, presidente de la NFIP, que aseguraba la bondad del ensayo, el apoyo de los médicos y escuelas al mismo y el agradecimiento a cada niño “por haber sido seleccionado para participar en este gran test científico” 11. La sensación de “estar haciendo historia” se extendió entre la población de manera evidente 11

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Jonas Salk with His inactivated Poliovirus Vaccine, 1953

 

 

 

Informe de Thomas Francis Jr. sobre el ensayo de campo de la vacuna de polio (1954)

Francis y Salk explicando los resultados del ensayo de campo

 

Una multitudinaria conferencia de prensa

El auditorio de Rackham Hall en el Campus de la Universidad de Michigan estaba a rebosar la mañana del 12 de abril de 1955. Periodistas de innumerables medios de comunicación esperaban una rueda de prensa. La fecha coincidía casualmente con el 10º aniversario de la muerte de Roosevelt. A las 10 y 20 de la mañana compareció ante la expectante audiencia Thomas Francis Jr. para comunicar los resultados del estudio. Fue entonces cuando pronunció su célebre frase: “la vacuna funciona, es segura, efectiva y potente” 11,14,15.

Francis hizo público que la vacuna de Salk era efectiva para la prevención de poliomielitis paralítica por virus tipo I en un 60-70% de los casos y del 90% para los tipos II y III. La repercusión de la noticia fue mundial, encabezando los titulares de miles de periódicos y revistas. Salk fue proclamado como un gran héroe, entre los grandes científicos de todos los tiempos 11.

La alegría se contagió a todos los lugares del planeta, especialmente a los padres de los Polio Pioneros y la gente de la NFIP. La revista Nature anunció que el descubrimiento era una de las 5 mayores gestas del siglo XX. Salk se sintió recompensado por los años de esfuerzo y fue inmediatamente requerido para dar entrevistas y recibir honores. Había perdido el anonimato.

Así se desarrollaron los acontecimientos para el gran público. Entre bastidores ocurrieron otras cosas. El éxito y las tribulaciones llegaron para Salk aquél mismo día.

Tras la intervención de Francis, Salk aseguró a los medios que había encontrado la vacuna perfecta y que los datos obtenidos en el ensayo se debían al uso de un antiséptico derivado del mercurio, el Mertiolate (Timerosal), que se había añadido en los lotes de la vacuna y concluyó que si lo eliminaba de la preparación la eficacia sería del 100%.

Francis le recriminó en privado y de manera rotunda “¿como diablos puedes decir eso? No tienes argumentos para sostener una efectividad del 100%” 15.

Otros investigadores que trabajaban en vacunas de virus atenuados también emitieron críticas sobre el trabajo y la forma de anunciarlo, opinaban que el marco tendría que haber sido una conferencia científica. Pese a todo, la trascendencia del hallazgo obligaba a la producción masiva de vacuna. Millones de niños la esperaban. Salk dijo una vez al ser preguntado sobre la patente de la vacuna, “¿puede patentarse el sol?” 14.

Horas después de la conferencia, el mismo 12 de abril, el Secretario de Estado de Salud firmó los permisos para comercializar de inmediato la vacuna a gran escala. Las 5 compañías farmacéuticas a las que se encomendó su producción fueron: Eli Lilly, Parke-Davis, Wyeth, Pittman-Moore y Cutter.

   Salk y Francis durante la rueda
   de prensadel 12 de abril de 1955

El incidente Cutter

Salk fue condecorado diez días después por el presidente Eisenhower, pero el 26 de abril iba a tener un fuerte disgusto. El director del Laboratory of Biologics Control recibió una serie de llamadas procedentes de California, 5 niños habían sufrido una parálisis en el brazo donde habían sido vacunados de polio. En todos los casos la vacuna procedía de los laboratorios Cutter.

Al día siguiente la vacuna se retiró del mercado, pero ya se habían administrado 380.000 dosis en alumnos de 1º y 2º grado. El 7 de mayo se suspendió el programa de vacunación en todo el país y las exportaciones de vacuna. Se inició una investigación epidemiológica como consecuencia de la tremenda crisis organizada. Se encontró que 120.000 dosis de vacuna fabricadas por los laboratorios Cutter contenían poliovirus vivo 16.

Entre los niños que las recibieron se estimó un total de 40.000 casos de polio abortiva (casos leves, sin parálisis), 51 casos de forma paralítica y 5 muertes. También se produjo un brote epidémico comunitario con 113 afectados de parálisis en contactos y 5 fallecimientos 17.

Los requerimientos para la fabricación de vacuna fueron revisados por las autoridades federales reiniciándose las inmunizaciones en junio de ese mismo año. Entre 1955 y 1962 se distribuyeron en Estados Unidos 400 millones de dosis vacuna de polio inactivada que provocaron un brusco descenso en la incidencia de la enfermedad 17.

Dos años después del incidente los padres de una niña afectada, Anne Gottsdanker, iniciaron una demanda contra Cutter. El jurado concluyó que el laboratorio no había sido “negligente” dada la urgencia con que se habían atendido los pedidos y la poca claridad de los estándares, no obstante lo declaró “responsable sin culpa” fijando una indemnización.

Aunque judicialmente las vacunas no fueron afectadas por el veredicto, nuevas demandas interpuestas durante los años 80´ por los efectos de otras vacunas llevaron a la creación del Programa de Compensación Nacional de Lesiones por Vacunación en 1986 asegurando la participación de las compañías farmacéuticas en la producción de vacunas 17.

 

 

Técnico de los Laboratorios Cutter vigilando
 la producción de vacuna de polio (1955)

Portada de un libro sobre la polio

 

 

 

1. Paul, JR. A History of Poliomyelitis. New Haven, Conn: Yale University Press, 1971.

2. Seytre B, Shaffer M. Histoire de l´éradication de la poliomyélite. Les maladies meurent aussi. PUF: Paris, 2004

3. John TJ. The golden jubilee of vaccination against poliomyelitis. Indian J Med Res. 2004; 119:1-17

4. Blume S. Lock in, the state and vaccine development: Lessons from the history of the polio vaccines. Research Policy, 2005: 34; 159–173.

5. Enders JF, Weller TH, Robbins FC Cultivation of the Lansing strain of poliomyelitis virus in cultures of various human embryonic tissues. Science 1949; 109 : 85-7.

6. Robbins FC. The history of polio vaccine development. In: Plotkin SA, Orenstein WA, editors. Vaccines . 3rd ed. Philadelphia: WB Saunders Co. 1999.

7. Salk JE. Studies in human subjects on active immunization against poliomyelitis. I. A preliminary report of experiments in progress. J Am Med Assoc 1953; 151 : 1081-98.

8. Salk JE, Bennett BL, Lewis LJ, Bazeley PL, Krech V, Ward EN , et al. Studies in human subjects on active immunization against poliomyelitis. II. A practical means of inducing and maintaining antibody formation. Am J Public Health 1954; 44 : 994-1009.

9. Salk JE, Krech U, Youngner JS, Bennet BL, Lewis LJ, Brazeley PL. Formaldehyde treatment and safety testing of experimental poliomyelitis vaccines. Am J Public Health 1954; 44 : 563-70.

10. Meldrum M. "A calculated risk": the Salk polio vaccine field trials of 1954. BMJ. 1998; 317:1233-6

11. Lambert SM, Markel H. Making history: Thomas Francis, Jr, MD, and the 1954 Salk Poliomyelitis Vaccine Field Trial. Arch Pediatr Adolesc Med. 2000; 154:512-7.

12. Francis T Jr. Evaluation of the 1954 poliomyelitis vaccine field trial; further studies of results determining the effectiveness of poliomyelitis vaccine (Salk) in preventing paralytic poliomyelitis. JAMA. 1955; 158: 1266-70.

13. Francis T Jr, Korns RF, Voight RB, Boisen M, Hemphill FM, Napier JA, Tolchinsky E. An evaluation of the 1954 poliomyelitis vaccine trials. Am J Public Health. 1955; 45:1-63.

14. Smith JS. Patenting the Sun. Polio and the Salk Vaccine. New York: Bantam Doubleday Dell Publishing Group, 1991

15. Markel H. April 12, 1955-Tommy Francis and the Salk vaccine. N Engl J Med. 2005; 352:1408-10

16. Nathanson N, Langmuir AD. The Cutter incident: Poliomyelitis following formaldehyde-inactivated poliovirus vaccination in the United States during the spring of 1955. II. Relationship of poliomyelitis to Cutter vaccine. Am J Hyg 1963; 78 : 29-60.

17. Offit PA. The Cutter incident, 50 years later. N Engl J Med. 2005; 352: 1411-2.




Doña Isabel, la enfermera de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna

Diciembre 2007

Autores: 
Susana María Ramírez Martín (a)
José Tuells (b)
 

a Departamento de Biblioteconomía y Documentación. Universidad de Carlos III.
b Departamento de Enfermería Comunitaria, Medicina Preventiva y Salud Pública e Historia de la Ciencia. Universidad de Alicante. Centro de Vacunación Internacional de Alicante, Sanidad Exterior, Ministerio de Sanidad y Consumo.

Palabra clave: Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, Doña Isabel, Enfermería

Este artículo ha sido publicado en la revista Vacunas, 2007; 8 (3): 160-6 

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La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (REFV) dirigida por Francisco Xavier Balmis contó entre sus expedicionarios con una mujer, Doña Isabel, la cuidadora de los niños vacuníferos, un ejemplo pionero en la historia de la enfermería pediátrica española. La vida de esta gran desconocida ha quedado unida para siempre a la primera campaña organizada de inmunización en la historia de la salud pública. Al vacío de datos biográficos, comenzando por la confusión en torno a su propio nombre, hay que añadir su papel de actriz secundaria en la REFV, a cuyo periplo parece circunscrita su trayectoria vital. Es posible que Balmis al pergeñar el guión de la expedición no la tuviera en cuenta para ofrecerle algunas líneas de diálogo, Doña Isabel no las necesitó, bastó su presencia para infundir energía a un buen número de escenas.

Francisco Xavier de Balmis

Los practicantes y enfermeros de la REFV

Tras la Real Orden de Carlos IV emitida el 6 de junio de 1803, que dispone se organice una expedición científica con el objeto de llevar “el eficaz remedio de la vacuna como preservativo de las viruelas a todas sus posesiones”1, se inician en un tiempo récord los preparativos que permitirán zarpar a la REFV del puerto de La Coruña el 30 de noviembre de 1803. El convoy humanitario, con Balmis a la cabeza como médico y director, se compone de tres cirujanos en calidad de ayudantes, José Salvany y Lleopart, Manuel Julián Grajales y Antonio Gutiérrez Robledo. Las circunstancias del viaje determinaran que Balmis designe al primero de ellos como subdirector. Completan la nómina dos practicantes, Francisco Pastor Balmis y Rafael Lozano Pérez y tres enfermeros, Basilio Bolaños, Pedro Ortega y Antonio Pastor. Junto a ellos viaja la Rectora de la Casa de Expósitos de La Coruña, que tiene a su cargo los 22 niños elegidos para trasladar en sus brazos la vacuna hasta América.

Las obligaciones de cada uno de los miembros de la REFV estaban inicialmente bien diferenciadas, conteniendo el Expediente General sus responsabilidades específicas, llegándose a tipificar incluso el tipo de vestimenta que debían utilizar: “Para la mayor economía y decencia de los individuos de las expediciones, se permita a los Ayudantes usar el mismo uniforme que los de los hospitales del Ejercito, y para los practicantes y enfermeros el de los porteros del Jardín Botánico”2.

Cuando la REFV llega a América se trastocan los planes. Ante la necesidad de llegar al máximo de lugares posibles se produce una primera división, Balmis inicia una ruta que recorrerá México con destino a Filipinas y China, mientras Salvany toma rumbo hacia el sur en un recorrido que le llevará hasta el Perú y que proseguirá Grajales en Chile. A lo largo de estas dos grandes rutas se organizaron pequeñas expediciones para abarcar más territorio que fueron cubiertas por los propios integrantes de la REFV ayudados en numerosas ocasiones por sanitarios locales.

Es incuestionable la excelente labor desarrollada por los practicantes y enfermeros, reconocida tanto a través de los informes que emitieron Balmis y Salvany, como del interés que puso Balmis, una vez acabada la expedición, por sus situaciones personales. Los practicantes fueron seleccionados personalmente por Balmis. Él mismo había iniciado su formación como Practicante primero del Hospital Real Militar de Alicante a la edad de 17 años, plaza obtenida por examen riguroso y que desempeñó durante cinco años (1770-1775) al lado del Cirujano Mayor del mencionado hospital1.

Empleo de Balmis como practicante de cirugía
del Hospital Real Militar de Alicante

 

En aquella época los practicantes recibían formación como aprendices de cirugía, tal fue el caso de Edward Jenner, que entre los 14 y los 21 años trabajó junto al cirujano John Ludlow en Sodbury para después trasladarse al Hospital de St. Georges en Londres donde acabó de formarse con el célebre cirujano John Hunter 3. Al practicante, un paso previo al oficio de cirujano, se le enseñaban operaciones de cirugía menor, aplicación de apósitos y vendajes. También se familiarizaban con la técnica inoculatoria.

En la REFV para los cargos de ayudante se eligieron licenciados en Medicina y Cirugía, mientras que para los de practicante se seleccionó a personas con experiencia en inoculaciones y técnica quirúrgica.

Francisco Pastor Balmis, era practicante “mui instruido en la Bacunación por haverla constantemente practicado a mi lado”, según cuenta Balmis hablando de su sobrino, que durante un tiempo vivió con él en Madrid aprendiendo el oficio de cirujano, antes de elegirlo para formar parte de la REFV1. Cuando la expedición se halla en La Habana, Balmis decide “enviar al practicante D. Francisco Pastor con las correspondientes instrucciones, niños y ejemplares, del tratado histórico de la vacuna desde Campeche a Laguna por ser mas corto y seguro el viaje que desde La Havana a Truxillo”, tomando esta decisión por que de “fiar este encargo a otro facultativo que no tenga la instrucción competente, no podrá aventurarse el éxito que tanto interesa”1.

Al dividirse la expedición, Francisco Pastor permanece junto a su tío. Su labor fue muy reconocida, destacando por sus dotes de organizador durante su misión en Guatemala, “Al ayudante Pastor lo envió Balmis a Guatemala desde La Habana siguiendo la vía Campeche. En el discurso de su viaje vacunó a más de 200.000 personas, estableciendo en la Capital de la Capitanía General un reglamento para su conservación parecido en todo al de Caracas”1.

Teniendo pues la categoría de practicante, su preparación le hacía merecedor de llevar a cabo tareas de ayudante. En México, Balmis informa que ya se ha reunido a la expedición el practicante Francisco Pastor, que ha desempeñado “su comisión con todo acierto”, aunque los inconvenientes han sido muchos. Ha caminado “en un mes mas de 400 leguas” y se halla “convaleciente de su enfermedad”1. Más tarde acompaña a Balmis en el trayecto hasta las islas Filipinas, donde juega un papel importante en la dispersión de la vacuna por el archipiélago. Comisionado junto con Pedro Ortega, llegan hasta las islas Visayas, cuyos nativos eran hostiles a las tropas españolas. Poco antes de su llegada una terrible epidemia de viruela había asolado la zona, la actuación de los dos expedicionarios cortó el brote y en agradecimiento los nativos hicieron las paces con sus enemigos españoles4.

El otro practicante, Rafael Lozano Pérez, seleccionado por Balmis ya que “se ha dedicado a esta nueba inoculación y es cirujano aprobado”, acompañó a Salvany en la ruta andina junto a Grajales y Bolaños, participando en la actividad vacunadora con mérito suficiente para que Salvany solicitara al rey que en señal de agradecimiento lo distinguiera con los honores de Cirujano de Cámara1. Un ejemplo de practicante que pasa a ayudante de cirugía hasta conseguir la categoría de cirujano.

Las obligaciones de los enfermeros eran diferentes, su misión consistía en proveer cuidado a los niños. Como expresa el texto del reglamento elaborado por Balmis, “para el buen desempeño de este cargo, conviene recaiga en sujetos de juicio y prudencia que cuiden del buen orden de los niños, que deben guardar así en el mar como en tierra, de su limpieza y aseo que tanto interesa para conservar la salud y de asistirlos con amor y caridad. No deberán separarse de los niños cuando salten a tierra y cuando salgan al campo, para evitar algún extravío, y hacerles guardar la moderación y buen orden que se requiere en una expedición tan respetable”. Debían favorecer la labor de los cirujanos ayudando a resolver las dificultades que se presentasen. Carecían de formación académica aunque la experiencia adquirida durante la expedición los convirtió en valiosos colaboradores.

Basilio Bolaños, a las órdenes de Salvany, llegó con la expedición a Perú y más tarde acompañó a Grajales en el itinerario hasta el Reino de Chile, embarcando desde Lima hasta Valparaíso. Salvany también quiso que se le agradecieran los servicios prestados por lo que solicitó al rey “le distinga con los honores de Conserje del Real Palacio o bien con otra distinción”1. Pedro Ortega llega con Balmis hasta Filipinas y colabora activamente con Francisco Pastor en la propagación de la vacuna. Fallecerá en Manila antes que los expedicionarios Gutiérrez, Francisco Pastor, Ángel Crespo, Antonio Pastor y la Rectora, vuelvan a México tras completar su actividad vacunadora. Balmis hizo el trayecto de vuelta a España por Cantón y Santa Elena en solitario.

Niños durante el viaje

A su llegada “recomienda encarecidamente que se proteja a los dos hijos huérfanos de su colaborador D. Pedro Ortega”. Ángel Crespo, que iba a formar parte del grupo inicial de expedicionarios, realizó funciones de secretario de la REFV durante el itinerario mejicano, actuando como un enfermero más en todo el trayecto filipino, obteniendo tras su vuelta a México una pensión. El último enfermero, Antonio Pastor, también familiar de Balmis, siguió el mismo destino que Francisco Pastor. Tras completar la expedición junto a Balmis hasta Filipinas, retornaron a México y 3 años después por mediación de su tío pudieron volver ambos a España4. Queda ahora por revisar la figura de la enfermera que trabajó codo con codo en este colectivo sanitario.

 

El incierto apellido de la Rectora

Todas las fuentes coinciden en que la Rectora de la Casa de Expósitos de La Coruña se llamaba Isabel y de forma mayoritaria convienen que su segundo apellido era Gómez. Sobre su primer apellido, sin embargo, se viene manteniendo desde hace 200 años una notable confusión, a la que sin duda empezó a contribuir el propio Balmis. La llama Dña. Isabel Sendala y Gómez, en Carta de Balmis al Marqués de Someruelos, Capitán General de la Isla de Cuba, fechada en La Habana el 26 de mayo de 1804. La llama Dña. Isabel Zendala y Gómez, en Informe de Balmis fechado en Acapulco el 5 de febrero de 1805. La llama Dña. Ysabel Gomez Sandalla, en el Informe de Balmis, fechado en Sevilla el 6 de diciembre de 1809. Otros 4 documentos de la época, la denominan Isabel Cendala y Gómez (1804 y 1805), Isabel Cendalla y Gómez (1809), Isabel Sendalla (1810). Por lo que encontramos en vida de la Rectora 6 interpretaciones diferentes de su apellido en la variada documentación relativa a la REFV.

Posteriormente diversos autores han introducido nuevas variaciones, añadiendo Cendales, Gandalla, Sendales o cambiando el apellido Gómez por López. La Tabla 1 ilustra las autorías e influencias que han jalonado a uno y otro lado del Atlántico el enigma del apellido y muestra como cada nueva fuente abre un sendero de repeticiones1,4-23.

Resulta paradigmático que en una misma obra colectiva del año 2004 correspondiente a las celebraciones del bicentenario de la REFV, se la pueda encontrar con 3 nombres diferentes, prueba de la fidelidad a las propias fuentes o del rol subsidiario de la Rectora17. Otro ejemplo anecdótico es la propuesta que se hizo en 1971 por el ayuntamiento de La Coruña para dedicarle una calle y que tuvo como resultado final la adjudicación a Isabel López Gandalla. El comentario reivindicativo de su figura realizado por el autor de un artículo en 1966 llevó a esta situación24, que él mismo intenta remediar tras una revisión21 y, admitiendo sus fuentes 8, proponiendo en 1981 que se corrija la placa y rece sólo: “Calle de Doña Isabel, Rectora de la casa de Expósitos, 30-XI-1803”.

Las versiones del apellido procedentes de América suelen utilizar Cendala-Sendala-Zendala (Balmis, Cook, Smith, Fernández del Castillo, Bustamante, Colvin), Díaz de Yraola abrió la vía Gandalla (Rico-Avelló, Nieto Antúnez, Archila, Barona), la versión Sendales, adoptada desde el siglo XIX por Santucho en España, al que siguieron Castillo y Domper, Estrada, Rumeu de Armas o Piédrola Gil, parece contar actualmente con más amplio consenso tras los trabajos de Ramírez1-3, 23 (Balaguer, Rigau-Pérez, Moratinos, Núñez, Alvarez). Las razones que apoyan la decisión de esta última autora son que “así es como se denomina a la Rectora de la Casa de Expósitos en el mayor número de los documentos de archivo consultados. ¿Cómo se explicaría la conversión de Sendales en otros términos con que aparece el apellido en los diferentes autores? Pensamos que el apellido original sería Cendales. ¿Cómo se pasa de Cendales a Sendales? La S puede ser fruto del seseo de una población vinculada a la realidad americana. De su pronunciación a su escritura como ese no hay distancia, cuando no media un documento escrito”1, 23.

 

Tabla 1. Los nombres de la Rectora
 Nombre  Autor Año 
 Isabel Sendala y Gómez  Balmis  1804
 Isabel Sendala y Gómez  Integrantes REFV Acta AM Puebla  1804
 Isabel Sendala y Gómez  Balmis  1805
 Isabel Sendala y Gómez  Lista embarque navío Magallanes  1805
 Ysabel Gomez Sandalla  Balmis  1809
 Isabel Cendalla y Gómez  Expte. AGN escribano Hermida  1809
 Isabel Sendalla  Expediente AGN México  1810
 Isabel Sendales López  Santucho  1871
 Isabel Sandalla y Gómez  Moreno Caballero  1885
 Isabel Sendales y López  Castillo y Domper (Santucho)  1912
 Isabel Sendales López  Estrada Catoira (Santucho)  1917
 Isabel Sendales y López  Rumeu de Armas (Castillo) 1940 
 Isabel de Cendala y Gómez  Cook  1942
 Isabel López Gandalla  Diaz de Yraola  1948
 Isabel Sandalla y Gómez  Riquelme Salar  1950
 Isabel de Cendales y López  Alfonso  1950
 Isabel López Gandalla  Rico Avelló (Díaz)  1956
 Isabel de Cendala y Gómez  Fernández del Castillo (Cook)  1960
 Isabel López Gandalla  Nieto Antúnez (Díaz)  1966
 Isabel López Gandalla  Archila (Díaz)  1969
 Isabel Zendala y Gómez  Parrilla Hermida  1974
 Isabel Gómez y Cendala  Smith  1974
 Isabel Cendala y Gómez  Bustamante (AM Puebla)  1975
 Isabel Sendales  Piédrola Gil  1977
 Isabel López Gandalla  Febres Cordero (Archila)  1987
 Isabel de Cendala  Arquiola  1991
 Isabel Sendales y Gómez  Ramírez Martín  1999
 Isabel Sendales y Gómez  Balaguer (Ramírez)  2003
 Isabel Sendales y Gómez  Moratinos  2004
 Isabel López Gandalla  Barona (Díaz)  2004
 Isabel Sendales  Rigau-Pérez  2004
 Isabel Sendales y Gómez  Núñez (Ramírez)  2005
 Isabel de Cendala y Gómez  García  2005
 Isabel Cendala  Colvin  2006
 Isabel Sendales y Gómez  Alvarez  2006

Con todo y al hilo de esta revisión los siguientes argumentos quizá puedan contribuir a fortalecer o debilitar las distintas versiones.

El término “cendal” significa “tela de seda o lino muy fina y transparente” (DRAE). Proviene del antiguo provenzal “sendal” y a su vez del latín “sindon”. Actualmente en desuso, aparece en una rima de Bécquer “cendal flotante de leve bruma”. Existe como apellido en España. Los términos cendala, sendala y zendala no aparecen en el DRAE. Como apellidos, no se encuentra Cendala y de forma muy minoritaria existen Zendala y Sendala en algunas zonas de EEUU.

La palabra “gandalla” se utiliza de manera coloquial en México para referirse a un individuo “que es abusivo y tiene malas intenciones, que siempre molesta a los demás”. No está aceptada por el DRAE. Como apellido se encuentra en Puerto Rico y EEUU.

Los zendales son los individuos de un grupo indígena mexicano que viven en el estado de Chiapas y también el nombre de un río en la misma región. En documentos coloniales también se les denomina cendales, tzeltales, sosiles o quelenes. En 1712, los indios zendales protagonizaron una sublevación contra las autoridades coloniales españolas por la explotación a la que eran sometidos. El levantamiento de los 32 pueblos zendales de la entonces provincia de Chiapa fue sofocado duramente. No encontramos el apellido Zendales. En zonas de EEUU existen algunas personas como Sendales. Finalmente, el apellido Cendales es bastante común en Colombia y aparece en varios países México, Venezuela.

A la vista de estos datos creemos que la versión Gandalla del apellido debe descartarse, aparece por primera vez en el texto de Díaz de Yraola (1948)8 y luego es repetida por los autores que siguen esta fuente. La “S” mayúscula es fácil de confundir con la “G” en textos manuscritos, por lo que se trataría de un error y en realidad sería “Sandalla”, más acorde con una de las transcripciones de Balmis (1809).

Sobre la versión Cendales, hay que señalar que solo la refiere un autor9 (1950), escritor y cineasta, no historiador y con ser actualmente la forma más común de apellido de todas las versiones, éste sólo aparece en América, por lo que debe eliminarse como opción. El caso para Sendales debe ser observado desde una perspectiva diferente a anteriores análisis de los que incluso hemos participado. Aparece citado por primera vez en 1871 (José María Santucho y Marengo, médico militar y académico) y seguido en 1912 por Julio Castillo y Domper (médico militar) abriéndose con ambos una línea muy consultada. Sin embargo, el bloque de referencias contemporáneas a La Rectora no tiene ninguna opción que acabe en “ales”, lo que debilita esta posibilidad. Nos encontraríamos en un callejón sin salida, abocados a elegir entre las versiones de los documentos de la expedición –Send/Cend/Zend/Sand- y –ala/alla-. Sirva como ejemplo de la diferencia entre seguir a un autor o acudir a una fuente primaria el que proporciona en su obra Fernández del Castillo11, cita 7 veces a la Rectora como Isabel de Cendala, siguiendo a Cook7 y en el único documento de la expedición que transcribe donde se la nombra aparece como Isabel Cendalla.

Quizá existe otra posibilidad que pueda explicar el origen de tan larga confusión. Siempre se ha dado por sentado que la Rectora debía ser gallega, pero nunca se han encontrado versiones de su apellido en esa región. Galicia mantuvo una constante relación con Irlanda o Inglaterra, comerciantes, soldados o marinos inmigrados de estos países se asentaron durante los siglos XVII y XVIII en las costas gallegas. Existe un Camino Inglés, denominado así por los cientos de peregrinos que llegaban en barco a los puertos de Ferrol o La Coruña para viajar hasta Santiago de Compostela. Dos de los apellidos más antiguos en estos países y que también aparecen como inmigrantes en EEUU a partir del XVIII, son Sendall y Sandall. ¿Pudo ser Doña Isabel hija de un inglés o irlandés casado con una española? ¿Pudo tomar el apellido como consecuencia de su matrimonio con un inglés? ¿La trascripción fonética de Sendall o Sandall al castellano no es fácilmente compatible con cualquiera de las versiones dadas hasta ahora? Sin ánimo de contribuir a la lista de acepciones, creemos que ésta podría ser una línea de investigación a considerar. Explicaría en parte un cierto desarraigo para tomar decisiones y un carácter forjado con más variedad de experiencias.

 

Su papel durante la REFV

La incorporación de la Rectora a la REFV se decide cuando los expedicionarios se encuentran en La Coruña ultimando los preparativos del viaje. Todavía en Madrid, el 21 de agosto de 1803, Balmis presenta una lista de los empleados, sus dotaciones y las asignaciones que dejan a sus familias. La Rectora no figura en ese documento. Desde la llegada a La Coruña a mediados de septiembre, Balmis se preocupa de fletar el barco y de colectar a los niños vacuníferos. Es entonces cuando entra en contacto con La Rectora de la Casa de Expósitos y probablemente decide incorporarla a la expedición. Se ha especulado sobre si la iniciativa pudo partir del propio Balmis, de la institución o de la misma Rectora. No se sabe con exactitud, pero dadas las atribuciones de que disponía Balmis, “la elección de los niños era tarea privativa del Director de la Expedición” o que excluyó de la lista inicial de expedicionarios pocos días antes de la partida al ayudante Ramón Fernández Ochoa por observar en él un mal comportamiento, no es de extrañar que la decisión partiera de él.

Exposición con ocasión del Bicentenario

El Reglamento del Gran Hospital de Santiago y de la Casa de Expósitos, contempla las funciones de la Rectora encargada de ésta última como: Vigilaría constantemente el departamento de su cargo, cuidando de que reine en él el mayor orden, así como del aseo y limpieza de las habitaciones y expósitos y reconocerá a estos para ver si están limpios y bien aliñados. Manipulará las ropas de los expósitos que le serán entregadas con el sello correspondiente por el Director, y cuidará de su lavado y repaso. También incluye entre los perfiles del personal que: Las enfermeras o mozas de sala acreditaran ante el Director su buena vida y costumbres, ser menores de 40 años y de constitución robusta. Se dará preferencia a las solteras o viudas23.

Durante el arduo proceso de captación de niños en Galicia, que tuvieran entre 8 y 10 años, fueran sanos y no hubieran padecido las viruelas naturales, Balmis debió pensar en la necesidad de una figura femenina para su cuidado durante el viaje, o tal vez al conocer a la Rectora intuyó que una mujer de su experiencia garantizaría una mejor atención de estos. La Rectora debió mostrar una gran fortaleza de carácter para aceptar tamaña responsabilidad y se dispuso a contribuir al éxito de la aventura.

Comisionada pues para “inculcar confianza y repartir cariño maternal entre los infantes”, se la nombra a propuesta de Balmis y de Ignacio Carrillo, presidente del Hospital de la Caridad, con fecha 14 de octubre de 1803 y en calidad de enfermera de la REFV: “Conformandose el Rey con la propuesta de Vm. y del Director de la expedición destinada a propagar en Yndias la inoculacion de la vacuna, permite S.M. que la Rectora de la Casa de Expósitos de esa Ciudad sea comprehendida en la misma expedición en la clase en Enfermera con el sueldo y aiuda de costa señalada á los Enfermeros, para que cuide durante la navegacion de la asistencia y aséo de los Niños, que haian de embarcarse, y cese la repugnancia, que se experimenta en algunos Padres de fiar sus hijos al cuidado de aquellos sin el alivio de una Muger de providad. Con esta fecha paso el aviso correspondiente al Ministerio de hacienda para que la Rectora reciva en esa Ciudad la aiuda que costa de tres mil rs. con destino á su havilitación, y para el abono en Yndias del sueldo de quinientos ps. annuales, contados desde el dia que embarque, y la mitad á su regreso, que deberá ser de cuenta del Erario; y á Vm. lo participa de Rl. Ordenes para la inteligencia de la Junta de caridad, de que es Presidente y noticia de la Ynteresada”23.

Existe un total desconocimiento de sus datos personales, edad, estado civil, etc. En diversos documentos se cita, no obstante, que uno de los niños vacuníferos era hijo suyo. Cuando la expedición parte rumbo a Filipinas, “de los 22 niños que salieron de La Coruña quedaban al cargo del Virrey 21  pues el otro restante quedó interinamente con su madre la Rectora de la Casa de Expósitos de La Coruña”23. En documento del AGN de 17 de marzo de 1809 relativo al destino y protección que se ha de dar a los niños empleados en la expedición: “…Y por último es su Real Voluntad que al hijo de la Rectora de la Expedición Dª Isabel Cendalla y Gómez se le pase y abone en esas Casas Reales desde 1º de agosto de 1804 aquella cantidad que hubiere tenido de costo en el Hospicio de Pobres uno de los destinados a él, respecto a no haber disfrutado auxilio alguno en ese tiempo del Real Erario, y que se le continúe por ahora y hasta tanto que se halle con la colocación o destino a que su inclinación le llame y quiera su madre, cuyo zelo y extraordinarios servicios contraídos en la Expedición han sido muy satisfactorios a S.M…”. Diferentes autores citan que el niño, Benito Vélez, era adoptado4. Todo hace pensar que era una mujer sola con un único hijo a su cargo, situación que podía justificar el adherirse a la Expedición sin dejar nada atrás.

Tal vez fuera viuda. Efectivamente, se la califica de mujer de probidad, es decir, honrada. Esto no sería creíble en el caso de haber tenido el hijo fuera del matrimonio. Debió ser una mujer de gran categoría. La Casa de Expósitos y el Hospital de la Caridad eran las dos grandes obras de beneficencia de Galicia. El Presidente de la Junta del Hospital de la Caridad era don Ignacio Carrillo, en la misma categoría estaba Doña Isabel. Su prestigio constituiría un plus para convencer (superar la repugnancia) a los padres remisos a confiar a sus hijos al cuidado de los enfermeros “sin el alivio de una mujer de providad”23.

 

Grabado utilizado en la conmemoración
del Bicentenario de la Expedición

La participación de la Rectora de la Casa de Expósitos en REFV fue ejemplar, controlaba todo lo relacionado con los niños, por lo que fue un gran apoyo para el feliz desenlace de la expedición vacunal. En junio de 1805 Balmis informa en Manila que: “La Rectora de esta Real Expedición me ha hecho presente que en atención a la dilatada navegación, que se debe emprender para nuestro regreso, necesitan los 26 jovenes que han servido para trasmitir la Vacuna a estas Yslas de algunas ropas y utensilios para mantenerlos con el aseo y limpieza correspondiente; lo que pongo en consideración de V.m. para que de cuenta de la Real Hacienda se les habilite de todo lo que fuere de absoluta necesidad conforme a la soberana voluntad de su Majestad”23.

Hay que advertir que dedicarse al cuidado de los niños contenía aspectos muy diversos. En primer lugar los derivados del viaje en sí mismo, mareos, vómitos, gastroenteritis, parásitos, accidentes ordinarios en las navegaciones. Las condiciones climáticas también influían en la salud, se pasó del invierno húmedo gallego al calor extremo en zonas tropicales, “son tan crueles y duras las penalidades que sufren los niños durante la travesía desde la península hasta el Caribe”1. A esto hay que añadir la extrema atención que requería la vigilancia de las sucesivas inoculaciones que se iban practicando. Observar que no se mezclaran los inoculados con el resto para que no se contagiaran, evitar que se manipularan las pústulas, conseguir una buena transmisión del fluido vacunal. Doña Isabel cuidó en todo momento de que las operaciones fueran lo más limpias posible.

La tarea de los expedicionarios fue muy elogiada, en varias ocasiones se agradeció a Balmis y al resto de miembros “el buen desempeño de su Comisión en Nueva España, y se les encargaba que si algo hubiesen dexado por hacer lo perfeccionasen a su regreso de Filipinas”. Pero es Balmis, que se prodigaba poco en elogios, quien resalta especialmente la actitud y dedicación de Doña Isabel, “La miserable Rectora que con el excesivo trabajo y rigor de los diferentes climas que hemos recorrido, perdió enteramente su salud, infatigable noche y día ha derramado todas las ternuras de la más sensible Madre sobre los 26 angelitos que tiene a su cuidado, del mismo modo que lo hizo desde La Coruña y en todos los viajes y los ha asistido enteramente en sus continuadas enfermedades”, en informe de Balmis, Macao (1806).

Figura enigmática, Doña Isabel es uno de los pilares de la expedición. Cuidó de los “galleguitos” desde La Coruña hasta la capital novohispana y a los niños mexicanos que partieron desde Acapulco rumbo a Filipinas. Estuvo en el archipiélago hasta que volvió nuevamente la Expedición Vacunal a Nueva España. Al volver de las Islas Filipinas, la rectora rompió con los lazos que la vinculaban a la Península y se estableció en Puebla de los Ángeles donde desaparece para la historia de la ciencia española4.

Doña Isabel novelada

El entorno de la Expedición por su carácter de gesta pionera se presta a la fabulación. El papel de Balmis cuya vida personal parece envuelta en el misterio, su carácter personal, una mezcla de determinación, intransigencia, fortaleza, minuciosidad, siempre abierto a porfiar, resulta sin duda atractivo para una narración. No lo es menos la figura de la Rectora. Más desconocida, más misteriosa, única mujer en la expedición, es un personaje ideal para inventarle atributos, para imaginarle una vida. Por el momento contamos con 3 versiones noveladas de la Expedición que guardan un punto en común, la ampliación de la figura de Doña Isabel, confiriéndole un protagonismo mayor que el encontrado en libros o artículos históricos.

En una primera novela9 bastante bien documentada, Doña Isabel de Cendales y López, es presentada como una atenta colaboradora, pendiente de detalles hacia Balmis, ejerce su rol de enfermera y sólo en un momento de la acción un Balmis excepcionalmente contento le dirige un cumplido: “¡Yo no sé en qué están pensando los hombres jóvenes!”. Otra más reciente18, presenta a un Balmis romancero con una novia de juventud, varias cuitas amorosas en México, un fugaz y tardío matrimonio con una alicantina y finalmente un gran amor secreto: Doña Isabel de Cendala y Gómez. A lo largo del viaje narrado por Balmis en primera persona, se nos presenta una Isabel “alta, céltica, labios delgados, nariz afilada, gesto adusto, pelo amarillo-rojizo, ni bella ni fea”, que va aumentando su protagonismo a base de profesionalidad y capacidad de mediación entre el conflictivo Balmis y otros personajes. Éste empieza a descubrir su “belleza madura y serena, de dulces facciones, sonriente, que guarda un secreto”. Tras desvelarse que uno de los niños de la expedición es hijo de ella, -Balmis lo toma muy mal pero luego la entiende-, aumenta la intensidad de la relación que se carga de erotismo al calor de La Habana. Al final de su vida Balmis recibirá una larga carta en la que una Isabel ya fallecida le reconoce como el gran amor de su vida, Balmis descansa emocionado tras saberse correspondido.

Finalmente, una última versión19 de la vida de Doña Isabel Sendales y Gómez, con fuerte lanzamiento publicitario, comentario en JAMA incluido25, relata la vida de 2 mujeres, Alma e Isabel. La primera, escritora contemporánea, en medio de una crisis vital encuentra en la segunda, sobre la que decide escribir un libro, su fuente de inspiración. Isabel es aquí una mujer que padeció las viruelas, hecho que marcó su vida y determinó tras una prematura viudez, su labor en la Casa de Expósitos. Abnegada y excelente profesional, el cuidado de los niños, su seguimiento tras finalizar la REFV centran el relato. Doña Isabel escribe un diario de la expedición, narra cuentos a los niños para quitarles miedos, y llega a aprender la técnica inoculatoria. Una mujer ejemplar, testigo privilegiada de una gran aventura. Cortejada fugazmente por un contramaestre, su relación con Balmis es de colaboración profesional, se profesan un mutuo respeto, ella sabe que el tiene esposa en Madrid. Se encontraran un par de veces en México donde Balmis vuelve años después de la expedición. Ella trabaja como cuidadora, aplica remedios a los enfermos. La esencia de la historia es la vitalidad del universo femenino, “nuestras vidas no sólo nos pertenecen a nosotros mismos, sino también a quienes nos aman”19.

Julia Alvarez, “Para salvar al mundo”, 2007

Doña Isabel como pionera de la enfermería 

Se trataba de una profesional. Sus condiciones salariales eran precisas. En La Coruña cobraría tres mil reales con destino a su habilitación. En Indias cobraría 500 pesos anuales, contados desde el día en que se embarcase. Al regreso cobraría 250 pesos anuales. Cabe añadir a los méritos ya expuestos la escasa mortalidad que padecieron los niños durante los diversos trayectos. Demostró tanto su entrega física (excesivo trabajo, sufrimiento del rigor de los climas, infatigable noche y día) como psíquica (derramado todas las ternuras de la más sensible madre, asistido en sus continuas enfermedades en todos los viajes). Las valoraciones que se hicieron de ella, todas realizadas por varones, son elocuentes “ha perdido la salud, demostrado gran temple, constancia y bondad, ha disfrutado de un sueldo cortísimo”23.

Sin restar mérito al resto de practicantes y enfermeros, Doña Isabel constituye un símbolo por su singularidad. Ha sido definida como “enfermera abnegada y patriota”26, como “la primera ATS de la Historia”27 o como “la primera enfermera de la historia de la medicina hispana”3.

Escultura de Acisclo Manzano inaugurada en
A Coruña (30-11-2003) como homenaje a la Expedición

 

Su reconocimiento, no obstante, ha sido muy escaso. Su presencia en la literatura científica se limita a media docena de artículos o comunicaciones a congresos21-23, 28. En México, Miguel Bustamante, un relevante impulsor de la medicina preventiva y social de aquél país, reivindicó hace 30 años su figura considerándola “la primera enfermera de la historia de la salud pública”22. Gracias a su influencia y desde 1975 se otorga anualmente por la Presidencia de la República, el premio nacional “Isabel Cendala y Gómez” dedicado a premiar la labor de un profesional de la enfermería. Asimismo, la Escuela de Enfermería de San Martín de Texmelucan en el estado de Puebla, lleva su nombre. Contrasta esta visibilidad con la nula reivindicación efectuada en España. Si exceptuamos algún trabajo presentado en congresos de historia23, 28 o la perspectiva coruñesa de Nieto Antúnez, que tras influir para dedicarle una calle a su nombre en La Coruña, la llama “Primera Enfermera Internacional”21 y denuncia su olvido lamentándose de que ningún centro sanitario lleve su nombre, no hay mucho más. El colectivo de enfermería y particularmente aquellos que ejercen el rol de vacunadores podrían encontrar en Doña Isabel un ejemplo, rescatar su memoria es recuperar el rastro de miles de anónimos inoculadores.

Bibliografía

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3. Tuells J, Ramírez SM. Balmis et variola. Ed. Generalitat Valenciana, Valencia, 2003

4. Smith MM. The “Real Expedición Marítima de la Vacuna” in the New Spain and Guatemala, Transactions of the American Philosophical Society, Philadelphia, 1974; 64 (1): 5-74

5. Moreno Caballero E. Sesión apologética dedicada al Dr. D. Francisco Xavier de Balmis y Berenguer. Discurso leído en la inaugural del Instituto Médico Valenciano. Imp. de Ferrer de Orga, Valencia, 1885

6. Castillo y Domper J. Real Expedición Filantrópica para propagar la vacuna en América y Asia (1803) y Progresos de la Vacunación en nuestra Península en los primeros años que siguieron al descubrimiento de Jenner. Imp. Ricardo F. de Rojas, Madrid, 1912

7. Cook SF. Francisco Xavier Balmis and the Introduction of Vaccination to Latin America. Bull Hist Med. 1942; 11: 543-560

8. Diaz de Yraola G. La vuelta al mundo de la Expedición de la Vacuna, prólogo de Gregorio Marañón. Escuela de Estudios Hispano-americanos, CSIC, Sevilla, 1948

9. Alfonso E: Y llegó la vida… Ed. Bruguera, Buenos Aires, 1950

10. Riquelme Salar J. Médicos, Farmacéuticos y Veterinarios en la Conquista y Colonización de América, Tip. Pablo López, Madrid, 1950

11. Fernández del Castillo F. Los viajes de D. Francisco Xavier de Balmis. Notas para la historia de la expedición vacunal de España a América y Filipinas (1803-1806). Ed. Galas de México, México, 1960

12. Archila R. La Expedición de Balmis en Venezuela, IV Congreso Panamericano de Historia de la Medicina, Tip. Vargas S.A., Caracas, 1969

13. Piedrola Gil G. La viruela, primera enfermedad pestilencial, prácticamente erradicada en el mundo. Un triunfo de la OMS”. Anales de la Real Academia Nacional de Medicina, Tomo XCIV, Madrid, 1977

14. Febres-Cordero F. Historia de la Medicina en Venezuela y América. Consejo de Profesores jubilados, Caracas, 1987

15. Arquiola E. La Expedición Balmis y la difusión de la Vacuna. La Ciencia española en Ultramar, Actas de las I Jornadas sobre “España y las expediciones científicas en América y Filipinas”. Ed. Doce Calles, Madrid, 1991

16. Balaguer Perigüell E, Ballester Añon R. En el nombre de los niños: La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1806), Asociación Española de Pediatría, 2003

17. Ramírez S, Valenciano L, Nájera R, Enjuanes L (eds). La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna. Doscientos años de lucha contra la viruela, CSIC, Madrid, 2004

18. García EV. La soledad de Balmis. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 2005

19. Álvarez J. Para salvar el mundo. Ed. Alfaguara, Miami, 2006

20. Parrilla Hermida M. Los médicos militares españoles y la Expedición filantrópica de la vacuna antivariólica a América y Filipinas para la lucha contra la viruela. Ejército. 1976; 347

21. Nieto Antúnez P. La Rectora de la Casa de Expósitos de La Coruña, excepcional y olvidada enfermera en la Expedición Balmis. Instituto José Cornide de estudios coruñeses, La Coruña, 1981

22. Bustamante ME. La primera enfermera en la historia de la salud pública. Sal. Pub. Mex. 1975; 17: 353-63

23. Ramírez Martín SM. Única mujer participante en la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna: Dña. Isabel Sendales y Gómez. Actas de IX Congreso Internacional de Historia de América, tomo II, Editora Regional de Extremadura, Badajoz, 2000: 271-6

24. Nieto Antúnez P. La Expedición Balmis para la difusión de la vacuna antivariólica. Instituto José Cornide de estudios coruñeses, La Coruña, 1966

25. Esber MJ. Saving the World: a novel. JAMA. 2006; 296: 1785

26. Riquelme Salar J: Médicos, Farmacéuticos y Veterinarios en la Conquista y Colonización de América. Tip. Pablo López, Madrid, 1950

27. Piédrola Gil G. La Viruela, primera enfermedad pestilencial, prácticamente erradicada en el mundo. Un triunfo de la OMS. An R Acad Nac Med. 1977; 94: 349-71

28. Sobrido Prieto N, González Guitián C, Prieto Díaz A, Sobrido Prieto M. La expedición filantrópica de la vacuna y la rectora de la casa de expósitos de La Coruña. Actas del VI Congreso Nacional y I Internacional de Historia de la Enfermería, Alcalá, 2003.