Los expertos alzan la voz en la defensa de las vacunas: “Son los fármacos más seguros y no guardan relación con el autismo”

  • La Asociación Española de Vacunología ha hecho público un manifiesto, respaldado por diversas sociedades y asociaciones científicas, para responder a la reciente publicación de los CDC de EE. UU. sobre la seguridad vacunal

  • Las entidades recuerdan que la supuesta relación entre vacunas y autismo ha sido “exhaustivamente estudiada y categóricamente descartada” por la comunidad científica

  • El manifiesto, promovido por la AEV, está avalado por SEMERGEN, AEEMT, SEFAC, SEMG, CAV-AEP, ANENVAC, SEMPSPGS y SEIP

Las vacunas son los fármacos más seguros que existen y no producen autismo. Así de contundente se ha mostrado la Asociación Española de Vacunología en un posicionamiento apoyado por otras sociedades y asociaciones científicas con el objetivo de dar respuesta a la polémica en torno a las vacunas y el autismo, tras la reciente publicación de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos (EE. UU.) sobre la seguridad de las vacunas.

Los CDC han modificado en su medio oficial de difusión electrónica la afirmación que durante años sostuvieron basada en la evidencia científica respecto a la seguridad de las vacunas en relación con el autismo. En estos momentos, su página web recoge que “La afirmación ‘las vacunas no causan autismo’ no es una afirmación basada en la evidencia, porque los estudios no han descartado la posibilidad de que las vacunas infantiles causen autismo”. Esta modificación parece responder a cambios en la estructura interna de la agencia, que han supuesto la sustitución de personal técnico con amplia experiencia y trayectoria por asesores que, históricamente, han sostenido posturas discrepantes, basadas en interpretaciones erróneas o no alineadas con el consenso científico vigente.

El escrito de la AEV comienza recordando que, antes de obtener la autorización de las agencias del medicamento, las vacunas se estudian en poblaciones más numerosas que otros medicamentos, y que en los últimos 50 años han salvado 154 millones de vidas en todo el mundo. “Además, una vez autorizadas y en uso, se mantienen múltiples niveles de vigilancia de seguridad mientras se distribuyen, lo que reafirma que su uso en la población es seguro”, explican.

Por otro lado, el manifiesto recoge los orígenes de la atribución del autismo a las vacunas, que se remontan a un artículo de una revista científica británica publicado en 1998. En él se establecía falsamente una conexión entre la vacuna contra el sarampión y el desarrollo del autismo. La AEV recuerda que este artículo fue retractado por los editores de la revista después de descubrir que había sido manipulado con datos falseados. En consecuencia, el Consejo Médico General del Reino Unido declaró al autor culpable de fraude y violación de los protocolos éticos. Como resultado, le revocaron la licencia para ejercer la medicina en el país. “Pese al descubrimiento del fraude, la creencia errónea de que la vacunación causa autismo se arraigó en un grupo pequeño de población que, como podemos ver, sigue teniendo gran importancia”, señalan desde la AEV.

A raíz de este escándalo, la relación causal entre la administración de vacunas y el autismo ha sido exhaustivamente estudiada y categóricamente descartada por la comunidad científica internacional a lo largo de las últimas dos décadas. Por tanto, el posicionamiento de las sociedades científicas es claro: las noticias que vinculan las vacunas, particularmente la triple vírica (sarampión, paperas y rubéola), con el autismo carecen de evidencia científica.

Estudios epidemiológicos a gran escala, metaanálisis rigurosos y revisiones sistemáticas llevadas a cabo por las principales instituciones de salud mundial (como la OMS y las agencias regulatorias de medicamentos) coinciden en que no existe una asociación clínica ni una vinculación epidemiológica entre los componentes vacunales (incluyendo el timerosal) y el desarrollo de autismo.

Por ello, los expertos insisten en que nunca se han detectado señales de seguridad que relacionen las vacunas con el autismo o el trastorno del espectro autista, y que los niños vacunados desarrollan autismo con la misma frecuencia que los no vacunados. En este sentido, el manifiesto explica que las causas del autismo son complejas, multifactoriales y, en gran medida, desconocidas.

Riesgos inmediatos para la salud pública

El cambio de posición adoptado por los CDC de Estados Unidos, basado en premisas ya descartadas por la comunidad científica, supone un riesgo real e innecesario para la salud pública global. La desconfianza generada por la desinformación sobre vacunas tiene consecuencias directas e inmediatas. Por ejemplo, la disminución de coberturas de vacunación infantil pone en peligro la inmunidad comunitaria, exponiendo a poblaciones vulnerables y facilitando el resurgimiento de enfermedades prevenibles.

Según un reciente estudio publicado en JAMA, un descenso del 10% en las coberturas vacunales se traduciría en 11,1 millones de casos de sarampión en Estados Unidos en 25 años. Si los descensos fueran del 50%, los números serían catastróficos: 51,2 millones de casos de sarampión, 4,3 millones de casos de poliomielitis, y un total de 159.200 muertes por enfermedades inmunoprevenibles infantiles.

Por este motivo, el manifiesto insta a los profesionales sanitarios a seguir siendo la principal fuente de información confiable para las familias, y a la población a consultar a sus profesionales sanitarios y vacunólogos ante cualquier duda.

Accede aquí al manifiesto completo.

 




225 años después de la primera vacunación en España (Puigcerdà, 3 de diciembre de 1800)

Hoy, día 3 de diciembre, se cumplen 225 años de la primera vacunación contra la viruela realizada en España por el doctor Francesc Piguillem i Verdacer, en Puigcerdà (La Cerdanya, Girona).

En 1798 se había publicado el trabajo de Edward Jenner acerca de su descubrimiento de la vacuna antivariólica el 14 de mayo de 1796. La vacunación se fue extendiendo por Inglaterra y otros lugares de Europa, especialmente Ginebra, Viena y París, donde el primer inoculado fue el hijo del doctor Colon, el día 8 de agosto de 1800.

Tres meses después, el doctor Piguillem pidió linfa vacunal al doctor Colon, la cual recibió el 3 de diciembre. El mismo día, al atardecer, Piguillem vacunó en Puigcerdà a los dos hijos de una señora a la que había prometido que serían los primeros que vacunaría, e inmediatamente después a otros dos párvulos, hijos de una hermana de aquella.

El día 15 de diciembre, en presencia del gobernador, el párroco y otras personalidades, el doctor Piguillem inoculó, con linfa que extrajo de las pústulas de los primeros vacunados, a otros seis niños. A partir de ese momento se corrió la voz de la nueva inoculación preventiva de la viruela por los pueblos próximos a Puigcerdà y las gentes llevaban a sus hijos al doctor Piguillem para que los vacunara, con la confianza de que se exponían muy poco e iban a ganar mucho.

Una vez extendida la vacuna por la Cerdanya, el doctor Piguillem marchó a Barcelona, como tenía proyectado desde hacía tiempo, y a su paso por Vic vacunó a algunos niños. Al llegar a Barcelona vacunó a dos primos suyos con linfa procedente de uno de los vacunados en Puigcerdà.

En la difusión de la vacunación en Cataluña tuvieron un papel muy importante algunos socios de la Academia Médico-Práctica de Barcelona (hoy Reial Acadèmia de Medicina de Catalunya, de la cual Piguillem fue un destacado académico numerario), especialmente los doctores Vicenç Mitjavilla i Fisonell y Francesc Salvá i Campillo. Sin embargo, cabe destacar la figura de Juan Smith Sinnot en Tarragona, donde se convirtió en el gran propagador de la vacuna.

Smith Sinnot era ingeniero de la Armada y director de las obras del puerto de la ciudad. Gracias a él, Tarragona se convirtió en el segundo foco activo de la vacunación con vacuna que Piguillem le facilitó cinco meses después. Juan Smith dejó un perdurable recuerdo en la ciudad de Tarragona y prueba de ello es que, en el año 1860, medio siglo después de su muerte, se le escogió como uno de los personajes que tenían que figurar en la fachada del Ayuntamiento, aunque no había nacido en la ciudad y solo vivió en ella un decenio.

Más de dos siglos después, esta primera vacunación que se implementó en toda España, y que en algunos momentos y grupos de población llegó a ser obligatoria, ha evolucionado hasta el actual calendario de vacunaciones e inmunizaciones a lo largo de toda la vida, que incluye 18 inmunizaciones (que son 19 en Cataluña, Ceuta y Melilla).

Este es el inicio de una historia que hasta la actualidad ha demostrado el gran éxito de la vacunología, y en concreto de la medicina española, en el campo de las enfermedades inmunoprevenibles.

Fernando Moraga-Llop

Vocal sénior y portavoz de la AEV

3 de diciembre de 2025




La organización mundial de la salud no avala, en el momento actual, la administración de la primera dosis de vacuna antisarampionosa por debajo de los 9 meses

Varma A, Bolotin S, De Serres G et al. What is the current evidence base for measles vaccination earlier than 9 months of age?: Report from an informal technical consultation of the World Health Organization. Vaccine 2025;57:127187

https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0264410X25004840

A la vista del reciente incremento de casos de sarampión a escala mundial debido, fundamentalmente, al descenso en las coberturas de vacunación. Ello ha motivado que se vuelva a poner el foco en estrategias tanto probadas como novedosas al objeto de controlarlo. A este respecto la Organización Mundial de la Salud recomienda una primera dosis de vacuna antisarampionosa entre los nueve y quince meses de edad. No obstante, se plantea si una primera dosis “precoz” por debajo de los nueve meses podría mejorar las coberturas de vacunación ya que, en general, estas tienden a ser mayores a medida que el vacunado es más pequeño, y de esa manera los lactantes quedarían protegidos en su etapa de mayor vulnerabilidad. Esa posibilidad no parece de momento la más adecuada por que podría reducir su rendimiento. Según esto la OMS reunió un grupo de trabajo en Ginebra en diciembre 2023 para evaluar las evidencias más recientes en relación a la vacunación precoz. Esta sugiere que la respuesta inmune tras una dosis entre los meses 5 y 8 es robusta sin interferencias en el corto plazo tras la administración de la segunda dosis cerca en el tiempo de la primera. El problema surge a los 3-7 años tras esa primera dosis al comprobarse que los niños tienen menores títulos de anticuerpos respecto de los que la reciben a partir de los 9 meses, lo que sugeriría un desvanecimiento más rápido de la inmunidad. Los participantes en la reunión piensan que se necesitan más datos antes de reconsiderar las recomendaciones actuales, del tipo de la inmunogenicidad celular y de la interferencia con una segunda dosis de vacuna tras una dosis precoz. Enfatizan en llevar a cabo estudios en situaciones de brotes y en los hallazgos en países que hayan introducido primeras dosis por debajo de los nueve meses.