Diciembre 2007
Autores:
Susana María Ramírez Martín (a)
José Tuells (b)
a Departamento de Biblioteconomía y Documentación. Universidad de Carlos III.
b Departamento de Enfermería Comunitaria, Medicina Preventiva y Salud Pública e Historia de la Ciencia. Universidad de Alicante. Centro de Vacunación Internacional de Alicante, Sanidad Exterior, Ministerio de Sanidad y Consumo.
Palabra clave: Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, Doña Isabel, Enfermería
Este artículo ha sido publicado en la revista Vacunas, 2007; 8 (3): 160-6
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La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (REFV) dirigida por Francisco Xavier Balmis contó entre sus expedicionarios con una mujer, Doña Isabel, la cuidadora de los niños vacuníferos, un ejemplo pionero en la historia de la enfermería pediátrica española. La vida de esta gran desconocida ha quedado unida para siempre a la primera campaña organizada de inmunización en la historia de la salud pública. Al vacío de datos biográficos, comenzando por la confusión en torno a su propio nombre, hay que añadir su papel de actriz secundaria en la REFV, a cuyo periplo parece circunscrita su trayectoria vital. Es posible que Balmis al pergeñar el guión de la expedición no la tuviera en cuenta para ofrecerle algunas líneas de diálogo, Doña Isabel no las necesitó, bastó su presencia para infundir energía a un buen número de escenas.
Francisco Xavier de Balmis
Los practicantes y enfermeros de la REFV
Tras la Real Orden de Carlos IV emitida el 6 de junio de 1803, que dispone se organice una expedición científica con el objeto de llevar “el eficaz remedio de la vacuna como preservativo de las viruelas a todas sus posesiones”1, se inician en un tiempo récord los preparativos que permitirán zarpar a la REFV del puerto de La Coruña el 30 de noviembre de 1803. El convoy humanitario, con Balmis a la cabeza como médico y director, se compone de tres cirujanos en calidad de ayudantes, José Salvany y Lleopart, Manuel Julián Grajales y Antonio Gutiérrez Robledo. Las circunstancias del viaje determinaran que Balmis designe al primero de ellos como subdirector. Completan la nómina dos practicantes, Francisco Pastor Balmis y Rafael Lozano Pérez y tres enfermeros, Basilio Bolaños, Pedro Ortega y Antonio Pastor. Junto a ellos viaja la Rectora de la Casa de Expósitos de La Coruña, que tiene a su cargo los 22 niños elegidos para trasladar en sus brazos la vacuna hasta América.
Las obligaciones de cada uno de los miembros de la REFV estaban inicialmente bien diferenciadas, conteniendo el Expediente General sus responsabilidades específicas, llegándose a tipificar incluso el tipo de vestimenta que debían utilizar: “Para la mayor economía y decencia de los individuos de las expediciones, se permita a los Ayudantes usar el mismo uniforme que los de los hospitales del Ejercito, y para los practicantes y enfermeros el de los porteros del Jardín Botánico”2.
Cuando la REFV llega a América se trastocan los planes. Ante la necesidad de llegar al máximo de lugares posibles se produce una primera división, Balmis inicia una ruta que recorrerá México con destino a Filipinas y China, mientras Salvany toma rumbo hacia el sur en un recorrido que le llevará hasta el Perú y que proseguirá Grajales en Chile. A lo largo de estas dos grandes rutas se organizaron pequeñas expediciones para abarcar más territorio que fueron cubiertas por los propios integrantes de la REFV ayudados en numerosas ocasiones por sanitarios locales.
Es incuestionable la excelente labor desarrollada por los practicantes y enfermeros, reconocida tanto a través de los informes que emitieron Balmis y Salvany, como del interés que puso Balmis, una vez acabada la expedición, por sus situaciones personales. Los practicantes fueron seleccionados personalmente por Balmis. Él mismo había iniciado su formación como Practicante primero del Hospital Real Militar de Alicante a la edad de 17 años, plaza obtenida por examen riguroso y que desempeñó durante cinco años (1770-1775) al lado del Cirujano Mayor del mencionado hospital1.
Empleo de Balmis como practicante de cirugía
del Hospital Real Militar de Alicante
En aquella época los practicantes recibían formación como aprendices de cirugía, tal fue el caso de Edward Jenner, que entre los 14 y los 21 años trabajó junto al cirujano John Ludlow en Sodbury para después trasladarse al Hospital de St. Georges en Londres donde acabó de formarse con el célebre cirujano John Hunter 3. Al practicante, un paso previo al oficio de cirujano, se le enseñaban operaciones de cirugía menor, aplicación de apósitos y vendajes. También se familiarizaban con la técnica inoculatoria.
En la REFV para los cargos de ayudante se eligieron licenciados en Medicina y Cirugía, mientras que para los de practicante se seleccionó a personas con experiencia en inoculaciones y técnica quirúrgica.
Francisco Pastor Balmis, era practicante “mui instruido en la Bacunación por haverla constantemente practicado a mi lado”, según cuenta Balmis hablando de su sobrino, que durante un tiempo vivió con él en Madrid aprendiendo el oficio de cirujano, antes de elegirlo para formar parte de la REFV1. Cuando la expedición se halla en La Habana, Balmis decide “enviar al practicante D. Francisco Pastor con las correspondientes instrucciones, niños y ejemplares, del tratado histórico de la vacuna desde Campeche a Laguna por ser mas corto y seguro el viaje que desde La Havana a Truxillo”, tomando esta decisión por que de “fiar este encargo a otro facultativo que no tenga la instrucción competente, no podrá aventurarse el éxito que tanto interesa”1.
Al dividirse la expedición, Francisco Pastor permanece junto a su tío. Su labor fue muy reconocida, destacando por sus dotes de organizador durante su misión en Guatemala, “Al ayudante Pastor lo envió Balmis a Guatemala desde La Habana siguiendo la vía Campeche. En el discurso de su viaje vacunó a más de 200.000 personas, estableciendo en la Capital de la Capitanía General un reglamento para su conservación parecido en todo al de Caracas”1.
Teniendo pues la categoría de practicante, su preparación le hacía merecedor de llevar a cabo tareas de ayudante. En México, Balmis informa que ya se ha reunido a la expedición el practicante Francisco Pastor, que ha desempeñado “su comisión con todo acierto”, aunque los inconvenientes han sido muchos. Ha caminado “en un mes mas de 400 leguas” y se halla “convaleciente de su enfermedad”1. Más tarde acompaña a Balmis en el trayecto hasta las islas Filipinas, donde juega un papel importante en la dispersión de la vacuna por el archipiélago. Comisionado junto con Pedro Ortega, llegan hasta las islas Visayas, cuyos nativos eran hostiles a las tropas españolas. Poco antes de su llegada una terrible epidemia de viruela había asolado la zona, la actuación de los dos expedicionarios cortó el brote y en agradecimiento los nativos hicieron las paces con sus enemigos españoles4.
El otro practicante, Rafael Lozano Pérez, seleccionado por Balmis ya que “se ha dedicado a esta nueba inoculación y es cirujano aprobado”, acompañó a Salvany en la ruta andina junto a Grajales y Bolaños, participando en la actividad vacunadora con mérito suficiente para que Salvany solicitara al rey que en señal de agradecimiento lo distinguiera con los honores de Cirujano de Cámara1. Un ejemplo de practicante que pasa a ayudante de cirugía hasta conseguir la categoría de cirujano.
Las obligaciones de los enfermeros eran diferentes, su misión consistía en proveer cuidado a los niños. Como expresa el texto del reglamento elaborado por Balmis, “para el buen desempeño de este cargo, conviene recaiga en sujetos de juicio y prudencia que cuiden del buen orden de los niños, que deben guardar así en el mar como en tierra, de su limpieza y aseo que tanto interesa para conservar la salud y de asistirlos con amor y caridad. No deberán separarse de los niños cuando salten a tierra y cuando salgan al campo, para evitar algún extravío, y hacerles guardar la moderación y buen orden que se requiere en una expedición tan respetable”. Debían favorecer la labor de los cirujanos ayudando a resolver las dificultades que se presentasen. Carecían de formación académica aunque la experiencia adquirida durante la expedición los convirtió en valiosos colaboradores.
Basilio Bolaños, a las órdenes de Salvany, llegó con la expedición a Perú y más tarde acompañó a Grajales en el itinerario hasta el Reino de Chile, embarcando desde Lima hasta Valparaíso. Salvany también quiso que se le agradecieran los servicios prestados por lo que solicitó al rey “le distinga con los honores de Conserje del Real Palacio o bien con otra distinción”1. Pedro Ortega llega con Balmis hasta Filipinas y colabora activamente con Francisco Pastor en la propagación de la vacuna. Fallecerá en Manila antes que los expedicionarios Gutiérrez, Francisco Pastor, Ángel Crespo, Antonio Pastor y la Rectora, vuelvan a México tras completar su actividad vacunadora. Balmis hizo el trayecto de vuelta a España por Cantón y Santa Elena en solitario.
Niños durante el viaje
A su llegada “recomienda encarecidamente que se proteja a los dos hijos huérfanos de su colaborador D. Pedro Ortega”. Ángel Crespo, que iba a formar parte del grupo inicial de expedicionarios, realizó funciones de secretario de la REFV durante el itinerario mejicano, actuando como un enfermero más en todo el trayecto filipino, obteniendo tras su vuelta a México una pensión. El último enfermero, Antonio Pastor, también familiar de Balmis, siguió el mismo destino que Francisco Pastor. Tras completar la expedición junto a Balmis hasta Filipinas, retornaron a México y 3 años después por mediación de su tío pudieron volver ambos a España4. Queda ahora por revisar la figura de la enfermera que trabajó codo con codo en este colectivo sanitario.